La economía Española se encuentra actualmente en un gran periodo recesivo sin crecimiento y con altas tasas de paro como consecuencia de la explosión de la burbuja inmobiliaria debido a que el incremento de los precios de la misma por encima de su valor fundamental (el valor justificado por sus rendimientos) llego a alejarse tanto que en un determinado momento las ventas de los inversores, (aquellos que buscan recibir unos rendimientos) superaron ampliamente las compras de los especuladores y los precios empezaron a bajar.
Explosión de la burbuja que supuso la ruptura del modelo de crecimiento especulativo en bienes inmuebles que ha mostrando en la práctica lo perjudicial que es como patrón a largo plazo al suponer una desindustrialización y terciarización económica ya que al obtenerse mucha más rentabilidad en los bienes objeto de una burbuja en comparación con los otros bienes de la economía provoca un drenaje continuo de recursos de otros sectores hacia los participantes en ella haciéndolos preponderantes en la economía en unos porcentajes muy superior al que sería normal, de manera que ahora cuando se ha hundido ese sector nos encontramos con que no hay otros sectores que lo puedan sustituir provocando enormes incrementos en el número de parados.
Si los bienes industriales comercializables de valor medio-alto se concentran en países centroeuropeos, si la producción de las industrias de poco valor añadido se han deslocalizado a países con muchos menores costes en comparación con España, de los cuales se importan de forma creciente los productos agropecuarios que consumimos mientras se abandona el campo español y si el pequeño comercio se lo están quedando los inmigrantes chinos por el control que estos tienen sobre las importaciones baratísimas de todo tipo desde su país hacia España y las condiciones laborales en las que trabajan, ¿qué destino le queda a la economía española?, ¿en que van a trabajar los españoles?
De esta manera, el problema fundamental que se tiene que afrontar ya no es solo el reajuste de la oferta y la demanda, (como se trató en los primeros artículos sobre la crisis) sino la situación de la estructura productiva española como la que tenemos que impide encarar un proceso de recuperación normal como el que pueden tener países que si tienen una estructura productiva diversificada en distintos sectores con bienes de valor exportables al poder intentar reorientar esas exportaciones hacia otros mercados nuevos cuando sus mercados habituales no le importen, siendo las caídas de la demanda en esos países o sus clientes habituales transitivas y mucho menos destructoras de empleo para ese país en concreto que lo que pueda ser para el caso español que se enfrenta a un grave problema estructural. Como el claro ejemplo de la economía alemana con un gran porcentaje de su economía centrada en industrias de bienes destinados a la exportación y altamente competitivos por la continua introducción de innovaciones técnicas en este sector, que invierte mucho por ello en investigación y desarrollo, lo que le ha permitido volver a brillar frente a países que como España tienen que afrontar problemas como la absorción de los excedentes inmobiliarios generados por la burbuja y la consecuente crisis de la deuda
Una burbuja especulativa española y unas diferencias crecientes en las estructuras productivas entre los diferentes países europeos cuya razón básica inicial es la base del sistema imperante. El euro como moneda fuerte que permitió a la economía española endeudarse enormemente, lo que unido al hecho de que España tenía ya antes de instaurarse en el euro un alto porcentaje de su renta destinada al consumo frente a un muy poco ahorro supuso que cuando esa limitación del insuficiente ahorro nacional se supero para que se realizasen las inversiones que se quisieran junto con políticas de liberalización económicas (entre otras el poder acceder a un creciente número de mano de obra barata inmigrante) y los intereses políticos para poder financiar todo el reino de taifas se produjera el boom inversor que se produjo en España; un boom inversor que hizo a la cada vez más pobre población asalariada española por ese modelo económico, (ver el segundo artículo sobre la crisis) poder acceder a bienes básicos que ya casi no podía, como la propia vivienda, pero a base de endeudarse por toda su vida; en vez invertir rentablemente ese dinero, con lo que ahora con una de las mayores crisis económica de nuestra historia, a la sociedad española no le queda otra que tener que pagar el principal más los intereses de las deudas pedidas que van a acabar siendo más altos de lo que van a acabar valiendo los inmuebles sobre los que se concedieron.
Mientras que si una parte de todo el dinero pedido se hubiera invertido en subsanar el déficit de formación, educación e inversión en innovación se hubiera podido subsanar de alguna forma los problemas reales de la economía española al mejorar su competitividad, mantener una estructura productiva más diversificada con menores desigualdades y posesionándola mejor de cara a una crisis como esta. Algo que si no se hizo fue, aparte de por otras circunstancias, porque el dinero que entraba en España entraba para obtener los rendimientos superiores que proporcionaba la burbuja inmobiliaria.
Una ilusión de riqueza vivida que fue posible únicamente por el concurso de quienes iban acumulando cada vez mayores superávit comerciales a nuestra costa con los que posteriormente nos seguían financiando gracias a que con la existencia de una moneda común para ambas partes y una sola política monetaria el tipo de interés es el mismo y el tipo de cambio no existe, un supuesto beneficio con la eliminación de costes de transacción para incrementar el comercio entre la zona monetaria común, pero esto que parecía tan beneficioso no deja de conllevar un problema intrínseco que se ha revelado más grave y perjudicial que los supuestos beneficios, ya que no solo no pudo evitarse las divergencias entre las distintas economías sino que con esta situación se fueron agravando esas divergencias; una sola política monetaria significa la existencia en todo momento de un mismo tipo de interés para países con diferentes economías y necesidades cuando el tipo de interés que necesitarían todos estos países diferentes tendría que ser diferente según sus circunstancias como sucedió durante la pasada década cuando España necesitaba enfriar su economía, para lo cual se debería haber subido el tipo de interés, mientras a otros países como Alemania necesitaban que se hubiesen bajado todavía más para incentivar la suya; lo contrario que va a pasar ahora si se confirma la recuperación de las economías de los países centrales del euro y las economías periféricas sigan en recesión, momento en el cual los primeros países necesitarán que suban los tipos para evitar tensiones inflacionistas y los segundos que se mantengan bajos para poder salir de esa situación.
Una más que posible realidad esta última que constata el problema para una zona monetaria común de la recuperación a doble velocidad de sus miembros debido a la asimetría con que golpeo la crisis a los mismos según su situación anterior, y que es mucho mas perjudicial que los supuestos beneficios que pueda tener el efecto propagación de la recuperación del crecimiento de ese país concreto al resto.
Antes de la entrada del Euro en Europa existían ya diferencias económicas entre diferentes países donde junto a sistemas netamente exportadores como los del norte convivían otros como los del mediterráneo con continuos déficit exteriores, una realidad que en la práctica no constituía un problemática para el funcionamiento de esas economías entre sí, por la sencilla razón de que cada país tenía su propia política monetaria que mediante devaluaciones o reevaluaciones compensaba ese gap cuando llegaba a ser excesivo, con lo que en la práctica el euro no solo no ha hecho converger a las distintas economías de la zona euro, como algunos de sus defensores argumentaban, sino que al contrario las ha hecho diverger todavía más tanto entre los distintos países como dentro de los mismos ya que con tanto endeudamiento por la creciente desigualdad, no hace más que trasladar renta desde quienes la necesitaban para gastar, (la población de menor renta), hacia aquellos que no lo hacen porque ya tienen suficiente renta para ello, y lo único que hacen es ahorrar ese dinero para prestarlo agrandando así las diferencias de renta que son la base de esta crisis como se intentó exponer en el segundo artículo sobre la crisis, ya que esta no es más que una gran crisis de sobreproducción y de dramática falta de demanda a nivel mundial en el que a pesar de las transferencias de rentas por parte de los gobiernos al sector privado y al incremento de la demanda por parte del sector público para intentar compensar directamente la caída de la demanda privada, la demanda total esta no se acaba de recuperar mientras que tanto los déficit de los estados (lo que se endeudan cada año), como sus deuda (el total que debe un estado como consecuencia de la suma de los déficit pasados) no paran de crecer.
Todas una serie de características específicas nuevas de esta crisis sistémica, de un sistema de libre movimiento de factores entre todos los lugares del mundo, por encima de los estados que cada vez tienen menores competencias (como se empezó especificando en el primer artículo sobre la crisis), con lo que a la mayor gravedad de los problemas ante los cuales los estados se encuentran que tienen muchas menos competencias para solucionarlos y las que tienen no acaban de servir si los demás estados no actúan coordinadamente ya que la economía constituye un todo interrelacionado, y que este nuevo sistema global todavía están todos las economías mucho más relacionadas todas con todas, y lo que le interesa urgentemente a algún país a otro de manera inmediata le perjudica, aunque a largo plazo le fuese a beneficiar implícitamente también; aunque claro luego está la cuestión de cual va a ser el sistema que se va a establecer tras la crisis, y relacionado con ello cuales son las medidas que se están tomando, como y para que.
Desde un punto de vista general lo que ha puesto en evidencia esta crisis es el descrédito de la globalización económica, de las consecuencias del buscar la ganancia económica sin tener en cuenta las costes sociales y que los históricos estados nacionales son el natural sostén y director de la sociedad; y en concreto el que la Europa del capital construida en contra sus naciones, de espaldas a sus ciudadanos y en la búsqueda del dominio de unos pocos sobre la mayoría no hace sino acabar por destruir todo el sistema algo que pueden percibir la mayoría de sus ciudadanos, sobre todo los de los países como España, donde se han endeudado a 30, o 40 años en una moneda gestionada a distancia resultando un gran riesgo el tipo de interés relacionado con las hipotecas familiares.
Y en esa situación, una de las peores paradas es sin duda España, un país con una pobreza monumental y cada vez mayores desigualdades que es amortiguada con altas dosis de alcohol, drogas y narcóticos mediáticos, una sociedad anulada que parece vivir de hazañas de juegos de pelota.
-Redacción de Alianza Nacional-
Fuente: Web de Alianza Nacional (www.lostuyos.net)
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