Blanco deja en evidencia a Jáuregui y pide “respeto” al auto del Faisán.

El ministro de Fomento y recién nombrado portavoz del Gobierno, José Blanco, se estrenó ayer en su nueva tarea proclamando desde el Palacio de la Moncloa el máximo “respeto” del Ejecutivo ante todos los autos judiciales: desde el del magistrado de la Audiencia Nacional Pablo Ruz sobre el chivatazo policial a ETA hasta el que se dio a conocer ayer mismo y que imputa al presidente de la Generalitat, Francisco Camps. De esta forma, Blanco se distanció por la vía de los hechos de su colega de Gabinete Ramón Jáuregui, a quien eludió referirse pese a la insistencia de los periodistas y que el día anterior descalificó la decisión de la Audiencia Nacional tachándola de cúmulo de “especulaciones” que serían revocadas.

Sobre ex vicetodo Alfredo Pérez Rubalcaba, que el día anterior también había arremetido contra el fallo del juez Pablo Ruz, Blanco zanjó que no se pronunciaría sobre las palabras de este desde Moncloa. En definitiva, el Gobierno trasladó su “respeto a las decisiones judiciales, todas”, y se limitó a tratar de mitigar el desgaste de un auto asegurando que “ese proceso no ha acabado y no se puede prejuzgar”. Lo que no pudo ocultar Blanco es que no todo el Gobierno piensa igual respecto al auto del chivatazo a ETA. “Desde el punto de vista del Gobierno hay un debate en torno a este auto”, dijo Blanco, quien al ser preguntado intentó echar tierra y negar cualquier debate o diferencia interna entre los propios ministros del Gabinete, aunque es un clamor que no todos piensan como los más rubalcabistas.

El nuevo portavoz del Ejecutivo marcó distancia, por tanto, no sólo con Jáuregui y hasta con el propio Rubalcaba, sino también con los procesados por el juez Ruz, a quienes evitó echarles un capote a pesar de que uno de ellos, Víctor García Hidalgo, además de ser ex director general de la Policía es ahora mismo el número dos del PSE en Álava.

En el día de su estreno, a Blanco no le fue mal dando la cara ante la prensa tras la reunión de un Consejo de Ministros, netamente económico y donde se aprobó la privatización parcial de los aeropuertos de Barajas y El Prat, con los que pudo lucirse en su condición de ministro de Fomento. Los nervios –él mismo los confesó al termino de la comparecencia– le traicionaron al dar cuenta de la concesión de la nacionalidad al pívot congoleño Serge Ibaka, a quien redecoró con el nombre de “Ikea”.



Fuente: La Gaceta (www.intereconomia.com)