Para escribir sobre este tema necesitaba un par de días, supongo que los necesarios para que se me enfriara la cabeza y pudiera razonar lo que pensaba y decía.
Desde el 2 de Mayo de 2009 no he vuelto a ver un partido del Real Madrid de la misma manera. Aquel día, el Barcelona infringió al Real Madrid un humillante 2-6 en el mismísimo Bernabeu. Desde aquel momento, mi actitud fanática respecto al club blanco y al deporte rey se fue diluyendo (supongo que en parte por los cambios políticos que sufrí en aquella etapa, que hicieron que centrara mi atención y pusiera mis prioridades sobre otras cosas). Hasta día de hoy, tan solo he podido sentir euforia y sentimiento sincero en las eliminatorias del pasado Mundial. En el resto de partidos, pasividad e interés justo. Las derrotas me desagradaban mucho, y las victorias me alegraban muy poco.
Con la llegada de los clásicos de la temporada anterior, era incapaz de quitarme el recuerdo del 2-6 de la cabeza. Incapaz. Y las derrotas no hicieron sino confirmar mi temor ante la llegada de cada clásico.
Hace unos días no me reconocía. ¿Ante un clásico que va a ser el más importante de la década y soy incapaz de pensar en el partido?, pensaba. En serio, era como si no fuera yo. Tiempo atrás, habría estado una semana hablando sobre el partido y como se presentaba. No lo sé, supongo que estaré madurando…o que desde el 2-6 no he vuelto a ser el mismo.
Pero quiero dejar de hablar de mí y centrarme en el partido.
Los periodistas lo convirtieron en el más importante de la década. Siguieron el juego a Mourinho y nos presentaron el partido como un duelo táctico entre el portugués y Guardiola. Sin embargo, quienes juegan son los futbolistas profesionales (aprovecho esto para denunciar sus excesivos sueldos, me parece vergonzoso sean del equipo que sean), y estos fueron los protagonistas principales. Al final, otra manita del Barcelona al Real Madrid que pasará a la historia de nuestro fútbol.
Los del Barcelona llevan años jugando juntos, la base del equipo ya cuenta incluso con 2 Copas de Europa en su palmarés. Añadiendo a esto que el Barcelona es uno de los clubes con más jugadores provenientes de su filial, al hecho de que era un partido importante se juntaba la especialidad de la jornada.
Por otro lado, los jugadores del Real Madrid son muy buenos, pero mercenarios al fin y al cabo. En técnica no tendrán nada que envidiar, pero desconocen lo que significa el clásico, y a jugadores jóvenes extranjeros eso les puede venir muy grande. Y así pasó.
¿Qué emoción pueden sentir Ozil, Khedira o Lass en un partido así, al margen de lo que les transmita la prensa?. La respuesta es obvia: nada. Esto contrasta radicalmente con las actitudes de Xavi, Iniesta, Puyol, Valdés y Messi. Vuelvo a insistir en ello: el Real Madrid, pese a una nueva humillación ante el Barcelona, no tiene nada que envidiar al Barcelona en cuanto al nivel de plantilla. Pero si respecto al compromiso de sus jugadores con la camiseta que lucen.
Todo lo que digo quedó demostrado en el partido. Junto al hecho de que a Mourinho le falló la táctica y los jugadores salieron a verlas venir, el Barcelona entró enchufado y dispuesto a humillar al Real Madrid desde el primer minuto. Y esto es algo que quiero recalcar. En su día, cuando el Barcelona hizo el pasillo a un Real Madrid campeón, los culés pudieron haber encajado, 5, 6, 7 y hasta 8 goles. Y los jugadores del Real Madrid, cobardemente, decidieron no hacer sangre y conformarse con un 4-1. Y un año después, el Barcelona se vengó con el 2-6, demostrando que a la hora de humillar al Real Madrid no se iba a cortar. Por eso espero que, si se diera la ocasión en el futuro, el Real Madrid salga siempre con la intención de humillar al eterno enemigo.
Retornemos al partido. Xavi tuvo suerte en el primer gol (el balón le cae justo al pie tras llegarle por la espalda). Un gol a los 10 minutos no presagiaba nada bueno para el Real Madrid. El segundo de Pedro ya fue el acabose. Ahí se vio que sería imposible una victoria madridista, y más cuando el Barcelona marcaba tras un minuto entero de posesión. Después vino la tángana.
Las tánganas suelen criticarse por “antideportivas”, pero en mi opinión, es lo que le da emoción a los partidos con rivalidad. En los últimos años, estaba viendo demasiado buen rollo en los clásicos. Ya era hora de que se animara la cosa, por que no es normal que los aficionados tengamos que enfrentarnos a individuos cortos de luces de otros equipos provocando así roces personales (que a veces llegan a cosas más serias, y lo sé por experiencia) mientras que los “señoritos” se dan la mano, se abrazan y encima encajan una goleada vergonzosa.
La tángana comenzó con la actitud chulesca de Guardiola hacia Cristiano Ronaldo, cuando el entrenador culé tiró el balón al suelo tras retenerlo y no pasarlo al portugués. El partido iba 2-0 y a Cristiano eso le sentó mal, por lo que empujó al chulo de Guardiola. Acto seguido, medio Barcelona fue a por Cristiano, montándose una bronca semejante a las de finales de los 90, solo que en lugar de Rivaldo y Hierro teníamos a Xavi, Iniesta, Puyol, Piqué y Valdés contra Cristiano, mientras que Xabi Alonso y Sergio Ramos trataban inútilmente de poner orden con sus compañeros de selección.
Tras la primera bronca, Cristiano lanzó una falta que lamió el palo y después fue protagonista de una polémica jugada en la que Iturralde González pudo haber pitado penalti tras haber sido derribado el portugués por el prepotente guardameta del Barcelona, Valdés. Ahí murió el Madrid, deshonrando su condición de “Real”.
Tras el descanso, el asunto empeoró para el Real Madrid, desbordado ante un Barcelona rapidísimo como no se había visto nunca. Siempre he dicho que el juego del Barcelona (y el de la Selección) me aburría por lento. Pero en el clásico mostraron una versión nunca vista.
Mourinho cometió un grave error quitando al turco Ozil por el malí Lass, ya que este último no dio ni una en condiciones. En cuanto al turco, apunta a ser un gran jugador, pero mientras no sepa lo que significa estar en el Real Madrid, se verá desbordado en situaciones importantes, donde no basta con ser un buen profesional.
La humillación final se preveía tras marcar Villa dos goles casi de seguido. ¿Dónde estaba el Villa que le costaba ver puerta y que siempre caía en el fuera de juego?.
Tras encajar el cuarto, vi que era imposible que el Real Madrid ganara el partido, pero me conformaba con que al menos no se encajara la famosa “manita”. Pero llegó, de la mano de Jeffren, un compatriota de Hugo Chávez. Al mismo tiempo que los separatistas catalanes disfrutaban de la humillación del equipo representando del “Estado fascista y opresor” nos mostraban las cartas que guardan en el filial y que representan el futuro de la sociedad catalana: inmigración descontrolada y nuevas generaciones de “catalanes” de tez morena. Y el que no se lo crea, que mire los torneos infantiles de los clubes y cuente cuantos negros y cuantos blancos visten de blaugrana (entre los pocos blancos está el hijo de Laporta).
Una vez sentenciada la manita, el Barcelona buscó el set. Como dije antes, es un equipo que no se corta a la hora de humillar a sus rivales. Por suerte, el tiempo se acabó, no sin que antes Sergio Ramos fuera expulsado por la última gran tángana del partido.
Patada a Messi, empujón a Puyol (que claramente se tira, un tipo con ese físico es imposible que se caiga con un empujón dado con la mano) y “recuerdos” a Xavi. Pese a la actitud “antideportiva” de Sergio Ramos, demostró ser junto con Casillas el único preocupado por la humillante derrota a nivel personal. Caso aparte merecen Cristiano y Pepe, que le echaron ganas y fueron más profesionales que el resto de sus compañeros.
Y, nuevamente, Karim Benzemá volvió a defraudar.
Parece ser que, cuando iban a coger el avión, un grupo de aficionados insultó a los jugadores y a Mourinho. No comparto ni apoyo esa actitud, sobre todo por que serían de esos que dos días antes elogiarían a los jugadores y presumirían de madridismo y luego tras el tercer gol del Barcelona se retirarían con la cabeza baja. Esos son los mismos que cuando se gana un trofeo son los primeros que se meten en una fuente, pero que cuando el equipo va mal no ven ni un solo partido con la excusa de que “a mí no me da de comer”.
Lo que más me molesta son las críticas al entrenador. Mourinho devolvió la esperanza al madridismo, dice lo que piensa y no se amilana ante nadie. Es el mejor entrenador que podemos tener, sabe llevar sobre sus hombros la presión que genera su puesto y el odio que destilan los aficionados rivales ante el Real Madrid. Ahora debe de ser inteligente y conducir la humillación del clásico hacia un título liguero.
Yo, al menos, estoy con él. No me corto a la hora de mostrar mi admiración hacia un tipo que si, tendrá fama de prepotente, pero cree en lo que defiende. Supongo que en cierta manera me siento identificado con él. También he sentido el desprecio de los demás por creer en lo que digo. Si, desprecio. Por algo pienso que la gente suele ser mala por naturaleza…pero ese ya es otro tema.
Dejemos trabajar al técnico. Es hora de dar prioridad al proyecto a medio y largo plazo. Algún día devolveremos las humillaciones sufridas, una a una.
miércoles, 1 de diciembre de 2010
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