Zapatero tiende ya la mano a los sindicatos para intercambiar reforma por pensiones.

“Vengo a trabajar”, dijo José Luis Rodríguez Zapatero nada más llegar ayer al Congreso de los Diputados, y lo hizo, al menos, durante media hora. Ése fue el tiempo que estuvo sentado en su escaño. El resto de la jornada la pasó en su despacho del Palacio de La Moncloa. Ningún acto público figuró ayer en su agenda.

El presidente tuvo que someterse a la sesión de control al Gobierno de cada miércoles. La Cámara “no es una empresa”, como recordó José Bono en vísperas de la huelga, y por eso ayer le esperaban algunos diputados con ganas de preguntarle en tan señalada fecha. Algunos más que otros, la verdad.

El portavoz de Convergència i Unió (CiU), Josep Antoni Duran i Lleida, para recordarle al presidente que el “éxito de la huelga depende de que el Gobierno mantenga su política” a partir de hoy y “no utilice las pensiones para reconciliarse con los sindicatos”. El líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, enfundado ayer en guante blanco y haciendo sólo una leve mención a la jornada de huelga, para rememorar que España no para de perder competitividad y crear parados desde la llegada de Zapatero al poder.

El de ayer fue un día incómodo para los que se sientan en el banco azul. Lo fue para Celestino Corbacho, el ministro de Trabajo, que debía lidiar con el 29-S, colgado al teléfono constantemente.

El ministro contaba las horas que le quedaban al paro y también las que le quedan a él dentro del Gobierno antes de marcharse a Cataluña. Lo debió ser, también, para el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, el hombre que debía garantizar el derecho al trabajo. Ayer no pasó por el Congreso. Hombre acostumbrado a pasearse tranquilamente por los pasillos de la Cámara, donde se siente especialmente cómodo, ayer tuvo que recluirse en su despacho para dirigir el despliegue policial. Y resultó más relajado para José Blanco, el titular de Fomento, que ayer se paseaba de un lado a otro por el Congreso porque una semana antes del paro ya había negociado con los sindicatos los servicios mínimos del transporte.

Gabinete de huelga
En el Palacio de La Moncloa, la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, y el ministro de Trabajo se situaron al frente de un gabinete de seguimiento del paro que arrancó sus trabajos en la madrugada del 29-S y los cerró ayer, pasada ya la medianoche. Fue desde ahí desde donde Corbacho, hasta en tres comparecencias, habló de “normalidad” e “impacto desigual”. Todo con tal de evitar dar un dato de participación -algo que no ocurrió en las anteriores huelgas generales- para evitar otro enfrentamiento sindical.

Oficialmente, el presidente no se incorporó a lo largo del día a ninguna de esas reuniones que mantuvo el gabinete de seguimiento de la huelga. José Luis Rodríguez Zapatero, tal y como confesó él mismo, ya piensa más en el día después. Preguntado en los pasillos del Congreso sobre la intención del Gobierno de retomar el diálogo con los sindicatos tras el paro del 29-S aseguró que mantendrá los cauces de diálogo” porque ésa, según él, “siempre, es la obligación del Gobierno”.

Pensión por reforma
En eso anda ya el Gobierno, en administrar el día después a la huelga general que, según se vio obligado a aclarar el propio presidente, “él no la quiere, aunque la respeta”. Fuentes gubernamentales consultadas por LA GACETA aseguran que la estrategia del Ejecutivo pasa ahora por retomar el diálogo con las centrales sindicales “manteniendo casi intacta la reforma laboral” que se aprobó en junio pero “cediendo, a cambio, en la reforma de las pensiones”. Será labor del Gobierno pero no de Corbacho.

El ministro de Trabajo, casi como quien se quita un peso de encima, proclamó ayer alto y claro a un diputado del PP que “igual era la última vez que le preguntaba como ministro”. Corbacho, en el día más complicado de toda su carrera política, expresaba así un deseo que en breve puede que sea realidad. Fuentes socialistas apuntan que para el próximo puente del Pilar, ya habrá hecho la mudanza a Barcelona.



Fuente: La Gaceta (www.intereconomia.com)