La lucha obrera. - La Nación Digital

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viernes, 24 de septiembre de 2010

La lucha obrera.

Le enseñé a mi novia un video sobre Adolf Hitler y le dije: "Antes la gente moría y luchaba por algo, todo parecía posible, pero ahora qué hace". Ella me respondió de forma natural, “morirse de viejo”. Mi carcajada no fue disimulada.

Siempre que salgo a la calle a pasear a mi perra o a hacer mis ejercicios físicos me encuentro con un ambiente de normalidad ajeno a lo que está ocurriendo. Yo mismo participo de ese ambiente, observando a todo el ganado. Por lo general, veo en las personas una desilusión deslumbrante, sobre todo porque el grifo de oro ya no gotea como antes. Y se han acostumbrado tanto a la comodidad que se han incapacitado para la lucha y el compromiso social; el objetivo de todo trabajador: su propio interés. ¡LA TIRANÍA DE LA LIBERTAD Y SUS EFECTOS! ¡Pero es que ya no se lucha ni siquiera por su propio interés! El trabajador simplemente traga, convencido de lo inútil de la disidencia o viviendo con conformidad.

Observo con desesperación cómo la clase obrera ya no es obrera ni proletaria, sino una clase "baja liberal"; es decir, el trabajador, sin conciencia de clase, se ha imbuido del espíritu independiente del capitalista, y posee más una mentalidad empresarial que obrera. Todos quieren propiedades, dinero, bienestar material, esa es la única aspiración de la mayoría, nada de ideales fundados en otros principios no materiales. El ideal marxista, el ideal materialista, se ha consumado; el beneficio máximo es lo que prevalece, no la calidad de las cosas y su valor justo; tener lo más posible es lo importante, no tener lo necesario; lo bueno es una sociedad de mercado y de consumo masivo, no un sociedad con mercado y grandes valores. Este mundo es tan rastrero que los mediocres y despreciables se encumbran como nuevo modelo de hombre ideal, el ladrón es justificado y el honrado calificado de tonto.


He aquí dos comentarios que escribí en un blog muy interesante, llamado Eurosocialismo, de mi amigo Schwarze, que os recomiendo visitar. En los comentarios reflexiono sobre el proletariado:


“(…) ¿Cuál es el proletariado? ¿Existe el proletariado? Para ser proletario hay que tener conciencia de ello y tener además conciencia política. El proletariado es escaso, exiguo. Si hay, sin embargo, una masa obrera elevada a la clase media y, por lo tanto, aburguesada y atolondrada sin conciencia proletaria y con una mentalidad más bien liberal en el sentido capitalista: el gusto por el dinero es la gran obsesión de las sociedades avanzadas. Sólo habrá un principio de “vuelta al proletariado” cuando se extinga esa mentalidad aburguesada que se ha apoderado de casi toda la sociedad.”

“Hay más motivos de la pérdida de la conciencia proletaria y la pérdida del espíritu de lucha: el haber perdido la espiritualidad patriótica, racial y ética de lo tradicionalmente europeo en pos de un bienestar que es exclusivamente materialista, que ya sabemos que es el ideal de todo progresismo. El bienestar, como me apuntó una vez León Riente, hay que relativizarlo. Hay que vivir con dignidad pero sin olvidar que lo que le hace grande a un hombre es la lucha y el sacrificio y no ver tele5 en el sofá.”

El próximo día 29 de septiembre hay anunciada una gran Huelga General. Una farsa orquestada por los sindicatos, sin duda para disimular su ineptitud y… yo creo que por vergüenza. La hacen en septiembre, seguramente porque los sindicalistas regresan de sus vacaciones. Yo me pregunto, ¿ahora? ¿Ahora vienen con lo de los sueldos indignos? ¿Ahora vienen con lo del trabajo digno? No se quejaban cuando las subvenciones caían del cielo generosas o se lucraban NEGOCIANDO LOS DESPIDOS. Porque eso es en lo que se han convertido los sindicatos, en unos simples mediadores entre la empresa y el trabajador, en meros negociadores de finiquitos y de despidos. ¡UN SINDICALISTA LUCHA POR EL TRABAJADOR Y LA MONTA PARDA DONDE SEA! Qué buenos fueron aquellos tiempos cuando el espíritu liberal temblaba ante el poder sindical, financiado por los propios trabajadores, entonces con conciencia de sus problemas. Actualmente, el sindicalismo dominante es el capital, es decir, el sistema; podríamos decir que el sindicato como tal no existe, ¡los sindicatos no son sindicatos!. Se hace necesario un sindicato nacionalista.

El obrero debe olvidarse del ideal burgués. Tantos bienes materiales solamente han hecho al trabajador más esclavo de los bancos y del capital. Mi tío, “propietario” (lo será cuando termine de pagar al banco las hipotecas) de un bar y una casa, me dijo que si no fuera por el banco no tendría casa ni un negocio. Pobre infeliz, que trabaja para el banco dándole un gran interés y encima dando las gracias. ¿No son el trabajo y la vivienda derechos constitucionales? ¿Por qué me priva el sistema de mis derechos? ¿Por qué tengo que mendigar al banco? Sueño con una sociedad donde cada persona tenga un trabajo respecto a sus méritos y capacidades, una vivienda donde criar a su prole, una sociedad con una banca pública, un país donde todos los medios productivos trabajen por el país y para el país y donde la propiedad privada sea abolida –o al menos controlada, pues ésta debería tener una orientación social y nacional… ¡el capital tendrá patria!-; pero eso sí, los bienes serán dirigidos por los ciudadanos en usufructo, por los individuos, no por el estado, ¡no al capitalismo de estado!, ¡no al marxismo! ¡Fuera la usura! ¡La propiedad privada no es sagrada! Los recursos son de todos los individuos de la nación.


Zapatero ha dicho que como no se hagan reformas en el sistema de pensiones, dentro de 10 o 15 años no estarán garantizadas.


Zapatero previene de que las pensiones tendrán problemas en diez o quince años


Nuestra generación es la más timada de la historia, ¡trabajando por nada! ¿No venían los inmigrantes a pagar pensiones? Pues ya veo que de poco han servido. ¡Ah!, es que no venían a trabajar, ¡venían a quedarse, a quedarse con lo nuestro, a crear partidos políticos…! Sin duda, las pensiones corren peligro y pasarán, en un futuro, por la privatización, así como la sanidad. El hombre cada vez más esclavo del capital y de sus políticos, mediocres gestores de los recursos públicos.

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