75º aniversario del Glorioso Alzamiento Nacional. - La Nación Digital

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lunes, 18 de julio de 2011

75º aniversario del Glorioso Alzamiento Nacional.

En plena polémica por la definición que se hace en el Diccionario Biográfico Español del general Francisco Franco llegamos al 75º aniversario del Glorioso Alzamiento Nacional. No voy a entrar en polémicas de si fue bueno (postura de la que me muestro partidario) o no. Me voy a limitar a decir que fue algo necesario dadas las circunstancias sociales en las que se encontraba España en aquel entonces.
Pese a que algunos lo nieguen, el Alzamiento Nacional era ya algo previsto desde Octubre de 1934. Los sucesos de Asturias y Barcelona, donde los futuros integrantes del Frente Popular habían demostrado hasta donde estaban dispuestos a llegar por conseguir sus objetivos, provocaron que se iniciara una marcha atrás que culminó con el general Franco tomando el mando de las tropas españolas en Melilla.
Algunos pretenden quitarle importancia a este capitulo de nuestra Historia, convirtiéndolo en algo vergonzoso. Sinceramente, no entiendo como esas personas que desprecian el Alzamiento Nacional pueden dormir tranquilas por las noches cuando afirman sin tapujos su admiración por los violadores de monjas, los profanadores de iglesias, los torturadores de las checas y los “paripés” de los tribunales populares.
Hay personas que hablan de las sublevaciones militares como si fuera meros caprichos de generales sedientos de poder. Cualquiera que les oiga hablar podría creerse que esos señores se despertaron una mañana con la intención de dar un golpe de Estado.
La mayoría de las veces se alude a la “legitimidad” del gobierno de la II República que estaba entonces en el poder, el de la coalición burguesa-marxista del Frente Popular, para condenar el Alzamiento Nacional. Personalmente, ese argumento no me convence; ya que, pese a que algo sea legal o elegido en las urnas por la mayoría, eso no quiere decir que sea bueno.
Una cosa que no voy a negar es que el Alzamiento Nacional supuso, a la larga, una oportunidad perdida a la hora de haber llevado a cabo una revolución de carácter nacional. Es una pena que los “calvosotelistas”, conservadores admiradores del fascismo italiano pero que sufrían un sarpullido al escuchar el término “revolución”, ocuparan cargos políticos y de influencia en el Ejército mientras que los falangistas, auténticamente revolucionarios, desempeñaran funciones más alejadas del poder (aún así, falangistas como el general Juan Yague y José Antonio Girón de Velasco lograron que aspectos de la doctrina nacionalsindicalista fueran realizados).

La situación de España en aquellos momentos la explica genialmente, como no podía ser de otra forma, José Antonio Primo de Rivera (ya en la cárcel de Alicante que acabaría siendo el lugar de su ejecución); además, el líder de Falange Española ya mostraba cuales eran sus esperanzas, y las de sus camaradas, puestas en el futuro Alzamiento Nacional:
“Un grupo de españoles, soldados unos y otros hombres civiles, no quieren asistir a la total disolución de la Patria. Se alza hoy contra el Gobierno traidor, inepto, cruel e injusto que la conduce a la ruina.”.
“Este es el espectáculo de nuestra Patria en la hora justa en que las circunstancias del mundo la llaman a cumplir otra vez un gran destino”.
“Una gran Patria para todos, no para un grupo de privilegiados. Una Patria grande, unida, libre, respetada y próspera. Para luchar por ella rompemos hoy abiertamente contra las fuerzas enemigas que la tienen secuestrada. Nuestra rebeldía es un acto de servicio a la causa española”.
“Nuestro triunfo no será el de un grupo reaccionario, ni representará para el pueblo la pérdida de ninguna ventaja. Al contrario: nuestra obra será una obra nacional, que sabrá elevar las condiciones de vida del pueblo –verdaderamente espantosas en algunas regiones- y le hará participar en el orgullo de un gran destino recobrado”.
“¡Trabajadores, labradores, intelectuales, soldados, marinos, guardianes de nuestra Patria: sacudid la resignación ante el cuadro de su hundimiento y venid con nosotros por España una, grande y libre!. ¡Que Dios nos ayude!. ¡Arriba España!”.

Pero José Antonio no fue el único que vio el inminente Alzamiento como la mejor oportunidad para lograr la Revolución Nacional.
Días antes de morir, Onésimo Redondo pronunciaba estas palabras:
“El resultado de la lucha no puede ser incierto; es el ejército el que la conduce, y contra el ejército nadie puede. Locura y necedad es pensar otra cosa”.
“Y al lado del Ejército-¡anotadlo todos!-anótenlo sobre todo los que alimentan la esperanza de resurgir, está Falange Española de las JONS. Estas camisas que se han ofrecido por millares albergan pechos que ya no se retirarán sino con el triunfo o con la muerte. Estamos entregados totalmente a la guerra y ya no habrá paz mientras el triunfo no sea completo”.
“Para nosotros todo reparo y todo freno está desechado. Ya no hay parientes. Ya no hay hijos, ni esposa, ni padre: sólo está la Patria”.
“Todo ha caído, todo ha sido rectificado y desdicho en el curso de los meses y los años, igual derechas que izquierdas; sólo las JONS, desde hace cinco años, como guiado su dedo por el de la Providencia, han señalado justamente lo que eran, han sido y serán las cosas de España”.
“Sabemos exactamente lo que la Patria quiere recobrar en estos instantes: que no es menos que recobrarse a sí misma. Había dejado de existir España y éramos una dependencia humillada de toda la escoria, de toda la secuela de ideologías fracasadas y groseras. Éramos una colonia de Rusia, que es como decir colonia de la barbarie organizada. La gran nación creada por Castilla era, al parecer, un espectáculo de ruina y fealdad”.
“Ahora el ejército ha salido por España y del brazo de Falange, en la lucha civil de estos días, alumbramos al ser una España nueva en la que habrá de nuevo paz, pan y alegría familiar y cristiana”.
“La Falange, curtida en el aire de todas las pruebas, espectadora inmóvil de tantos desengaños, se halla presente para que la victoria sea duradera, para conseguir la estabilidad absoluta del Estado Nuevo”.
“España se halla trágicamente dividida en dos mitades y ocupa una de modo casi total el inmenso ejército de los que sacan su pan cotidiano del esfuerzo físico de sus manos y el proletariado, en gran parte, no quiere a España; ni tiene alegría de formar parte de esta ilustre nación, la más grande por su historia y por sus destinos”.
“Devolvamos a los obreros este patrimonio espiritual que perdieron, conquistando para ellos ante todo la satisfacción y la seguridad del vivir diario: el pan”.
“Volverán a ser españoles y producirán con ello la unidad cierta de la Patria y la estabilidad del Estado cuando tengan la alegría y la paz de un vivir digno, de una existencia familiar segura y numerosa”.
“España debe proletarizarse. Debe ser pueblo de ancha prole, que se multiplique en honor de la raza y en cumplimiento de sus altos destinos”.
“Serán traidores a la Patria, miembros indignos del estado, los capitalistas, los ricos, que asistidos hoy de una euforia fácil que levantando a caso el brazo como si saludasen el advenimiento de una nueva era social, se ocupen como hasta aquí, con incorregible egoísmo, de su solo interés sin volver la cabeza a los lados ni atrás para contemplar la estela del hambre, de escasez y de dolor que les sigue y les cerca”.
“El nuevo Estado Nacional-Sindicalista operará con rigor y acabará con las palabras vanas y las promesas nunca cumplidas”.
“El pan para todos y las justicia para todos es nuestro lema y será pronto nuestra obra”.

En el día de hoy, 75 años después de la gesta realizada por aquellos valientes españoles, no nos queda más remedio que tenerlos como referente a la hora de llevar a cabo nuestros futuros proyectos políticos. La Revolución Nacional es ahora más necesaria que nunca “gracias” al modelo impuesto por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial con el objetivo de someter a todos los pueblos del mundo no sólo en el terreno económico, sino también en el cultural destruyendo sus rasgos identitarios propios.
Podrán acusarnos de nostálgicos o de estar anclados en el pasado, más una cosa he de decir: ¿Acaso las verdades no lo siguen siendo pasen veinte o mil años?. ¿Acaso vamos a ser más anticuados cuando históricamente somos más modernos que aquellos que defienden la tercera etapa de un pensamiento surgido en el siglo XVIII?.

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