El Villarreal golea al Zaragoza.

Con tres goles como clavos, el Villarreal le hizo al Zaragoza un piyama de madera, eufemismo caribeño para el ataúd. Ahí dormirá una semana más el equipo de Aguirre, en la última plaza, cada vez menos Bela Lugosi y cada vez más Drácula. Lejos de todos salvo de su flagrante mediocridad. El autoritario triunfo del Villarreal tiene una explicación aparente (dos goles en apenas 20 minutos) y otra de fondo: un partido soberbio de sus cuatro medios, dueños del balón, del tiempo, los espacios y las finalizaciones.

Tras un prefacio con ocasiones de Lafita y Jorge López, el Villarreal dio un paso, sacó dos manos y tumbó al sparring. El golazo de Senna y un afortunado 0-2 de Cazorla. Goles sin contestación, ni inmediata ni diferida. El Zaragoza quedó deshecho. Antes tenía coraje. Ahora ni eso. Vive en una implacable condena a la que se ha encadenado Aguirre. El Villarreal gestionó todo con la calma de un jubilado de oro. Contini se borró con una roja, otro hachazo infame, ya su único fútbol, y Nilmar hizo el tercero. Nunca hubo pelea: era Tyson contra un manco.



Fuente: AS (www.as.com)