Fernando Cantalapiedra, presidente del Frente Nacional:
“Para nosotros no existe un colectivo homosexual, pues sería lo mismo que si hubiese un colectivo de calvos o de barbudos. Lo que sí existe es un grupo de presión, un lobby, de homosexuales radicalizados que aspiran a obtener, no derechos, sino prerrogativas que están fuera del sentido común y de las más viejas tradiciones culturales españolas y europeas”.
“A la inmensa mayoría de los homosexuales el matrimonio ni les interesa ni les ha interesado nunca. Es el lobby gay el que ha hecho de esto una reivindicación y son los partidos acobardados por este lobby los que lo han defendido”.
Fernando Cantalapiedra es considerado por los progresistas españoles (los pocos que sepan quién es) como uno de los muchos jefes de partidos extraparlamentarios del panorama político nacional que defiende postulados “ultraconservadores”, “rancios”, “retrógrados”, “homófobos” e “intolerantes” (hay que ver la de sinónimos que tienen algunos para descalificar a todos aquellos que se oponen a sus imposiciones sectarias).
La línea defendida por Cantalapiedra es la misma que he expresado yo mismo varias veces: a los homosexuales no les interesa el matrimonio, únicamente lo han exigido ciertos sectores de izquierdas con el propósito de aumentar su cazo de votos. El “matrimonio” homosexual (suelo emplear este término de manera sarcástica porque no lo considero un matrimonio como tal, prefiero llamarlo “unión civil entre individuos del mismo sexo”) no lo inventó la LGTB, sino el PSOE.
Fue el PSOE, a través de su líder Zapatero, quien se encargó de hacer pensar a ciertos sectores homosexuales que tenían que tener “derecho” a contraer matrimonio. Esa idea jamás se desarrolló en ellos por sí misma.
Una de las excusas más rebuscadas para lograr la aprobación del “matrimonio” homosexual fue que, supuestamente, no lo prohibía la Constitución Española de 1978.
Vayamos por partes. Está claro que ese puñado de papeles a lo que llamamos Carta Magna no es algo perfecto. Pero de ahí a entender lo que aparece escrito en cuestiones matrimoniales (“El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica”, artículo 32, primer apartado) como un argumento a favor de un nuevo modelo de uniones civiles... hay una manipulación de la libre interpretación muy grande, muy partidista y muy interesada.
Interpretando esta cuestión desde un punto de vista histórico, la ley que aprobó los “matrimonios” homosexuales no es constitucional; ya que, en el momento de la redacción, los redactores no estaban pensando en que ese apartado hiciera referencia a que los hombres y las mujeres pudieran casarse con individuos de su mismo sexo. Si en aquel momento no se escribió explícitamente que el hombre y la mujer tenían que casarse entre sí, fue porque era algo de sentido común y que se daba por sentado que el único matrimonio válido era el de un hombre con una mujer.
Por desgracia, décadas después llegaron los defensores de la “constitucionalidad flexible”, es decir, aquellos que decían que una ley podía ser interpretada de muchas maneras.
¿Así es como pretenden mantener la estabilidad en una sociedad tan compleja como la española? (compleja en el sentido de que estamos más desarrollados tecnológica y socialmente que otras culturas, lo que implica una mayor responsabilidad).
De un día para otro, la idea de matrimonio tal y como se conocía fue destruida sin que la ley suprema de nuestro ordenamiento se viera retocada lo más mínimo.
¿Pero quiénes son los culpables de que se esté echando a perder el concepto de la familia tradicional?. La respuesta es más compleja de lo que parece.
A simple vista, podríamos echar la culpa a los políticos. Ellos han subvencionado a los colectivos homosexuales, han impuesto la Educación para la Ciudadanía en los centros educativos españoles y han despreciado el modelo de familia tradicional tildándolo de “retrógrado”. Está claro que, por todos estos méritos, los políticos son los grandes culpables de la decadencia de la sociedad española.
Pero será mejor que vayamos al funcionamiento de nuestro sistema político.
¿De dónde han salido esos políticos?. Si son de los partidos mayoritarios (o incluso de los parlamentarios minoritarios), suelen ser individuos sin escrúpulos que se afilian a las formaciones para así poder tener la opción de ostentar cargos importantes que seguramente no habrían sido capaces de conseguir de haber continuado su carrera profesional en el sector privado empresarial o jurídico. Y mis suposiciones se basan en que, cada vez que el Gobierno negocia con banqueros y empresarios, suelen salir ganando los últimos. ¿Acaso los políticos cederían a las pretensiones de la banca o la patronal si fueran mejores abogados o economistas que los banqueros o empresarios?.
Retornando al tema principal: esos políticos, una vez están dentro del partido, se convierten en la piraña más grande de su pecera, agarrando en cuanto pueden un cargo mínimamente poderoso y rodeándose de gente de su entorno.
Una vez son elegidos por sus compañeros, los políticos son presentados por los partidos como los representantes del pueblo que deben ser elegidos para que la ciudadanía ejerza el derecho a voto y se crea que es libre y que verdaderamente está representado por unos señores a los que conoce, como mucho, de estrecharles la mano al final de un mitin y después de que el político se haya hecho una foto con los ancianos que pasaban por la zona.
Por lo tanto, tan culpables como los políticos son los ciudadanos, quienes de una forma muy borreguil han sacrificado la defensa de su identidad y de su familia por poder echar papeletas en una urna.
No obstante, tampoco podemos olvidar la manipulación mediática e ideológica dirigida hacia la población desde los medios televisivos y el sistema educativo.
Otra causa que ha provocado la implantación de la homosexualidad en nuestra sociedad ha sido la relajación de nuestro pueblo respecto a su identidad como católicos y la práctica de las costumbres a la hora de llevarlas a cabo.
Aunque parezca difícil de creer, existen muchos católicos que juegan a ir de “tolerantes” y de “modernos”, defendiendo que los homosexuales puedan formar sus propios matrimonios.
¿Por qué motivo dichos católicos han traicionado a su fe?. ¿Qué ganan implantándose dentro del Sistema?. La verdad es que ni lo sé ni me importa. Tan solo quiero recordarles a esos católicos “progres” unas palabras del Apóstol San Pablo: “No os engañéis; ni los lujuriosos, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los invertidos, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los salteadores heredarán el reino de Dios” (Corintios, 6, 9-11).
Como siempre, los católicos “progres” tratarán de escurrir el bulto diciendo que “la Iglesia lo interpreta todo como le da la gana”, en referencia a la ancestral condena de la homosexualidad por parte de la institución eclesiástica católica. Pero es que esas frases de San Pablo no han sido manipuladas por la Iglesia en ningún momento, sino que están así escritas en el Nuevo Testamento y puede leerlas cualquiera (corrijo: cualquiera al que no le queme en las manos el coger una Biblia).
Otro día tengo que hablar del católico “progre”, que en nada deja lejos en cuestión de moralidad a su congénere el “progre” ateo y anticatólico estándar. Por ahora, diré de ellos que se creen que el catolicismo es una “farsa hippie” de la que pueden creer las partes que les gustan y rechazar aquellas que les parecen anticuadas o mal vistas.
En resumen, la responsabilidad de que en España asistamos al bochornoso espectáculo de ver a individuos del mismo sexo de la mano por la calle se debe a los “progres” enemigos de la familia tradicional, a los españoles sin personalidad que se han dejado embaucar por el famoso “en Europa es así y no pasa nada” y a los católicos que aun se siguen creyendo que el Partido Popular es un partido conservador y católico auténtico.
Como sé que estás palabras harán de poner el grito en el cielo a mucha gente, vuelvo a recordar a mis detractores la existencia de ciertos cortos de dibujos animados donde se ridiculiza a los homosexuales y que han sido creados por miembros de los “titiriteros” admiradores de la España “progre” y marxista cultural de Zapatero. Si yo cometo algún delito por expresar mi opinión, dichos “creadores” televisivos también.
Espero que ellos (todos aquellos que presumen de no ser “homófobos”) se rían tanto con los dibujos animados como lo he hecho yo (porque reírse de unos dibujos creados por progresistas no es delito).
domingo, 26 de junio de 2011
¿Quiénes son los responsables de que haya "matrimonio" homosexual?.
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