Hay destinos que uno debería evitar siempre que pudiera. Para el Real Madrid, Riazor es uno de esos viajes de recuerdos amargos, de mareos y dolores de cabeza. Días de lluvia que estropean las vacaciones de verano. Un resfriado inoportuno que nos nubla la existencia. Regresó el Madrid a Riazor y reaparecieron las dudas. No sobre el equipo, pero sí sobre sus opciones reales de dar caza al Barcelona, que vuelve a vivir un poco más lejos. Al equipo lo sobró tanta actitud y entrega como le faltó acierto. Se quedó ciego ante el gol, a un equipo que ha vivido durante años de su pegada le condenó la falta de puntería y se dejó dos puntos que le vuelven a situar a siete del líder. Cada vez más lejos y cada vez menos tiempo para el milagro. El Deportivo dimitió en ataque y se entregó con militar disciplina a las tareas de destrucción, labor que ejecutó a la perfección.
El Madrid se sintió a gusto desde el inicio. Se vio a un equipo alegre, atrevido, dinámico. Sus jugadores se movieron por Riazor con soltura y a pocos se les vio con más interés que a Benzema, ese genio disperso que nunca sabes cuándo va a despertar ni cuándo duerme sobre el césped con los ojos abiertos. El francés simboliza la tormentosa existencia del Madrid. Volvió a jugar de titular y, como al equipo, en actitud y en compromiso nada podrá reprochársele. Como todos sus compañeros, Karim se movió a ciegas cuando llegó la hora de definir y de decidir.
El equipo fue solidario, se movió en la misma dirección y en él sólo desentonó Kaká. La titularidad del brasileño, al que tampoco le favoreció que debiera arrancar desde la derecha, sólo se entiende por la necesidad de dar descanso a futbolistas tan castigados en minutos como Di María, pero aún así cuesta asimilarlo. Todo lo contrario sucede con Xabi Alonso y Özil, los futbolistas que regulan la temperatura del equipo, quienes aportan claridad cuando todo se nubla. El balón siempre sale mejorado cuando pasa por sus botas.
El Madrid atacó por la derecha y por la izquierda, donde Ramos y Marcelo corrieron sin oposición. Hacía tiempo que no se veía a Ramos tan cómodo y tan suelto por su banda. El Madrid debió agradecérselo a Morel. Si algún reproche se le pudo poner al conjunto de Mourinho fue que no supo convertir en gol la superioridad de juego que demostró. Se organizó bien el Deportivo en defensa, bajo el mando del general Lopo, y pese a las lagunas de Morel logró que en la primera parte todos los ataques del Madrid murieran en disparos desde fuera del área.
Demostró Guardado lo buen futbolista que es. Desde la derecha incordió a Marcelo en sus subidas y le obligó a no despistarse en defensa. El mexicano es el mejor jugador del Deportivo y su presencia ilumina a un equipo que no anda sobrado de talento. Juan Rodríguez fue durante muchos minutos la sombra de Xabi Alonso. Limitados los movimientos de Xabi por la incómoda presencia de Juan Rodríguez, el inicio del juego correspondió más veces de lo deseable a los centrales y cuando eso sucede el Madrid se siente incómodo. Cuando se liberó Xabi, creció el Madrid. Nada nuevo.
Consumido el primer tiempo entre fuegos de artificio, el Madrid afrontó el segundo más inquieto, con menos pausa, más nervioso. La tranquilidad de antes se transformó en precipitación. Se mantuvo sereno el Deportivo, que todo lo bueno que demostró en tareas de destrucción lo añoró en sus maniobras ofensivas, demasiado aisladas y limitadas a lo que fuera capaz de inventar Guardado.
Aguantó Mourinho hasta el minuto 70, dejó hasta ahí la responsabilidad a los jugadores para ver si eran capaces de descifrar la ruta por la que avanzaba el encuentro. No lo consiguieron y el portugués tomó el mando y movió sus piezas. Retiró a Lass y a Kaká y dio entrada a Adebayor y Di María. Özil pasó a ser el compañero de Xabi Alonso en el mediocentro, Cristiano ocupó la banda derecha, Di María la izquierda y Benzema se retrasó unos pasos para arrancar a la espalda de Adebayor.
Con los cambios se descompuso el Madrid, perdió el centro del campo y llegó con menos frecuencia hasta Aranzubia, que completó un encuentro formidable. Se igualaron las fuerzas y Mourinho debió hacer un nuevo movimiento de peones. Retiró a Marcelo, pasó a defender con tres y reforzó la media con Granero. Özil y Cristiano se movieron por la derecha y el centro, intercambiando posiciones, y de ahí al final el Madrid sometió a un asedio al Deportivo, que se defendió con todo lo que tenía, se olvidó del ataque y se entregó a las labores de destrucción con abnegada disciplina.
Adebayor remató al poste y le imitó poco después Cristiano tras un espectacular eslalon por la banda derecha, donde martirizó a Morel. No acertó a rematar Benzema a unos centímetros de la línea de gol y cuando al Deportivo no le salvaron los postes surgió la figura insuperable de Aranzubia, que se lució en un remate de Di María. Los minutos avanzaban corriendo para el Madrid y apenas se consumían para el Deportivo, que supo resistir y arañarle dos puntos al equipo de Mourinho.
La Liga toma una nueva dirección, aunque en realidad no ha hecho más que recuperar la senda por la que avanza desde que el Madrid pasó por el Camp Nou.
Fuente: AS (www.as.com)
domingo, 27 de febrero de 2011
El Real Madrid pincha en Riazor ante el Deportivo de La Coruña.
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