Orgullosos del 2 de Enero. - La Nación Digital

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domingo, 2 de enero de 2011

Orgullosos del 2 de Enero.

Tras una década de guerra, el reino de Castilla logró rendir a los últimos musulmanes que quedaban en la Península el 2 de Enero de 1492. Terminaba así la Reconquista, iniciada en el 722 cuando los cristianos liderados por don Pelayo infligieron a los musulmanes su primera derrota en tierras hispanas.
En realidad, el rey nazarí Boabdil trató de encontrar la manera más honrosa de retirarse, él y toda su gente, que tras ser expulsados de la Península emigraron a Marruecos. Por eso decidió rendirse antes de que Granada muriera de hambre por el sitio efectuado por las tropas castellanas (la situación es parecida a la de Toledo, rendida a Alfonso VI de Castilla tras un largo sitio).
Esta fecha debería de ser muy importante y especial. Sin embargo, ciertos colectivos quieren prohibir el recordatorio de este día, por considerarlo “racista”, “xenófobo” e “intolerante”. Desde aquí les deseo lo peor y me reafirmo en mi derecho a ejercer la libertad de expresión como se me antoje, y si es elogiando a las bravas tropas castellanas que regaron las tierras de España con sangre mora y a los Reyes Católicos que expulsaron a los enemigos de España de aquí, lo haré porque me siento muy orgulloso de ser católico y español, y la grandeza de mi Historia no me produce ningún complejo.
Aquel 2 de Enero no solo se expulsó a los enemigos de España (en realidad la labor se terminaría en el reinado de Felipe III). Aquel día terminó de fortalecerse la identidad nacional española, basada en el espíritu de unión de la Cruz y la espada.
A finales del siglo XIV, los primeros Estados nacionales, germen de los países europeos actuales, hacían acto de entrada en escena. Y guste o no, el Estado absolutista de los Reyes Católicos fue el primero. Cierto es que no había unión administrativa y que los Reyes en realidad gobernaban en varios reinos con un título diferente. Pero la idea de España era mucho más antigua, e indudablemente, había una conciencia nacional tal y como aseguran muchos cronistas medievales, apenados por la falta de unión política.
El fervor religioso de la raza hispana tuvo efectos inmediatos como la expulsión de los judíos y la colonización del Nuevo Mundo. Por eso no es descabellado pensar que aquel día terminó de surgir España, la idea de Hispanidad tal y como la entendemos hoy. ¿Podría alguien decir en qué momento exacto surge España?. No, porque España se fue haciendo con el paso de los siglos, con una Cruz en una mano y una espada en la otra.
Y como nada es eterno, el espíritu hispano se fue desvaneciendo. España perdió el Imperio y se convirtió en un país de tercera fila. No obstante, el ímpetu hispano aun tuvo tiempo de dar sus últimos colectazos: el 2 de Mayo de 1808, las guerras carlistas, al Alzamiento Nacional y la División Azul.
Ahora, el espíritu hispano heredero de la élite de nuestra raza se encuentra en estado de shock, necesitado de un factor que lo despierte. Y despertará. Si algo nos ha enseñado la Historia, es que todo transcurre a base de ciclos, y esos ciclos se repiten. ¿Acaso no hay similitudes entre la invasión islámica del 711 con la actual?. Que yo sepa, ambas vinieron por el estrecho de Gibraltar, imponiendo su cultura y contando con el apoyo de algún sector político de la época.
Frente al peligro islámico que se cierne sobre España y Europa, quiero denunciar la actitud acomplejada de nuestros ciudadanos. ¿Para que exigís derechos si no sois capaces de luchar por ellos?. ¿Por qué pretendéis otorgar privilegios a individuos que jamás os los permitirían a vosotros?.
El 2 de Enero es un día orgullo patrio, no de vergüenza nacional. El 2 de Enero recordamos que un día no tuvimos miedo a la hora de plantar cara a nuestros enemigos. Y a ellos el 2 de Enero les recuerda como les despedimos de España y de la manera que se merecían.
No obstante, tampoco podemos ser negacionistas. Los musulmanes nos dejaron las naranjas, el regadío, las traducciones de los filósofos griegos y una parte de la lengua castellana. Pero frente a esas reivindicaciones hechas por parte de sectores enemigos de las identidades nacionales, yo antepongo el hecho de que nos invadieron unos individuos ajenos a nuestra cultura y que gracias a espíritus heroicos se les expulsó.
Dios quiera que no tengamos que volver a sufrir otros 7 siglos de dominio musulmán como castigo por haber dejado de lado nuestra fe. Lo que espero es que si es así, al menos podamos contar con una generación de cruzados que devuelva a los musulmanes a donde les corresponde: al otro lado del estrecho de Gibraltar. Guste o no guste, España es una nación católica y esos elementos islámicos son ajenos a nuestra cultura.
A ojos de todos los europeos, aunque muchos lo nieguen, estamos viviendo una auténtica invasión. Y como si eso no fuera bastante, llevamos todas las Navidades leyendo noticias acerca de genocidios cometidos contra la población cristiana de varios países africanos y de Oriente Medio. Hace unos días, en ABC se publicaba un interesante artículo sobre los cristianos herederos de la obra de Juan el Bautista (yo ni siquiera sabía que existían). Parece ser que con el “régimen dictatorial poseedor de armas de destrucción masiva y encubridor de terroristas yihadistas” de Sadam Hussein habían estado protegidos, y desde la caída del régimen iraquí de Hussein, han sido casi exterminados, y la mayoría se han visto obligados a huir de Irak. No hace falta decir que si eso mismo se hiciera contra otros colectivos, la propaganda de la prensa del Sistema estaría echando humo.
Tal y como dicen los progresistas, la sociedad avanza. Evidentemente, de eso no hay duda. Pero las identidades nacionales y religiosas, además de los problemas sociales, no cambian nunca (o casi nunca). Por eso, si no se puede iniciar una cruzada contra los enemigos de Dios, Europa y España, al menos tendríamos que apelar al derecho de utilizar la ley para defendernos. ¿De que manera se puede emplear la ley contra los musulmanes?. Prohibiéndoles el uso del burka y el yihab, impidiendo la construcción de mezquitas y denegando los matrimonios civiles entre un occidental y un musulmán (la mayoría de las veces son tan solo de esos llamados “de conveniencia”, es decir, el extranjero paga al nacional una cantidad para casarse y obtener los papeles de residencia).
Lo repetiré mil veces si hace falta: ante la situación a la que estamos asistiendo, tenemos que reivindicar todo lo que podamos la defensa de nuestra identidad frente a nuestros enemigos y la manipulación progresista. Y una cosa hay que dejar clara: no permitamos que el peligro musulmán nos acerque a la política de Israel. Defendamos con orgullo tanto el 2 de Enero como el 30 de Marzo.

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