FE-La Falange critíca la inseguridad ciudadana de Barcelona.

Son muchos los desastres provocados por la oligarquía política catalana. Uno de los más insoportables ha sido la inseguridad ciudadana; sobretodo en la ciudad de Barcelona.

Los que llevamos toda la vida en Barcelona, hemos sido testigos de la degradación que ha sufrido nuestra ciudad en los últimos años. Y: ¿Por qué ha pasado esto? ¿Era inevitable?
Una sociedad como la nuestra, individualista hasta la médula, solo se cabrea cuando los perjudicados somos nosotros mismos. El problema es que el número de víctimas aumenta sin cesar, pese a los esfuerzos de los responsables de turno por maquillar las cifras.
La pesadilla empezó con la creación de los mossos de escuadra. La fantasía de los políticos separatistas, era un cuerpo armado al que poder dirigir, que no llevara la bandera nacional y que, sobretodo, hablara catalán. Aznar y Pujol, que tenían una escandalosa relación amorosa, lo hicieron realidad.
Para complacer al nacionalismo, los catalanes nos vimos condenados a soportar a una policía novata, con escasez de recursos materiales, pero sobretodo personales. Miles de jóvenes pasaban, en pocos años, a ser policías. A su vez, mandos sin experiencia gestionaban nuestra seguridad siguiendo directrices políticas.
Había que correr con el despliegue de mossos para echar del “país” a los policías españoles. Fueron años de promociones masivas; todos valían y el único requisito determinante era el conocimiento del catalán. Así nos encontramos con unos policías que, por ser niñatos con placa y pistola, disfrutaban del abuso al ciudadano honrado y se acobardaban delante de los delincuentes. Casualmente, las patrullas siempre llegaban tarde y varias a la vez…
Pero la pesadilla empeoró con el gobierno de socialistas y comunistas. En la triste realidad policial aterrizaron los que, desde el bienestar de sus acomodadas familias, se pasaban su juventud escuchando canciones contra la policía. Las cámaras ocultas de asuntos internos, fueron solo la punta del iceberg. Directrices contra la homofobia, el racismo, los abusos y la intimidación, hicieron del delincuente el ser con más derechos del planeta catalán. Y a las víctimas que las zurzan; que digieran el susto en las largas horas de las salas de espera de comisaría. Con un poco de suerte, al final no denuncian y un delito menos registrado.
La vigilancia privada pasó de ser respetada a ser un elemento cómico para el delincuente. En el metro de Barcelona día sí, día también, concurren las mismas bandas de ladrones y pobre del vigilante que actúe. Al llegar los mossos lo primero que hacen es invitar, al chorizo de turno, a denunciar al vigilante por agresión, racismo, intimidación o un sinfín de leyes que dejan en pelotas a los que deberían protegernos.
La realidad es que bandas mafiosas “trabajan” a sus anchas en Barcelona. Acumulan miles de antecedentes y varias órdenes de expulsión, pero todos los días te los encuentras en las calles. Los comerciantes están desesperados, los turistas sufren tantos robos que somos el hazmerreír del mundo y coger el metro es una actividad de riesgo.
Y ya no entramos en valorar la complicidad de los jueces o la permisividad con la ultraizquierda, las subvenciones a las bandas latinas y a la yihad islámica. O, también, la obsesión de todo municipio, por pequeño que sea, de tener su propia policía especializada, sólo, en multar coches mal aparcados.
Esperemos que la vuelta al gobierno de CIU mejore en algo la situación. Parece tarea bastante sencilla, sólo han de tener claro que a quien hay que perseguir, principalmente, es al delincuente.
La Falange -Barcelona-.


Fuente: Web de FE-La Falange (www.lafalange.org)