Con objeto de firmar diversos acuerdos comerciales, y tras anunciar la compra masiva de deuda española valorada en miles de millones euros, visita estos días España un alto dirigente de la República Popular China, su viceprimer ministro Li Keqiang, destacado alto cargo de una dictadura implacable que ha sido recibido con pleitesía por lo más granado del gobierno socialista de Rodríguez Zapatero, por numerosos dirigentes de corporaciones españolas y por el rey Juan Carlos, así como por un silencio cómplice y complaciente por parte del PP. El dinero, una vez más, es el que manda. Y ellos obedecen, vaya si lo hacen.
A Li Keqiang, de 55 años, se le considera uno de los hombres fuertes y con más proyección de futuro del régimen comunista chino. No en vano, y ya en la actualidad, por encima de su cargo administrativo de viceprimer ministro, Li es uno de los 9 exclusivos miembros de la “dirección colegiada” que dirige con fría mano de hierro a los 1.300 millones de chinos: el Comité Permanente del Politburó del Partido Comunista Chino, máximo órgano de poder en China.
Con un recibimiento tan exquisito como adulador, en el que no ha habido la más mínima crítica a las miserables condiciones de trabajo semi-esclavo o de encarcelamiento que soportan millones de chinos por pensar, rezar u obrar libremente, la clase política española (principalmente PSOE y PP) y las autoridades que “teóricamente” nos representan a los españoles, no sólo demuestran preocupantes e indignantes altas cotas de dependencia y vasallaje hacia la recién estrenada 2ª potencia económica mundial, sino también inmorales muestras de incoherencia, al discriminar entre dictaduras buenas y dictaduras malas en función del dinero que éstas tengan. Así, ya sabemos hace tiempo que el PSOE (que presume de tener un discurso teórico en defensa de los derechos humanos y demás retóricas), no tiene empacho en codearse con dictaduras y regímenes liberticidas de todo tipo; mientras que por su parte el PP, que no duda en criticar abiertamente al régimen comunista de Cuba (como hace pocos días hizo en su discurso navideño la presidenta de la región de Madrid, Esperanza Aguirre), mantiene estos días un silencio cómplice ante China, dictadura mucho más atroz que la cubana.
Todo esto no es de extrañar, ya que en realidad no es ninguna novedad. Bien al contrario: desde hace unos 20 años, la casta económica y política que soportamos (en sus dos vertientes bipartidistas, PP y PSOE) han venido siendo cómplices totales del refuerzo de relaciones comerciales entre Occidente y China, mirando para otro lado ante los crímenes estatales chinos (matanza de Tiananmen, represaliados políticos y religiosos, censura masiva, ocupación del Tibet…), contribuyendo todos estos años la entrada masiva y creciente de productos, empresas y comercios chinos en España (en pésimas condiciones de trabajo, cuya competencia nos hace retroceder décadas en derechos sociales de los trabajadores), al traslado de parte de la producción industrial española a China, la instalación en nuestro territorio de mafias criminales chinas, etc… culminado ahora con la compra masiva de deuda española por parte de un régimen dictatorial que dice venir “a ayudar”. Y los falangistas nos preguntamos, ¿a cambio de qué ese "apoyo decidido" que nos quiere "mostrar" la dictadura comunista con economía salvaje capitalista que es China? ¿No será a cambio de seguir bajando los salarios y los derechos sociales de los trabajadores españoles, o de seguir desmantelando en España la industria y las pymes? ¿No será a cambio de influir en nuestra política exterior e interior…? Eso nos tememos los falangistas y por eso lo denunciamos con firmeza.
El gobierno de Zapatero, auténtica marioneta en manos de potencias extranjeras, sean éstas EE.UU., la U.E., el F.M.I. ó China, debería proteger la economía nacional y no servirla en bandeja de plata a intereses internacionales. Los miembros del gobierno socialista, inmorales e incoherentes como de costumbre, y con ellos Juan Carlos de Borbón y la oposición “popular”, deberían aprovechar la visita del ilustre señor Li para pedir la liberación de la cárcel del Premio Nóbel de la Paz y disidente chino, el profesor Liu Xiaobo, o bien la liberación del disidente ciego Chen Guangcheng, que ha padecido la cárcel comunista por su valiente activismo antiabortista, y al que las autoridades chinas impiden salir de su casa en una aldea del país. Deberían denunciar todo esto y mucho más, y no recibir con tanto entusiasmo a un régimen comunista en lo político y radicalmente capitalista en lo económico que, para más inri, ha contribuido sobremanera a la destrucción de buena parte del tejido industrial español y por tanto al incremento del paro obrero en nuestra patria. Eso y no otra cosa es lo que deberían hacer.
Fuente: Web de FE-JONS (www.falange.es)
viernes, 7 de enero de 2011
FE-JONS contra el acuerdo entre España y China.
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