Tuvo que masticar mucho el Barça en Alicante para regresar a Barcelona con tres puntos que tenían obsesionado a Guardiola. El de ayer, fue el triunfo de la paciencia en una versión más de este equipo, que a veces avasalla al rival de salida y que liquida los partidos en un decir amén, pero que también sabe jugar a otra cosa. A tener la posesión del balón, a cerrar los contragolpes del rival, a dar muchos pases, a desgastar al contrario y a esperar que alguno de los superdotados de la parte alta resuelva. Ayer, Messi, por lo menos en lo que se refiere a los primeros 87 minutos de partido, no tenía el cuerpo para farolillos y Villa, tampoco. En caso de emergencia pues, acudan a Pedro, que siempre está ahí. Fue el canario el que logró romper el partido con su posicionamiento desde la banda y quien marcó el gol que aclaró el panorama al filo del límite de la primera parte. En el tramo final, y con el Hércules en inferioridad, Messi engordó la cuenta con dos goles.
Que el Barça marcara sus tres goles en el tramo final de cada una de las partes dice mucho de la concentración de un equipo que es un martillo pilón, que tiene una paciencia asiática, una contundencia germánica y una magia latina. Nunca desesperan, siempre esperan su ocasión conscientes de que el rival, ni que sea un conjunto tan aseado como el de Esteban, tendrá un momento de debilidad. A la que te descuidas, el Barça muerde.
El partido de ayer demostró de nuevo que Guardiola no sobreactuaba cuando dijo eso de que la cita de Alicante era una de las más complicadas que le quedaban a su equipo por delante en su carrera por la Liga. El 0-3 no explica lo que pasó en el terreno de juego y es un castigo demasiado exagerado para un Hércules que llegó a desquiciar al Barcelona aunque fuera a costa de no crear casi ocasiones de gol ante un Valdés que sólo vio una vez de cerca a Trezeguet.
Pero es que el plan del equipo de Esteban era ese, el de pillar al Barcelona en una contra, atontarle como hicieron en el Camp Nou y aprovechar su oportunidad. Pero la lotería difícilmente te toca dos veces el mismo año. Hay excepciones por Valencia, claro está, pero ayer no se dio el caso.
El Barça salió a jugar con su mejor alineación y los suplentes no entraron en el terreno de juego hasta que el partido estaba decidido. Pep explotó a su 'equipo A' hasta que vio la piel del oso a buen recaudo.
A esos titulares les exigió concentración en defensa e imaginación en ataque. Se trataba de aprovechar las escasa lagunas que iba a dejar el Hércules, pero ayer ni Messi ni Villa estaban para sentenciar. Había dicho Esteban en la previa, que la clave para el Hércules estaba en que el Barcelona no marcara sus primeras acciones y las dos primeras que tuvo Messi se fueron a las manos de Calatayud, pero Pedro no descansa nunca, trabaja como el que más y está en un momento de forma espléndido. Fue el canario el que marcó el gol más difícil. En la segunda parte, el partido se resumió en un Barça que aguantó la pelota y que esperó el desgaste del rival para que Messi, en los dos últimos minutos, ya contra diez, pusiera el Barça a siete puntos del Madrid.
Fuente: AS (www.as.com)
domingo, 30 de enero de 2011
El Barcelona iguala el récord de victorias del Real Madrid
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