Sobre librepensadores. - La Nación Digital

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jueves, 23 de junio de 2011

Sobre librepensadores.

Al escéptico verdadero no le interesa la verdad, pues ni siquiera la busca –cree que no la encontrará, porque ¿qué es la verdad?, ¿qué es verdad?–. Es una actitud de extravío, de desorden, de debilitamiento y volatimiento, de falta de voluntad… semilla de un nihilismo nefasto donde nada es sostenible: debido a tal padecimiento han caído todas las civilizaciones que han sido alguna vez fuertes. Y son críticos, sí, pero no construyen nada sólido: si bien no creen en poder hallar verdad, por ello se encuentran más cerca de la mentira. Sin embargo, frente al que “rebate sin cesar hasta el infinito”, existe un tipo de hombre “crítico” nada moderno, que en busca de la verdad y de sus verdades –y de las mentiras y de sus mentiras– es capaz de construirse a sí mismo y construir alrededor, además de verse a sí mismo y de ver también lo que le rodea; es un modelo de hombre que aunque siembre la duda y la lleve como arma, se le haría poca justicia llamándole escéptico, sonaría a mofa y a insulto; se hace llamar librepensador. Este tipo de hombre tampoco se ajusta al dogmatismo, pues no cree en verdades reveladas, ni en verdades absolutas; tampoco es relativista, porque no hay ni esto ni lo otro, cree que en realidad hay nada o muy poco y que eso es mucho. La verdad se manifiesta en el vacío de las cosas, en lo impenetrable de las esencias, a veces lo superficial puede calar más hondo, por ello quizá sea lo más cierto. Pero entonces, ¿qué es el librepensador? Aquel que ve más allá de cualquier moral, aquel que ve más allá de cualquier justicia, aquel que sospecha de todos, hasta de sí mismo; y téngase a sí mismo como su peor enemigo, pues todo sea dicho: nos engañamos constantemente y lo aceptamos crédulamente.

Ser librepensador no es incompatible con tener ciertas simpatías ideológicas –que manifiesto libremente a veces–, tampoco significa quedarse de brazos cruzados, significa todo lo contrario, significa la constante lucha. Ser librepensador es pensar sin miedo con toda la libertad que sólo uno es capaz de darse. El librepensador no espera que le dejen ser libre para pensar, no cree en las libertades de pacotilla, ni siquiera es aquel que tolera todo. Porque con libertad respeta las demás ideas y a veces hasta quiere aplastarlas e imponerse a ellas. También el librepensador es el más crítico de los críticos, pues critica todo, hasta a lo que se adhiere por momentos: y séase el librepensador el modelo de crítico entre los críticos más peligroso, pues declara la guerra a todos y a sí mismo; proclama abiertamente que no se adhiere ni a nada ni a nadie y que su voluntad actúa a su capricho; así se defiende de engaños y embustes del exterior para poder librar su propia batalla solitaria.

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