El juez Garzón se coloca a la cabeza del 15-M para presentarse con un nuevo partido a las elecciones.

Descabalgado del sistema –judicial, en este caso– por sus plurales imputaciones, el juez estrella pretende ahora seguir cabalgando a lomos de los antisistema, que él prefiere rebautizar como “indignadanos”, síncopa de los términos “indignados” y “ciudadanos”. El domingo pasado, Baltasar Garzón firmaba un fervoroso panegírico del movimiento 15-M en el diario que más estrechamente se ha alineado con los llamados indignados ilegales: Público. Se trataba de un artículo oportunista, publicado para reforzar la convocatoria de manifestaciones de ese día en Madrid y en medio centenar de ciudades del resto de España, en el que el magistrado hoy suspendido se ponía a la cabeza de la pancartería con un interés muy personal: sanear su imagen pública y preparar su retorno a la política activa fundando un nuevo partido encabezado por él, a fin de capitalizar el huérfano voto del 15-M.

Fuentes consultadas por LA GACETA aseguran que Baltasar Garzón está organizando una plataforma política que presentará hacia el mes de septiembre con la intención de que se transforme en un nuevo partido con el que concurrir a las generales de 2012. En la empresa lo están ayudando, según las mismas fuentes, Gaspar Llamazares y otros asesores de la hoy convulsa Izquierda Unida. De hecho, según ha podido saber este periódico, Garzón no escribió aquel artículo: fue José Francisco Mendi, responsable de Comunicación de IU entre 2000 y 2008 y hoy asesor del Consejo de Administración de RTVE; en concreto, de la consejera propuesta por IU en la Corporación pública, la periodista Teresa Aranguren. Las citadas fuentes afirman además que los que integrarán esa plataforma liderada por Garzón ya tienen registrados en la Red dominios como Absueltogarzon.com o Indultogarzon.com, en función del resultado de las tres causas abiertas contra el juez. Incluso el ex presidente brasileño Lula da Silva estaría barajando sumarse a la aventura.

“Hoy las calles se llenan de indignación activa y pacífica”, decía el artículo de Público. “Es más evidente que nunca que la democracia real no puede limitarse a la mera consulta electoral cada cuatro años”, continuaba, regalando los oídos de los manifestantes reiterando los tópicos de su argumentario. Y pedía expresamente sumarse a un movimiento al que “están llamados todos los demócratas que tanto lucharon por recuperar una democracia secuestrada durante 40 años de dictadura y todos los que la han consolidado”.

Con tal de echar leña demagógica al fuego de la indignación, el texto no dudaba en identificar resueltamente el antifranquismo con los jóvenes indignados del 15-M: “Hoy nuestra voz de indignados debe acompañar a todos/as aquellos/as que, a riesgo de sus vidas y de la pérdida de otros derechos fundamentales, se rebelaron a lo largo de la historia frente a los acontecimientos más adversos y violentos como el absolutismo o el fascismo, sea éste franquista, nazi o mussoliniano; frente a las dictaduras genocidas, sean estas como las de Chile y Argentina o las modernas que masacran a miles de personas”, remataba sin sonrojo Garzón. En su desmesura analógica, el articulista llega a comparar a los manifestantes con las víctimas de la caza de brujas del senador McCarthy y con las víctimas de ETA.

Incongruencias
Queda por ver cómo reaccionará el heterogéneo grupo de los “indignadanos”, por usar la terminología del autor del artículo, ante la postulación de Garzón para liderar el movimiento del 15-M. Porque el magistrado acumula una trayectoria escasamente congruente con las demandas del movimiento que ahora pretende encabezar. No es un hombre ajeno al establishment político –ese que denuncian los indignados–, puesto que hizo campaña por el PSOE de Felipe González y salió diputado en 1993, condición de la que dimitió porque aspiraba a un rango en el escalafón que González le escamoteó. Tampoco cuadra con las proclamas supuestamente regeneracionistas del 15-M quien está imputado por prevaricación al arrogarse competencia en la investigación de los crímenes del franquismo; por prevaricación y cohecho en favor del Banco Santander tras pedir financiación a Emilio Botín para sus cursos en la Universidad de Nueva York; y por prevaricación y vulneración de la intimidad por ordenar las escuchas ilegales del caso Gürtel.



Fuente: La Gaceta (www.intereconomia.com)