Se adelantan las elecciones. Por fin tenemos fecha. No es ninguna sorpresa aunque nos lo vendan como si fuera un notición. Lo había exigido prácticamente EL PAIS en uno de sus editoriales recientes. Y el propio PSOE estaba preparando el terreno desde la presentación de Rubalcaba como candidato. Se sabe desde hace meses que por los pasillos de Ferraz volaban cuchillos. La primera puñalada por la espalda se la llevó Chacón. Ahora la víctima es el propio ZP, que no puede completar la legislatura. Es duro enfrentarse al ministro del Faisán. Si nos puede traicionar a todos los españoles con chivatazos a los terroristas, no hay motivo para extrañarse de que haya coaccionado al futuro expresidente. |
Mientras en Genova, la otra cara de la misma moneda, fantasean ufanos con el reparto de despachos y carteras. Llegado el momento, con cargos y buenos sueldos en juego, tampoco tendrán reparo en apuñalarse. Que le pregunten a Camps, que dimitió tarde y mal porque su propio partido se la ha jugado.
España está en la encrucijada: por la presunta izquierda el partido que nos ha conducido a la ruina (económica y moral) en las dos ocasiones que ha gobernado; por la derecha que le da miedo serlo, un partido sin substancia, sin carisma y sin prejuicios para pactar con los separatistas. La mera convocatoria de elecciones no va a hacer que en los mercados internacionales se confíe mas en España. Meter papeletas en urnas de metacrilato no soluciona los fallos estructurales de nuestra economía ni la inoperancia y el despilfarro consecuencia del estado autonómico.
La Falange afronta estas elecciones tal y como lo hacían los nuestros hace años: sin fe y sin respeto. Pero por mucho que sean una pantomima mas, queremos trabajar de un modo responsable, realista y critico. No tenemos posibilidad de obtener ninguna representación. Los demócratas nos condenan al ostracismo porque directamente nos persiguen. Pero en ocasiones, nuestras propias carencias y fallos nos convierten en nuestros peores enemigos.
La atomización de las siglas falangistas en unas elecciones como las que se avecinan es, si cabe, un problema mayor que en otras ocasiones. Nuestra incapacidad para ponernos de acuerdo nos condena. El voto útil en la campaña del miedo va a ser uno de los argumentos principales de las terminales mediáticas derechistas.
El mensaje del nacional sindicalismo todavía puede ser bueno y necesario para España. Si las formaciones que lo defendemos no actuamos unidas, después de las elecciones del 20 de noviembre ya no estaremos hablando de que los falangistas lo tienen difícil. Simplemente, si no hacemos lo que tenemos que hacer, estará seriamente comprometida la supervivencia de nuestra doctrina y nuestro movimiento. No hay mas ciego que el que no quiere ver.
Fuente: Web de FE-La Falange (www.lafalange.org)
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