Llevaba el Barça menos de una hora en Pamplona y ya ganaba por 0-1. De hecho, apenas estuvo el equipo de Guardiola tres horas en la capital navarra. Lo suficiente para sellar una victoria que dice mucho de la calidad de los jugadores y muy poco de la previsión del club. Al final, un 0-3 en un campo recalentado innecesariamente tras el 5-0 al Madrid y superando el caos de los controladores. ¿Dónde está el límite de este equipo?
Quién sabe si haber tenido tiempo para viajar, preparar el partido y pensar demasiado, Guardiola hubiera incluido en el once inicial alguna variación, pero llegando al partido con la lengua fuera y con el encuentro a punto de empezar, el técnico se vio obligado a tirar de su once de gala. El mismo que vapuleó al Madrid el lunes pasado.
A pesar de sacar a los once mejores, al Barça le costó entrar en el partido. La táctica era la de base para los toreros. Más que Guardiola, la podía haber dictado Cossío: parar, templar y mandar.
La primera providencia en el Reyno de Navarra era la de capear el temporal y adaptarse a un estadio más hostil de lo que es habitual a la espera de madurar el partido. Se le vio al Barcelona de principio un poco empanado. Como ejemplo, cuando Valdés le regaló a Soriano un gol hecho en el minuto 16 de partido, pero que el delantero replicó con un pase a las manos del guardameta culé. Osasuna duró en el partido lo que tardó Iniesta en hacerse con el mando en el centro del campo y lo que tardó Messi en hacer lo que le daba la gana en cualquier parte.
En una de esas jugadas que nadie sabe muy bien de dónde aparece el argentino, Messi condujo el balón por el carril central y se inventó un pasillo para que el balón le llegara a Pedro en el área. El canario no falló y puso el 0-1.
Vuelve el Barça.
A partir del gol de Pedro, el partido se jugó al ritmo que querían los de Guardiola, que daban la impresión de que habían llegado a Pamplona la semana pasada, pero que apenas se habían bajado del autobús.
En esos instantes, se vio al Barcelona de costumbre. Ese equipo que menea a sus rivales al ritmo que marcan Messi, Busquets, Pedro, Villa, Piqué y los demás. Un equipo que es capaz de olvidarse de lo que pasa en el entorno, de que cuatro horas antes estaban corriendo por un andén de la estación de Sants y que tenían pendiente sobre ellos la amenaza de perder el partido por incomparecencia.
Un equipo que se plantó entre abucheos en el Reyno de Navarra y que en apenas 16 minutos tuvo que calentar y cambiarse. Luego necesitó diez minutos más para asentarse sobre el terreno de juego, tardó 25 en marcar un gol y a partir de ahí ya fue tirar del hilo.
El fútbol fluyó fácil y con una sensación de que el partido sólo tenía un dueño. Un Barça que se apoderó de la pelota y que superó a Osasuna de punta a punta de campo. Algo que no pasaba en Pamplona desde marzo pasado.
Messi, que tenía una cuenta pendiente con el Pichichi, anotó el segundo y cerró su cuenta en un penalti que cometieron sobre él mismo dejando claro que, por muy tarde que llegue este equipo a la estación, nunca van a perder el tren. Son los maquinistas.
Fuente: AS (www.as.com)
domingo, 5 de diciembre de 2010
El Barcelona vence holgadamente a Osasuna por 3 goles.
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