Griñán quiere convocar elecciones al margen de las generales y contra el criterio de Ferraz.

Para la mayoría de barones del PSOE, como luego demostraron las urnas el 22 de mayo, fue un auténtico suplicio hacer campaña electoral junto a José Luis Rodríguez Zapatero, y para José Antonio Griñán no pintan mejor las cosas aunque el presidente ande en retirada y sea Alfredo Pérez Rubalcaba quien se haga cargo del cartel electoral. Es por ello –porque las siglas del PSOE tienen en este tiempo algo que contamina– por lo que el presidente de la Junta de la Andalucía quiere a toda costa distanciarse de las elecciones generales, que, en teoría y desde el año 1996, se vienen desarrollando junto con las andaluzas.

Fuentes socialistas han apuntado a LA GACETA que el líder de los socialistas andaluces, al que las encuestas tampoco le auguran un buen futuro en su paso por las urnas, pretende –Andalucía, junto a Cataluña, País Vasco y Galicia son las únicas comunidades autónomas que pueden hacerlo– convocar por su cuenta y no hacer coincidir, por primera vez en 15 años, los comicios andaluces con las generales. La razón no es otra que marcar distancias con Madrid e intentar minimizar daños a la vista de lo ocurrido en feudos tradicionales del PSOE como Castilla-La Mancha o Extremadura. Andalucía, junto con el País Vasco y por contar con el apoyo del PP, es el único fortín de los socialistas y por eso Griñán quiere defender con uñas y dientes su territorio.

Ese es el argumento que esgrime ante la dirección del partido, que, con Rubalcaba al frente y con el respaldo de José Blanco y Marcelino Iglesias, se niega a toda costa a ir a una doble convocatoria en Andalucía y en el resto de España. “La idea con la que trabajamos es hacerlas juntas”, apuntaban fuentes del aparato de Ferraz consultadas por este asunto. Griñán, en cualquier caso, ha confesado a sus más íntimos, según testimonios cercanos al presidente andaluz, que tiene potestad para convocar cuando quiera porque así se lo otorga el propio Estatuto de Autonomía de Andalucía y defenderá su libertad de acción hasta donde pueda.

Lío en el PSOE-A

Al problema del interés electoral el presidente andaluz suma otro que es la situación interna del PSOE-A, deshecho a raíz del caso de los ERE falsos y con un enfrentamiento entre el actual presidente y la vieja guardia andaluza encarnada por Manuel Chaves, que a punto a estado de costarle una fractura a la todopoderosa federación socialista andaluza.

A tal punto llegaron las guerras internas que Griñán, poco antes de las elecciones del 22-M, quiso renunciar a ser candidato para acabar con lo que fuentes del PSOE-A llaman “el lío del partido”. Descartada esa idea, y dispuesto incluso a lo que parece inmolación histórica en las urnas –hasta ahora el PSOE no ha perdido jamás las elecciones en Andalucía–, Griñán se muestra dispuesto a afrontar el reto, pero requiere autonomía para hacerlo.

Él fue el primero que apuntó la fecha del 4 de marzo de 2012 para celebrar elecciones, lo que hizo pensar a todos –porque así viene siendo desde las primeras elecciones que ganó José María Aznar– que coincidirían con las generales. Sin embargo, la posibilidad de un adelanto de las generales a otoño, cada vez más factible a la vista de la situación por la que atraviesa el Gobierno de Zapatero y atendiendo a los intereses electorales de Rubalcaba, abre el abanico a Griñán, que puede salirse con la suya. De hecho, fuentes socialistas andaluzas apuntan que les daría igual otoño o marzo siempre y cuando no coincidan.

Prietas las filas

La mayor resistencia a separar las dos convocatorias la pone el propio Ru-balcaba, que desde que aceptase ser candidato del PSOE el pasado 28 de mayo sabe que su reto no es sólo dar la cara en la campaña, sino administrar, previsiblemente, la derrota que devolverá a su partido a la oposición tras más de siete años de mandato de Zapatero.

Tras las próximas elecciones el PSOE deberá meterse en un congreso federal donde –entonces sí y no ahora, a la vista de como se han gestionado las fallidas primarias– tendrá que reorientarse de cara al futuro. El partido necesitará entonces de un mensaje de “prietas las filas”, según apuntan fuentes socialistas, y Rubalcaba tendrá bastante con administrar la derrota de las generales como para sumar a ello –antes o después, pero con un margen no superior a tres meses según marca la legislación electoral– otra debacle en el feudo andaluz.

Rubalcaba hará todo lo posible para que no sea así. Se cree con capacidad, y sobre todo poder en el partido, para impedir que Griñán vaya por su cuenta a pesar de ser uno de los barones que no apostó claramente por el todavía vicepresidente del Gobierno como claro favorito para suceder a Zapatero. Lejos de ello, el secretario general de los socialistas andaluces coqueteó con Carme Chacón hasta que la ministra de Defensa acabó descartándose como aspirante.

El candidato socialista, que en breve, aunque sólo sea con el cargo de candidato, se convertirá en el mandamás de Ferraz, estará respaldado para frenar a Griñán en el intento de desmarcarse. Aunque los socialistas no le dan mayor importancia, sí que puede acarrarearles en el futuro más de un quebradero de cabeza. Tanto Griñán en Andalucía como Rubalcaba en Madrid saben de sobra que el reto que les espera tras su paso por las urnas es mayúsculo y que el PSOE-A, por su peso territorial, por ser la federación más numerosa y por la propia historia, no puede quedarse al margen del debate poselectoral. Todos dudan entre convocar elecciones en 2011 o 2012, pero ninguno, curiosamente, quiere quedarse fuera a la hora de decidir el futuro del socialismo español.



Fuente: La Gaceta (www.intereconomia.com)