A finales del pasado mes de Agosto sucedió aquello que era inevitable pero que siempre supe que pasaría. Por aquel entonces, en Toledo ya había hecho huella la vorágine revanchista y llena de odio de los llamados “defensores de la memoria histórica” eliminando las visitas guiadas acerca del asedio del Alcázar y prohibiendo que en el museo del Ejército construido en el mismo edificio se expusieran contenidos sobre Francisco Franco o la División Azul.
Sin embargo, la plaza de Zocodover, uno de los lugares más emblemáticos y conocidos de la ciudad, mantenía las tres merecidas placas en honor a Jose Antonio Primo de Rivera, el coronel Moscardó y el general Valera. Pues bien, las tres fueron retiradas por orden del ayuntamiento de Toledo (donde gobiernan en coalición PSOE e Izquierda Unida).
Dichas placas no molestaban a nadie…es más, ninguno de los transeúntes se fijaba en ellas. Eran recuerdos de una época pasada colgados en una pared, y estoy seguro de que si se hubiera preguntado a los viandantes uno por uno si sabían donde estaban, pocos hubieran podido decirlo con exactitud, y seguramente los habría que hasta desconocerían su existencia.
Y es que tienen memoria para lo que quieren. Por que para recordar la bandera de la URSS campando en Zocodover, mientras disparaban a los muros del Alcázar mucho antes de la llegada de los militares soviéticos, no están tan espabilados. Y tampoco lo están para recordar como se proclamó la II República (ocultando Azaña y sus allegados que habían perdido en las urnas a nivel nacional) y lo que sucedió en Asturias en 1934 (golpe de Estado por las armas llevado a cabo por el PSOE, asaltando incluso cuarteles de la guardia civil).
Al parecer, para el ayuntamiento de Toledo es un problema muy grave que haya placas de la época de la posguerra civil española. A los neofrentepopulistas del ayuntamiento les parece prioritario que sus ciudadanos vivan en una ciudad donde no haya ni una sola placa en honor a personajes políticamente contrarios a ellos, pero otros problemas, serios de verdad, no les preocupan. Como tampoco les debió de parecer muy grave que, en la víspera del Corpus Christi, un grupo de homosexuales pusieran en Zocodover su bandera, con la intención de insultar y ofender a los católicos que ponían en sus balcones las imágenes religiosas y las banderas de España. Por que es demasiada “casualidad” que a los homosexuales les dé por hacerse notar de esa manera el mismísimo día del Corpus Christi…
A pesar de lo que digan, Toledo no es una ciudad segura. Para empezar, salir un sábado noche por la Ciudad Imperial es como acudir a un safari a pie, corres el riesgo de ser atacado de improvisto y no salir vivo. El itinerario varía según la época del año: invierno y verano. En invierno, la gente se congrega en torno a la muralla, en el paseo de Recaredo, lugar donde en los últimos meses se producían peleas todas las noches. Y en verano, el lugar de congregación es el recinto ferial de la Peraleda, a las afueras de la ciudad, en unos aparcamientos donde apenas hay luz y cualquier día se producirán hechos más graves que las ocasionales peleas que nos podemos encontrar.
Eso solo para el sábado noche. Por que si queremos llegar a la ciudad en autobús, por motivos laborales o culturales, tenemos que tener cuidado al bajar en la estación, ya que es un lugar donde abundan los gitanos dedicados a robar carteras y los drogadictos pidiendo limosna. ¿El remedio del ayuntamiento?. Poner un par de policías en la parte de arriba, donde no hay ni un solo carterista, para vigilar a la gente que anda por la zona.
También existen otras zonas con fama de inseguras, como son el parque de las Tres Culturas y la zona del Polígono Industrial.
¿Acaso esto no son problemas de verdad, en lugar de unas placas en homenaje a unas personas?.
Y que no se me olvide el tema de la prostitución. Es muy habitual encontrar a mujeres de raza negra situadas en la rotonda que está debajo de la Puerta de Alfonso VI (Bisagra Vieja). No hace falta ser un lince para saber que si se sitúan ahí es por que ni la policía ni el ayuntamiento le pone pegas…y eso es algo preocupante. Una de las ciudades con mayor patrimonio cultural del mundo no puede dar esa imagen tan marginal, por que más que una ciudad española parece en ocasiones una de un país del Tercer Mundo.
Al lado tenemos el circo romano, abandonado y destrozado por las inclemencias del tiempo y las pintadas, lugar habitual de muchos individuos como fornicadero y escondite para trapichear con la droga. El ayuntamiento no ha puesto interés alguno en mantenerlo en buenas condiciones, sin embargo, si que se muestra muy preocupado en promocionar exposiciones sobre la cultura judía y en mantener en perfecto estado la Sinagoga del Tránsito y el busto de Samuel Leví (el judío tesorero de Pedro IV que robó dinero de las arcas de Castilla como le vino en gana, a lo mejor les recuerda a Zapatero solo que en “versión Edad Media”).
Según tengo entendido, entre los próximos proyectos del ayuntamiento está el derribar la avenida de la División Azul, un barrio construido durante la posguerra. Lo más seguro es que los del ayuntamiento así cumplan tres objetivos: eliminar el nombre de la División Azul del callejero toledano (si fuera una calle llamada Pablo Iglesias o Dolores Ibarruri estoy seguro de que la nueva urbanización se volvería a llamar igual), eliminar las viviendas de protección oficial construidas durante el franquismo y llevarse un buen pellizco para sus bolsillos.
Volviendo al tema del principio, podrán retirar las placas que quieran, pero no podrán cambiar la Historia de España. Jamás podrán cambiar que un 28 de Septiembre de 1936, ante un edificio destruido y en ruinas, el coronel Moscardó se presentaba ante el general Varela con el célebre: “mi general, sin novedad en el Alcázar”. Durante algo más de dos meses, el coronel Moscardó, apoyado por guardias civiles, falangistas y miembros de partidos católicos, se había atrincherado en el Alcázar, liderando a los sublevados que estaban a su disposición y resistiendo fieramente a los milicianos marxistas del Frente Popular. Tal y como cuenta el escritor falangista Agustín de Foxá en su novela “Madrid de corte a checa”, la prensa republicana había publicado la rendición de los sublevados varias veces, y sin embargo, cuando habían logrado derribar los muros, los sitiados habían salido de entre las piedras disparando y dejando claro al enemigo que aquello no bastaba para acabar con ellos. Y precisamente es el valor de esos hombres que salían de entre las ruinas lo que el PSOE e Izquierda Unida no pueden borrar por muchas placas que retiren.
viernes, 24 de septiembre de 2010
Placas retiradas, problemas serios y bellos recuerdos.
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