Como decíamos ayer, el Atleti es su mayor enemigo. Como decíamos ayer, los destellos de sus atacantes tienden a maquillar su falta de juego. Como decíamos ayer, su defensa sigue siendo una verbena que convierte cualquier paseo por el parque en una aventura en el Amazonas. Así que los de Manzano tendrán que evitar el ridículo el jueves que viene sobre césped artificial y con un rival tan alucinado con seguir vivo que ahora se siente fuerte. Vale, quizás no tanto, pero sí más un peso medio que el pluma que realmente es.
Hablamos de un curioso equipo que ayer tenía como portero suplente al preparador de guardametas, un señor de 40 años que lleva un lustro retirado. Un grupo de jugadores casi: casi altos, casi fuertes, casi agresivos, casi técnicos, casi rápidos... pero que a la hora de la verdad se pasó toda la primera parte cruzando los dedos e intercambiando miradas de extrañeza ante la apatía general del Atleti.
Quizás Manzano (que, ya fichado, tardó en saber que se juegan dos rondas antes de la fase de grupos) se olvidó de transmitirle a sus jugadores que el partido era oficial. Tal vez ellos no quisieron entenderlo. Posiblemente no había más cera de la que ardía, que era poca. Hasta el descanso, el sopor fue espantoso. De él sólo escapó Gabi, que filtró dos pases magníficos que Reyes y Adrián no supieron aprovechar. El asturiano ya había fallado antes otro mano a mano, haciendo temer que su explosión goleadora en la Sub-21 fuera más una tormenta veraniega que el clima habitual.
Durante muchos minutos, era más entretenido jugar a psicólogo de la afición. Cánticos muy agresivos contra Agüero, división de opiniones en torno a De Gea y devoción recuperada por Forlán. El despecho es a menudo un potente afrodisiaco. El uruguayo participó mucho mientras le duró la gasolina y el Manzanares tiene derecho a soñar con que el año pasado sólo fue una crisis pasajera dentro de una relación magnífica.
En la reanudación, el Stromsgodset dio un paso adelante. Más bien arrastró un poco los pies, pero fue suficiente para dar un buen susto al Atleti. Joel no atajó un tiro lejano de Konradsen y, al intentar recuperar el rechace, derribó a Berget. Por suerte para el Calderón, el árbitro no reaccionó, pero el Atleti sí. Al menos, Reyes y Adrián.
Los goles. El ex del Depor ya había dejado detalles interesantes en desmarques y controles y en el minuto 54 los confirmó. Control con el pecho y dejada fabulosa a Reyes, que definió como lo que es: un superclase. Tras el gol llegaron los mejores minutos locales. Silvio se gustó (hay lateral) con un centro magnífico que Forlán cabeceó rozando el palo y un taconazo lujoso al uruguayo, que forzó la parada de la noche. Al final cayó el 2-0, muy similar al primero, estupenda maniobra de Adrián, que tiene cosas de segundo delantero de nivel, y gran remate de Reyes. Punto final. O no.
Porque con todo a favor el Atleti se inventó un problema. Miranda, que apunta a despistado, se dejó comer la tostada por Berget y le derribo con cara de sorpresa. Roja. Y de inmediato, despiste general tras el cambio de Tiago, Nordkvelle profundizó sin oposición y le regaló el 2-1 a Storflor. Y así, el Atleti sigue en su ambiente: metido en líos.
Fuente: AS (www.as.com)
viernes, 29 de julio de 2011
El Atlético de Madrid se complica para el partido de vuelta en Noruega.
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