Como se ha podido saber por prensa y televisión, en la mañana del sábado 20 de Noviembre hubo una concentración de militantes nacionales a las puertas del recinto del Valle de los Caídos.
El propósito de esta concentración era dar respuesta al acto, que, con la pretensión del desmantelamiento de la Cruz, el desenterramiento de los “genocidas” y la conversión del Valle en un Memorial Antifascista, habían convocado el denominado Foro por la Memoria de la Comunidad de Madrid y el Foro Social de la Sierra de Guadarrama, con el apoyo de la Coordinadora Antifascista de Madrid.
1. Gestación de nuestra concentración.
La idea de nuestra concentración partió de un antiguo militante y dirigente provincial del MSR. Su propuesta era convocar a militantes de cuatro Organizaciones patriotas –en concreto, MSR, Alianza Nacional, Frente Nacional y La Falange- para dar contestación a las infames pretensiones de los antifascistas. A tal fin, se puso en contacto conmigo el miércoles 17 de noviembre, repartiéndonos la tarea: él se encargaría de hablar con responsables provinciales del MSR en Madrid y yo, con FN y La Falange. Los responsables de estos dos últimos Partidos eludieron cualquier compromiso, de manera que al día siguiente nos reunimos, a las 21’30 horas, el promotor de la idea, dos dirigentes provinciales del MSR –desconozco, a la vista del comunicado oficial de esta organización, si lo hacían tan sólo a título personal- y yo mismo en representación de AN. En esa reunión se decidió llevar a cabo la concentración, convocar personalmente a cuantos camaradas se pudiera y fijar un punto y una hora de encuentro con el fin de eludir posibles controles de la Guardia Civil.
2. Razones de la concentración.
La razón fundamental de todos nosotros era, como ha quedado expuesto, dar respuesta al ultraje que significaba la celebración del acto antifascista así como el contenido del mismo. Pero, sobre todo, denunciar la campaña de odio lanzada por el Gobierno de Rodríguez Zapatero y avalada por la mayor parte de la clase política española y de los Medios de Comunicación, así como advertir que esa campaña será afrontada combativamente por los patriotas españoles.
En el caso de Alianza Nacional, además, salir al paso de los errores doctrinales e históricos en que están incurriendo en los últimos años muchos militantes fascistas y nacionalrevolucionarios.
Nuestro Partido no reconoce ninguna legitimidad, ni de origen ni de ejercicio, al actual Sistema político español. De origen, porque nace de un perjurio cometido por ese rey felón que es Juan Carlos de Borbón. De ejercicio, porque a la vista están los derroteros que ha tomado la Transición por él pilotada.
Nosotros no reconocemos otra legitimidad que la del Nuevo Estado que nació de la Victoria en la gloriosa Guerra de Liberación Nacional y que se truncó por la traición del Borbón, de aquel miserable de Adolfo Suárez, de los Ejércitos –la mayor colección de cagones de nuestra Historia- y de la propia clase política del Régimen.
La legitimidad de origen del Nuevo Estado se fundaba en el Alzamiento Nacional, que no golpe militar, toda vez que fue una gran parte del pueblo español el que se alzó en armas en defensa de la Patria y de su Tradición católica, amenazas por la política antinacional y antirreligiosa de la II República.
Su legitimidad de ejercicio no puede ser rebatida, si bien es preciso reconocer debilidades, concesiones y abdicaciones en los últimos años. Y, aunque éste sea un tema para tratar en otro momento y detenidamente, baste con señalar que esas debilidades y concesiones obedecían a la necesidad –según creían Franco y los tecnócratas- de asimilarnos con las democracias de la Europa Occidental. Aquí empieza el declive ideológico y moral del Régimen, que le lleva a su suicidio en aquella votación de las Cortes Españolas, en que se aprueba, a propuesta del Gobierno de Suárez, la Ley de Reforma Política.
Pese a este declive, la obra nacional y social del Nuevo Estado fue ingente en todos los terrenos. Y la figura de Francisco Franco debe tener el reconocimiento que merece como patriota, como soldado y como estadista.
Resulta irrisorio leer los comentarios despectivos hacia aquél por parte de pretendidos nacionalrevolucionarios –todos ellos de pastel-, cuya única contribución a la lucha es intervenir en algún foro bajo seudónimo o, a lo sumo, haber participado en alguna pegada de carteles –los más “militantes”-. Ni pasárseles por la cabeza, por supuesto, cualquier otro tipo de actividad o una acción que conlleve el riesgo de detención o de prisión. Pues bien, estos revolucionarios de salón, estos maricones por mejor decir, se atreven a descalificar a un español que inició su servicio a la patria a los 14 años de edad, cuando ingresó en la Academia de Infantería de Toledo, el 29 de agosto de 1907, y lo concluyó el día de su muerte, el 20 de noviembre de 1975, pocos días antes de cumplir los 83 años.
Lanzan epítetos ofensivos contra un verdadero soldado, que tuvo una brillante carrera militar jalonada de ascensos por méritos de guerra y condecoraciones. Recibió su bautismo de fuego el 14 de mayo de 1912, a los 19 años de edad. Ascendió a primer teniente con 21 años. Ya Capitán, fue herido de un balazo en el vientre, en junio de 1916, al ocupar la posición de Biutz al frente de su compañía. Al mes siguiente, con 23 años, era nombrado Comandante. Fue Comandante de la Primera Bandera de la Legión –entonces Tercio de Extranjeros- y lugarteniente del fundador, Don José Millán Astray. Posteriormente, fue nombrado Jefe de dicho Cuerpo. Dirigió una de las columnas de vanguardia en el desembarco de Alhucemas. A los 33 años, era General de Brigada. Organizó y dirigió la Academia General Militar de Zaragoza. Ascendió a General de División con 41 años. Y, tras el Alzamiento Nacional de 18 de julio de 1936, fue designado Generalísimo de los Ejércitos y Jefe del Estado. Condujo al Ejército Nacional a la Victoria y fue proclamado Caudillo de España.
Como gobernante, reorganizó el Estado poniéndolo al servicio de la Nación. Se creó la Seguridad Social, un verdadero Sistema público de Sanidad, se abrieron nuevas Universidades, se crearon las Universidades Laborales, se realizó una ingente labor de Obras Públicas. Se acometió la industrialización de nuestro país. Se modernizó nuestra Economía, convirtiéndonos en la novena potencia mundial. En definitiva, llevó a cabo la tarea de un estadista.
Finalmente, su patriotismo, profundo y riguroso, debe servir de ejemplo en unos tiempos en que, tanto esta virtud como la religiosidad, naufragan en esta sociedad decadente.
Dicho cuanto antecede, es necesario señalar que Alianza Nacional no tiene como meta la restauración de un Régimen que se hizo el harakiri –según frase de la prensa de la época-, sino llevar adelante una Lucha Nacional que restaure la Nación –su Soberanía, su Unidad y su Identidad cultural y racial- y su Tradición romano-cristiana, y que instaure un Estado al servicio de aquélla, pero no cometeremos la cobardía de dejar de defender la memoria de nuestros héroes, mártires, soldados, reyes y caudillos de cada época de nuestra Historia.
3. Desarrollo de la concentración.
A temprana hora del día 20, salimos desde diversos puntos hacia las proximidades del Valle, reuniéndonos en un determinado lugar para tratar de evitar los controles, que estaban llevando a cabo efectivos de la Guardia Civil en carreteras próximas.
Hacia las 10’30 horas, recibimos comunicación de que se estaba permitiendo la concentración de diversos grupos de fantoches –no encuentro otra palabra que, siendo exacta, sea menos ofensiva- disfrazados de falangistas o de “penitentes”, pues unos lucían, de manera manifiestamente inmerecida, camisas azules, correajes y chapiris, y, los otros, alzaban una cruz de madera como si estuvieran llamando a la penitencia. Se trata de esa clase de gente que hace parecer ridículo lo excelso.
A los pocos minutos nos presentamos en el Valle. Según llegamos, empezó a montarse un dispositivo de seguridad de la Guardia Civil, que discernía perfectamente que nos movía un propósito muy diferente al de los fantoches.
Hacia las 11’45 horas, dispusieron un cordón de protección en el lugar en que presumiblemente iba a celebrarse la concentración de los de la “Memoria”, que estaba anunciada para dar comienzo a las 12’00.
Aproximadamente a las 12’45 horas, tras tratar infructuosamente unos agentes del Servicio de Información de la Guardia Civil de disuadirnos de nuestro propósito, hicieron acto de presencia efectivos del GRS, que se desplegaron frente a nuestro grupo. Los fantoches disfrazados de falangistas y de “penitentes” se colococaron prudentemente en el lado opuesto –podría decirse que como “observadores imparciales”, aunque no tanto, porque los muy hijos de puta, o tal vez sólo cretinos, comenzaron a dar vivas a la Guardia Civil-. Un Oficial, megáfono en mano, nos conminó a disolvernos, dándonos diez minutos para ello, La amenaza, hemos de reconocerlo, surtió en gran parte efecto, ya que del centenar aproximado de concentrados nos quedamos sólo una treintena. El resto se apartó con el fin de evitar ser reseñados. Mucha gente parece no temerle al enfrentamiento físico, pero elude reseñas y detenciones. La reflexión que merece este comportamiento lleva a conclusiones evidentes: falta de reciedumbre moral en la mayor parte de los que dicen llamarse patriotas o nacionalrevolucionarios; necesidad de buscar la confrontación para endurecer a la gente que se mueve dentro de lo que llaman el Movimiento, seleccionando a los verdaderos militantes y sacando de nuestras filas al resto, pues sólo así es posible acometer la Lucha Nacional.
Tras transcurrir los diez minutos, se nos volvió a conminar sin resultado, por lo que procedieron a filiarnos. Pero, pese a las amenazas de utilizar la fuerza –de hecho, añadieron un segundo grupo de GRS con subfusiles preparados para lanzar botes de humo-, nadie de esta treintena se movió, contestando con viveza a las voces apagadas de los guarros, que llegaron hacia las 13’00 horas en dos autobuses, protegidos fuertemente por efectivos de la Guardia Civil.
A las 13’45 horas, dimos por terminada nuestra concentración, aunque permanecimos allí mismo la mayor parte de los nuestros casi media hora más.
Es preciso indicar que la mayoría de los que acudieron a nuestra improvisada convocatoria no estaban afiliados a ninguna organización.
Honradamente puede decirse que nuestro acto contrarrestó la concentración de los antifascistas, dejando patente ante la opinión pública –dado que fue recogido en diversos medios- que vamos a dar batalla. Esperemos que esa batalla nos inculque determinación.
Fdo.: Pedro Pablo Peña
Fuente: Web de Alianza Nacional (www.lostuyos.net)
sábado, 27 de noviembre de 2010
Alianza Nacional: 20N de la Memoria Histérica.
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