La Falange viene denunciando la alarmante situación desde hace mucho tiempo, incluso sobre el terreno como hicimos el pasado 12 de octubre con la celebración de la Hispanidad en Melilla. Nuestros compatriotas de las ciudades autónomas tienen nuestro firme compromiso de que nosotros no vamos a olvidarnos de ellos.
Llegados a este punto, toca señalar a los responsables: en primer lugar el jefe del Estado. Su amistad (casi amor platónico) con la tiranía alauí y los negocios poco claros entre las dos familias sólo se pueden tachar de actitud rastrera. Un rey que se hace amigo de quien permanentemente amenaza sus tierras y a sus súbditos o es tonto o es un traidor.
La situación es triste consecuencia de la inutilidad del sistema democrático constitucional y de todos los partidos que han tenido responsabilidades en él. Todos son responsables de que Marruecos esté crecido. Incluido el PP, al que algunos ingenuos pretenden colgar más medallas de la cuenta por el asunto de Perejil.
La cuestión es que todos han cometido el grave error y la tremenda injusticia de tratar a Marruecos en un plano de igualdad. Pero se trata de un país que como mucho está en vías de desarrollo, que no es sino una monarquía feudal agresiva hacia nuestros intereses y a la que por tanto se debe tratar como el enemigo potencial que es.
Y si la situación se agrava hasta el paroxismo es por culpa del PSOE, que en primer lugar llegó al gobierno tras un terrible atentado con participación de muchos súbditos marroquíes. Qui prodest?
Desde Ferraz han creado un horrible caldo de cultivo con la idea de alianza de civilizaciones. Nos han engañado con la contemplación del islam como “religión de paz”. Por eso nos ven como una presa fácil. Y por si fuera poco, metieron a España en la OTAN sin garantizar la seguridad de Ceuta y Melilla y encima han reducido nuestros contingentes militares en la zona.
El español de a pie, ese al que están empujando hacia el hambre, tiene que dar un paso adelante por su propia seguridad y la de sus compatriotas ceutíes y melillenses. Hay estar preparados para que no se active la quinta columna de marroquíes que ya están instalados en nuestras ciudades a una orden de su sultán.
Los medios de comunicación tienen el deber de llamar a las cosas por su nombre y denunciar que un porcentaje demasiado alto de los marroquíes que hay en España delinquen, en vez de esconder su nacionalidad. Los españoles tienen el deber de protegerse renunciando a los clichés absurdos de la corrección política y espantando el miedo a que les tachen de racistas sólo por decir la verdad. La Falange se ofrece como su altavoz para sus denuncias.
Hay que acabar con los casos de discriminación positiva en los que se da preferencia a los marroquíes por su origen mientras se les deniegan a nuestros nacionales desde viviendas sociales hasta plazas en colegios y comedores para sus hijos. Hay que denunciar claramente y de forma pública la inmigración ilegal, el tráfico de drogas y el fanatismo religioso que practican demasiados marroquíes en nuestra propia casa.
Cada español tiene en su mano, en primer lugar, no volver a dar un voto a los culpables. Y en segundo lugar, no dar ni un euro a Marruecos. La Falange quiere pedir a los españoles un boicot activo contra los productos que provengan de nuestro enemigo del sur. No sólo invitamos a que no se compren. Pedimos a los españoles que se quejen en los establecimientos que los distribuyen y amenacen con no volver por allí.
Toca también llamar a la responsabilidad a las empresas españolas, para que no inviertan su dinero en un país al que hay que considerar abiertamente enemigo. Los consumidores españoles deben castigar a esas empresas que des localizan su producción para poder tener trabajadores semi esclavos en un país corrupto y salvaje como es Marruecos.
Insistimos: ni un euro al enemigo del sur. Marruecos pretende salir de su pobreza, suciedad y atraso atávico explotando el turismo y haciendo de paso competencia desleal a nuestra principal fuente de riqueza. Por lo tanto tenemos que pedir a los españoles que desistan de viajar a un país que les es hostil. Pueden practicar el turismo interior en España. Y si les resulta imprescindible viajar al norte de África, tienen destinos mejores como por ejemplo Túnez.
A nuestro Ejército debemos pedirle que ese valor que se le supone se plasme en una intervención sin paliativos y en una victoria contundente, ejemplificadora y disuasoria en caso de una amenaza territorial real. Es una extraña posición para nuestros militares: la disciplina les obliga a obedecer, pero quienes dan las órdenes lo hacen contra los intereses de la Patria. Y ellos saben que España es la ultima ratio del soldado.
Si así se comportan, como militares españoles y no como meros funcionarios, además de cumplir con su deber contarán con el apoyo moral e institucional de La Falange, con el apoyo personal y real de todos los que formamos esta organización y con la simpatía y el cariño de Ceuta, Melilla y todo el pueblo español.
Fuente: Web de FE-La Falange (www.lafalange.org)
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