El arma de la dialéctica. - La Nación Digital

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viernes, 21 de enero de 2011

El arma de la dialéctica.

La mejor manera de derrotar al enemigo es empleando sus propios métodos. Por algo Ramiro Ledesma defendió que el nacionalsindicalismo intentara tomar el poder mediante la acción directa y las armas, al modo revolucionario (tal y como pretendían hacer los anarquistas y los comunistas de aquella época, además de que ese había sido el mismo estilo empleado por los liberales a lo largo del siglo XIX) y Hitler manifestó en “Mi lucha” que el nacionalsocialismo debía obtener la victoria electoral en las urnas para conseguir la legitimidad democrática ante el pueblo y sus opositores.
Hoy en día, en una sociedad acomodada e inconsciente, el único medio disponible para defenderse en el fanganoso terreno de la política es el del diálogo y la propaganda. Nos guste o no, así son las cosas y ese es el medio en el que nos tenemos que desenvolver si queremos sobrevivir en este siglo XXI. ¿Pero cómo podemos defendernos de las acusaciones que únicamente buscan desprestigiarnos sin saber qué es lo que defendemos realmente?.
La respuesta nos la ha repetido varias veces mi camarada Daniel Aragón: utilizar su lenguaje contra ellos mismos. La democracia es un concurso de popularidad donde las masas jalean sin parar los comentarios de los políticos de turno a sus opositores. Si los que nos consideramos identitarios defendemos una visión del terreno político mucho más compleja y reflexiva, ¿por qué no vamos a poder ser capaces de derrotarles verbalmente dando la vuelta a sus argumentaciones contra ellos mismos?.
“Eres un machista”. “Eres un intolerante”. “Eres un racista”. “Eres un retrógrado”. “Eres un homófobo”. “A los demás no les dejaríais libertad de expresión”. Son acusaciones que resultan muy familiares, ¿no?.
Especialmente me desagrada la del “machismo”. Para un “progre” estándar todo lo que no sea como él es un machista. Por machista entiende “considerar a la mujer inferior al hombre y querer que esté encerrada en su casa, cuidando de sus hijos y agradando a su marido”.
De lo que pocos parecen darse cuenta es de que el “progre” es el verdaderamente machista. En la sociedad actual, a la mujer únicamente se la valora por su cuerpo. Y al “progre” le gusta que las mujeres puedan acostarse con el primero que quieran, para así poder aprovecharlo él. Después de un rato de jadeos, la mujer será para el “progre” alguien a quien no quiere volver a encontrarse. Por desgracia, muchas mujeres han caído en la trampa de la “liberación” y ahora se dedican a colaborar con el machismo que supuestamente odian y critican.
Quien no se crea esto, que recuerde las conversaciones con sus amigos. ¿Qué es lo primero que se le pregunta en la sociedad actual a un amigo que llega diciendo que tiene novia?. Dos posibles respuestas: “¿Está buena?” o “¿Te la has “tirado” ya?”. En caso de que la segunda respuesta sea la correcta, la conversación deriva en el “progre” presumiendo de su “hazaña” y sus amigos aclamándole a su lado como monos de circo.
En mi opinión, considerar a la mujer como un mero objeto sexual y valorarla por la esbeltez de su cuerpo es una falta de respeto muy grande hacia una persona. Más de una vez se me ha acusado de ser “machista” de manera injustificada y gratuita, pero un tipo como yo intenta valorar a las mujeres por su personalidad y no por su cuerpo (y digo que lo intento porque vivir tantos años siguiendo los valores del Sistema dejan su asquerosa huella). ¿Quién es realmente el machista?.
Pasemos al tema de la intolerancia. Según la ley actual (aunque todo eso es muy relativo) ninguna persona ha de ser discriminada por su opinión política. Y sin embargo, en cuanto alguien alza un poco la voz contra los pilares del Sistema, poniendo en tela de juicio las bases y “ventajas” de la divinizada democracia liberal, recibe como respuesta las miradas de desprecio e insultos de los autoproclamados “defensores de la libertad de expresión, la dignidad humana y los derechos individuales”, sumos sacerdotes del sacrosanto régimen “democrático”.
¿Dónde está la libertad de expresión entonces?. Inmediatamente, los “tolerantes” salen diciendo que a los “intolerantes” no hay que dejarles expresarse. ¿Entonces en que queda la ley?. ¿Por qué se dice que los ciudadanos tenemos derechos cuando algunos lo son de primera fila y otros lo somos de quinta?. ¿Dónde está la libertad, la igualdad y la fraternidad?. En resumen, ¿quién es el intolerante realmente?. O más bien…¿Quién presume de ser tolerante cuando en realidad es un hipócrita?.
Frecuentemente, el tema de la supuesta intolerancia va unido al del “racismo”. Para el “progre”, racismo es “creerse superior a los que tienen otro color de piel y odiarlos por ello”.
En realidad, el racismo es la defensa de la raza propia y de la diversidad humana surgida por las condiciones naturales de cada región del planeta. Los seres humanos somos diferentes tras habernos desarrollado por separado y sin mezcla biológica alguna. Y la defensa de la raza propia la puede hacer tanto un blanco como un negro, un oriental o un hindú.
Sin embargo, el “progre” busca el mestizaje racial y social, el genocidio cultural de la diversidad humana provocada por la Naturaleza. Es el “progre” quien odia a todas las razas, buscando la aparición de individuos híbridos y sin identidad cultural y nacional propia.
Los progresistas presumen de amar la diversidad cultural cuando en realidad su modelo ideológico persigue el exterminio de dicha diversidad. La única diversidad que defienden los progresistas es la de una sociedad con gente de todas las razas (curioso que empleen el término “racismo” cuando niegan la existencia de las razas) en la que todos luzcan trajes y banderas en plan folklórico cantando alabanzas a la destrucción de las identidades culturales, o como ellos lo llaman, multiculturalidad.
El progresismo cuyo fin es el de una sociedad consumista, materialista y sin identidad alguna es el verdadero racista que odia a los que son diferentes a él y que no se conforma con eso, sino que busca destruir las diferencias de cada ser humano para imponer su antinatural “igualdad”.
Estos mismos individuos, que nos acusan de “machistas”, “intolerantes” y “racistas”, son los mismos que dicen que estamos “chapados a la antigua” y que somos unos “retrógrados”.
Para empezar, la doctrina política, económica y social que defiendo surge en el periodo de entreguerras del siglo XX (1918-1939). El liberalismo progresista imperante en la sociedad actual ya llevaba décadas (un siglo nada más y nada menos) haciendo estragos en el mundo entero cuando los ideólogos que defiendo comenzaron a predicar sus teorías. Desde el siglo XVIII podemos rastrear las bases del sistema político y económico actual.
¿Y tienen la poca vergüenza de llamarme “retrógrado” a mí; ellos, cuyos primeros ideólogos son del XVIII? (si no, que me expliquen porque exaltan tanto el movimiento de la Ilustración).
En parte es cierto que el “fascismo” no propone nada nuevo. La identidad nacional existía desde tiempos medievales (la identidad nacional de cada pueblo provocó la aparición de los Estados modernos como tal, y los diferentes pueblos del mundo fueron consiguiendo sus Estados propios hasta el siglo XIX), las corporaciones desde Roma, los sindicatos verticales desde el XIX (cuando la Iglesia católica los defendió ante el aumento del marxismo), la vía revolucionaria desde el XVIII (aunque algunos ven en sucesos del XVI y XVII intentos revolucionarios en Europa), el tomar el poder por las armas o el ganar las elecciones para hacerse con el control de un gobierno es algo también muy antiguo…Pero el idealismo y la vitalidad de la juventud, concentradas en el noble objetivo de dar días de gloria a la Patria, tan solo han sido utilizadas como mensaje político por los ideólogos “fascistas”. Ese idealismo y esa vitalidad juvenil es algo de lo que carecen el liberalismo (materialismo puro y duro, además de promesas de libertad y derechos que se cumplen únicamente si resultan rentables a las oligarquías), el socialismo (materialismo histórico y humano, apatricismo y promesas de igualdad que tan solo consiguen que las similitudes se den por lo bajo en todos los sentidos) y el anarquismo (infantilismo utópico en busca de una libertad que es el caos personificado).
¿Quiénes son los que pretenden que las cosas no cambien y se queden como están ahora?. ¿Cómo voy a ser “ultraconservador” si ni siquiera quiero conservar a la sociedad actual?. ¡Ultraconservadores sois los “progres”. ¡Vosotros sois los retrógrados!. ¡Los progresistas son los que defienden ideologías anticuadas, desfasadas y nefastas para la Humanidad!.
El colmo es que algunos se consideran más progresistas por defender cosas como las uniones civiles entre individuos del mismo sexo. Hace poco se publicó que en la mayoría de esos matrimonios había un inmigrante (por si alguien no lo ha entendido, los matrimonios de conveniencia han pasado a darse en ese sector aprovechando que esos casos no se vigilan). Además, esas uniones han sido una imposición sectaria de una minoría. Si vivimos en una democracia, ¿por qué no se consultó a los ciudadanos en un referéndum antes de tomar la medida?. Sé que podría haber sido aprobado por esa vía, pero al menos tendría una mínima legitimidad, más allá de intereses políticos y económicos. Claro que, por otro lado, esa legitimidad otorgada por las masas no quiere decir que esa medida fuera buena. El hecho de que todos quieran tirarse a un pozo (o votar a Zapatero) vamos a tener que hacerlo todos.
Como siempre, los defensores de la “libertad” tratan de desprestigiarnos llamándonos “homófobos” y diciendo en los manuales de Educación para la Ciudadanía que “los homófobos son personas que temen contagiarse una enfermedad”. A los “iluminados” que aprueban esos contenidos les diría que estoy muy convencido de que no me voy a contagiar nada por estar al lado de un individuo así. Y que defender el matrimonio y la familia no es ningún delito (al menos por ahora). Por cierto, homofobia significaría “miedo a los hombres”. ¿De dónde sale entonces la supuesta intolerancia hacia otras conductas sexuales?.
Dejaré este tema, no sin decir antes que si la gente supiera lo que es un homosexual de verdad no les parecería tan divertido. Anécdotas tengo unas cuantas, la duda que tengo es si será legal explicarlas como me gustaría. Los que aseguran que yo no les dejaría expresarse me tienen muy vigilado. Pero es que yo nunca he utilizado la “libertad de expresión” como arma política. Cuando se defiende algo, se hace para lo bueno y lo malo. Yo afirmo claramente que defiendo un Estado totalitario. Pero otros hablan de democracia y respeto para todos sin distinciones cuando en realidad solo quieren un gobierno para ellos solos.
Esta es la democracia “progre” perfecta: el PSOE en el poder, Izquierda Unida riéndole las gracias, los secesionistas antiespañoles al mando de las autonomías (o en colaboración con el PSOE) y una oposición liberal como fama de “machista”, “retrógrada”, “racista”, “homófoba” e “intolerante”. ¿Quién es entonces el que niega el derecho a expresarse a la disidencia política ahora?.

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