Anarcosindicalistas. - La Nación Digital

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lunes, 26 de julio de 2010

Anarcosindicalistas.


Esta anécdota sucedió hace ya varios meses. Yo estaba de fiesta, como suele ser normal en la gente de mi edad los sábados, cuando se acercó a mí un chaval a pedirme bebida, por que él y sus amigos habían comprado pocas provisiones de Fanta.
Como los dos íbamos un poco “contentos” por circunstancias que no vienen al caso, comenzamos a charlar. No recuerdo exactamente que es lo que hablamos, pero creo que pudo ser algo relacionado con la falta de féminas que había en el lugar donde nos encontrábamos.
El caso es que el chaval dijo en un momento que él y yo éramos iguales cuando le respondí a un comentario. Esto lo oyó una conocida mía y le pregunto si él también era falangista, a lo que el chaval contestó que no, preguntándome si era verdad que yo era falangista.
Yo le respondí que si, que era falangista, y él no daba crédito, por que afirmaba que no me veía ni intolerante ni mala gente.
A todo eso le respondí que los que piensan como yo no son malas personas para nada.
Descubrí que la opinión que tenía del nacionalsindicalismo era la tergiversación que hacen algunos donde se mezcla el nacionalsocialismo en sus peores tópicos con todo lo relacionado con el nacionalsindicalismo.
Después de explicarle de que el nacionalsindicalismo no defiende la existencia de la raza aria ni supremacismos ni nada por el estilo, le dije que eso era del nacionalsocialismo, y que incluso eso no era tan malo como se decía, por que por muchas pegas que se le pusiera a esa ideología, los avances en Alemania en el terreno económico y social no se pueden negar.
Él me comentó que anarquista, y creo recordar que simpatizaba con la CNT.
Acto seguido me puse a explicarle que la CNT, durante la II República, había tenido contactos con Falange Española para que sus miembros fueran el sindicato de la formación y colaboraran con ellos en la revolución nacional.
Al final, ambos comprendimos que la única diferencia entre nosotros era la cuestión ideológica, por que los dos éramos del Real Madrid, salíamos por la Ciudad Imperial por que en nuestros respectivos pueblos no hay quien esté e íbamos bien “felices” el sábado noche.
Cuento esta anécdota por que no es la única vez en mi vida que me encuentro ante la relación nacionalsindicalismo – anarcosindicalismo.
Todo comienza cuando Ramiro Ledesma dirigió el periódico “La conquista del Estado”, apoyando de manera explícita la huelga revolucionaria organizada por la CNT anarquista, instando a que las juventudes revolucionarias actuaran en esos momentos de debilidad del gobierno provisional burgués y progresista.
Con el paso del tiempo, una vez ya fundadas las JONS, Ramiro Ledesma seguía intentando que los anarquistas se pasaran a su formación, por que veía en ellos a la juventud revolucionaria y combativa que podía aspirar a conquistar el poder mediante la acción directa. La única pega que ponía era la falta de conciencia nacional que tenían los anarquistas, sin embargo, cuando fundó las JONS tomó como colores del movimiento nacionalsindicalista el rojo y el negro de la bandera revolucionaria, que según él, estaba secuestrada en manos anarquistas. Personalmente, me arriesgaría a decir que Ramiro Ledesma prefería a militantes que hubiesen estado entre los anarquistas antes que los que le pudieran llegar de la CEDA.
El trato entre Ramiro Ledesma y los anarquistas continuó cuando, tras ser detenidos miembros de sindicatos anarquistas y de las JONS a la vez, coincidieron en la cárcel de Ocaña, en la provincia de Toledo. Esa experiencia fue recogida en “¿Fascismo en España?”, donde Ramiro Ledesma afirma haber disfrutado de interesantes debates políticos con los anarquistas, que según él, eran gente muy abierta a quien no le importaba debatir con sus enemigos ideológicos. El propio Ramiro Ledesma aseguró haber tenido muy buena relación con todos ellos, al igual que los demás jonsistas detenidos. Al parecer, al único al que los anarquistas no dirigieron la palabra fue a un tipo relacionado con la futura Falange Española, que había trabajado como sicario para los empresarios liquidando a varios sindicalistas.
Una vez las JONS entraron en Falange Española, siguieron los intentos de atraer a los anarquistas al nacionalsindicalismo, que fracasaron.
Tras el Alzamiento Nacional, algunos líderes anarcosindicalistas admitieron que lo mejor que se podía encontrar en el bando nacional, y con los únicos con quienes hubiesen hablado algo, eran los falangistas y su líder Jose Antonio. Esto es lo que dijo Diego Abad de Santillán, uno de los líderes del anarcosindicalismo en España y Argentina: "A pesar de la diferencia que nos separaba, veíamos algo de ese parentesco espiritual con José Antonio Primo de Rivera, hombre combativo, patriota, en busca de soluciones para el porvenir del país. Hizo antes de julio de 1936 diversas tentativas para entrevistarse con nosotros. Mientras toda la Policía de la República no había descubierto cuál era nuestra función en la FAI, lo supo Primo de Rivera…españoles de esa talla, patriotas como él, no son peligrosos ni siquiera en las filas enemigas. Pertenecen a los que reivindican a España y sostienen lo español, aun desde los campos opuestos, elegidos equivocadamente como los más adecuados a sus aspiraciones generosas. ¡Cuánto hubiera cambiado el destino de España si un acuerdo entre nosotros hubiese sido tácitamente posible, según los deseos de Primo de Rivera!”. Diego Abad también criticó las matanzas del Partido Comunista en la Guerra Civil, al igual que otro anarcosindicalista, Melchor Rodríguez.
Melchor Rodríguez comenzó en la CNT defendiendo los derechos de los trabajadores de todas las ideologías. Fue nombrado responsable de prisiones en otoño de 1936, intentando detener los asesinatos masivos ordenados estando al mando Santiago Carrillo, prohibiendo los traslados nocturnos y exigiendo ser informado de cada movimiento. Estas acciones le valieron acusaciones de quintacolumnismo y roces con los comunistas. Al final, consiguió detener las brutales matanzas de Carrillo (paró a punta de pistola a las últimas de las expediciones que iban hacia el Jarama) y que cesaran a este. Este tipo de acciones le valió el apodo de “el ángel rojo” entre los prisioneros nacionales, mientras que muchos republicanos le contra-apodaron como “el ángel traidor”. La realidad era que para Melchor Rodríguez la vida de una persona era algo muy importante. Gracias a él se pudo exhibir un crucifijo en un funeral del “Madrid rojo”, por que esa era la última voluntad del difunto.
El 8 de Diciembre de 1936, tras un bombardeo en Alcalá, las masas frentepopulistas enfurecidas se dirigieron hacia la cárcel gritando que matarían a todos los presos nacionales. Melchor Rodríguez se interpuso entre ellos, diciendo que tendrían que matarle a él también. Al final, tras recibir insultos y amenazas de muerte, logró salvar la vida de 1532 personas (días antes habían asesinado a 319 tras la toma de Guadalajara por manos republicanas).
Cuando las tropas nacionales entraron en Madrid, decidió no huir a pesar de tener coche oficial, siendo juzgado en Noviembre por un Consejo de Guerra, en el que el fiscal resaltó sus virtudes cristianas. Tras parar 6 años en la cárcel, trabajó como empleado de seguros.
Melchor Rodríguez murió el 14 de Febrero de 1972, juntándose en el entierro sus compañeros anarquistas y aquellos a los que había salvado la vida durante la Guerra Civil. Fue enterrado con un crucifijo y la bandera de la CNT, y al final del acto, algunos falangistas presentes junto a los anarcosindicalistas cantaron la canción anarquista “Negras tormentas”.
Toda la historia completa puede leerse en Infonacional, yo solo me he limitado a poner lo más importante.
No deja de resultar llamativo que a los estudiantes de hoy nos pongan como ejemplos de “defensores de la libertad y la democracia” a individuos como Dolores Ibarruri, Manuel Azaña, Largo Caballero y Luis Companys, mientras que hombres como Melchor Rodríguez ni aparecen en los libros de Historia “educativos”.
Hace un tiempo, en el blog de Ricardo Sáenz de Ynestrillas, leí un comentario muy interesante. Un chaval joven que admitía haber sido anarcosindicalista decía que leyendo los escritos de Ynestrillas había decidido cambiar su forma de pensar y ver las cosas. Y en el mismo blog, hace unas semanas un anarcosindicalista puso un comentario diciendo de que si pensaba así, ¿por qué Ynestrillas no se pasaba al anarcosindicalismo?. Recuerdo que a ese comentario le respondieron diciendo que por que no se pasaba él al nacionalsindicalismo.
El anarquismo no es una ideología de mi agrado, pero reconozco que no todos son iguales. Algunos la consideran una ideología seria por los motivos que sean, y esas personas no son como esos que afirman ser anarquistas y se dedican únicamente a emborracharse, montar broncas y hacer pintadas en catedrales y calles del casco antiguo, como sucede mucho en Toledo.
En ocasiones, lo importante no es con lo que ideológicamente simpatiza una persona, sino como lo defiende. Recuerdo haber leído en las normas de CEDADE que peor que un enemigo ideológico es alguien que dice defender lo mismo que tú pero que sin embargo lo hace de malas maneras.
Todo esto se puede llevar perfectamente a la vida diaria. ¿Quién no conoce a un socialista, un comunista o un anarquista?. Todos conocemos a gente que piensa así, y no tienen por que ser vecinos o gente que conocemos de vista. Perfectamente pueden ser amigos o familiares.
Y es que si quisiéramos convivir solo con gente que piense como nosotros, estaríamos todos formando comunas, haciéndole el trabajo sucio a los marxistas de organizarnos todos en “dictaduras proletarias”.
Pero por mucho que conozcamos a ese tipo de personas y pueden llegar a caernos bien a nivel personal, hay cosas que debemos dejar claras. Por ejemplo, actos como las matanzas de Paracuellos son un genocidio brutal, eso hay que reconocerlo por mucho que conozcamos a algún comunista que pudiera caernos bien como persona. Y es que, gracias a Dios, no todos los comunistas son como Santiago Carrillo.

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