En tiempos de rotaciones, ciclos físicos, gráficos de esfuerzo, pretemporadas en medio de la temporada y demás zarandajas con innegable fundamento científico, el Barça de Guardiola ha encontrado una fórmula magistral para regular el esfuerzo de los jugadores. A saber: se sale a toda castaña, metes cuatro goles en la primera media hora y el resto del partido te dedicas a nadar y guardar la ropa. En la reanudación, vigilas que no te metan un susto y tratas de ampliar la cuenta a fuerza de inercia y el partido de vuelta de todas unas semifinales de Copa se convierte en un trámite.
Poco más o menos, esto lo fue lo que hizo el Barça ayer en la ida de las semifinales de la Copa ante un Almería que cada vez que ve al Barça delante sale trasquilado. Ayer, 5-0, lo que teniendo en cuenta que los de Oltra hace sólo dos semanas lograron un empate al Madrid y que llegaban al Camp Nou escamados por el 0-8 que les endosó el Barça en Liga, da un gran valor a lo que consiguió ayer el equipo blaugrana.
La alineación del Barça fue toda una declaración de intenciones. Salió con el equipo de gala, excepción hecha de los cambios obligados. El primero, el de Pinto en vez de Valdés en una decisión que de aquí al 20 de abril va a dar mucho que hablar. El segundo, también obligado, era el de Adriano por Alves, lesionado. El único que tuvo descanso en el partido de ayer por decisión táctica fue Busquets, quien dejó su puesto a un Mascherano que realizó un trabajo impecable.
Con este planteamiento del Barça, el partido tuvo muy poca historia. A los nueve minutos, Messi había marcado el 1-0, a los 11 Villa había hecho el segundo y a los 15, Messi había redondeado el marcador con el tercero y dejado la épica de las semifinales para mejor ocasión. La cosa estaba clara, sentenciada, atada y bendecida. Y por si había dudas al respecto, al filo de la media hora, Pedro, de ¡cabeza!, marcaba el cuarto gol.
Y todo ello gracias a un Xavi imperial, que supo mandar, acelerar y frenar cuando la ocasión lo requería, a un Messi que convirtió en gol sus dos primeros disparos a portería y a un portero, Esteban, que fue un amigo desde el principio. Justo es decir, sin embargo, que avanzado el partido, el guardameta asturiano evitó con sus actuaciones un castigo más doloroso a un Almería que no sabía donde meterse.
Víctima.
Porque una cosa es salir como víctima propiciatoria en una semifinal de Copa. Con la piel de cordero a la espera de lo que te pueda caer en suerte. Esperando una mala noche del rival, una decisión del colegiado favorable o la mejor noche de tu portero. Y como no se dio nada de eso, al cuarto de hora estaba el Almería con 3-0 en contra, con el fantasma del 0-8 amenazando y con una flojera de piernas que le impedía ir para delante porque no podía ir para atrás.
Visto el panorama, el Almería salió en la segunda a no encajar el quinto más que a marcar el primero, pero Keita, a pase de Messi, redondeó la manita que ya empieza a ser habitual. Ese gol certificaba que el Barça estaba ya en la final. Esperando rival y descontando el partido de vuelta en Almería, que será para los suplentes.
Fuente: AS (www.as.com)
jueves, 27 de enero de 2011
El Barcelona pone un pie y media en la final de Copa.
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