A lo largo de la Historia, la izquierda se ha adueñado y apoderado de la patente de muchas cosas: la primera, la defensa de los trabajadores y la reparación de las injusticias; la segunda, la esperanza de “un futuro mejor”; y la tercera, la filosofía. En estos momentos solo se me ocurren esas…aunque alguna más habrá.
Como no me gusta centrarme mucho en un tema (considero que toda mi genialidad debe ser empleada para tratar sobre varios temas a la vez) creo que lo mejor será abordar el tema de la filosofía.
Filosofía significa “amor a la sabiduría”, y ya solo con el título podemos imaginarnos de por qué la izquierda se ha adueñado de tan bella materia. Alguna que otra vez he tenido la oportunidad de escuchar que “la filosofía es contraria a la religión por qué esta impone las cosas mientras la filosofía obliga a pensar”, junto con alabanzas al nefasto judío de Karl Marx y su doctrina (que si de verdad fuera tan “incorrecta” como ellos se creen jamás se impartiría en un centro de enseñanza. ¿Por qué se creen que las teorías de Mussolini, Hitler o José Antonio están proscritas en nuestro sistema educativo, o mejor dicho, por qué son injuriadas y manipuladas hasta la saciedad).
Ahora que menciono la filosofía como materia del sistema educativo…he de denunciar que éste la convierte en una asignatura aburrida y con un nulo interés por parte del alumno (que ya de por si suele ser inculto la mayoría de las veces) excepto en periodos de examen. En mi caso, recuerdo que esas clases eran de lo más pesadas a primera hora, y la ideología marxista de la profesora no las hacía mucho más atractivas, desde luego (al menos me despaché diciendo delante de la maestra que “Mi lucha” me había parecido un libro muy entretenido).
Sin embargo, informándome por mi cuenta, reconozco haber sentido simpatía y cosas en común con varios personajes que aparecen en ese tipo de libros: Platón (su teoría política la considero un precedente del fascismo del siglo XX), Maquiavelo (una teoría política realista sobre la que llevo tiempo queriendo escribir, su obra “El príncipe” es genial), Nietzsche (pese a su crítica hacia el cristianismo, considero interesante su amor por la vida y la búsqueda de nuevos valores frente a la sociedad decadente) y Ortega y Gasset. Seguramente haya muchos más dignos de ser estudiados, pero por ahora, voy a centrarme en el español.
José Ortega y Gasset creció en un ambiente de burgueses de clase alta, lo que marcaría posteriormente su desconfianza hacia la gente de condición social más baja (creo que este es el único reproche que puedo hacer a su persona, ya que desprecio en gran medida el darwinismo social que considera mejores a unos por nacer en una familia rica, el tiempo pone a cada uno en el lugar que le corresponde). De tendencias liberales, fue uno de aquellos que recibió la llegada de la II República con ilusión para llevarse la decepción de su vida (es lo que sucede cuando te alias con los marxistas). Años antes, había escrito artículos sobre España desde una perspectiva diferente a la de la Generación del 98: los artículos de Ortega eran de un corte liberal que añoraba parecerse a los gobiernos europeos burgueses.
Algunos se preguntarán como me puede caer bien un señor así. Pues muy sencillo: Ortega y Gasset (aunque esto escandalice a muchos) fue el precursor del nacionalsindicalismo. Ramiro Ledesma fue uno de sus alumnos durante su etapa universitaria (ambos se tuvieron un gran respeto, Ortega dijo tras enterarse de su muerte de que “no habían matado a un hombre, sino a la inteligencia”) y José Antonio Primo de Rivera hablaba en sus escritos de problemas y soluciones para España muy semejantes a las propuestas por el filósofo español. Estoy seguro de que Ortega, al igual que Unamuno, habría sido falangista de ser algunos años más joven.
Pero si he mencionado a Ortega no ha sido para hablar de política. Esta vez quiero hablar de filosofía, concretamente del sentido de la vida y como esta nos marca, además de que hay temas relacionados con sus ideas acerca de los que llevo tiempo meditando. Aquí muestro unas frases de Ortega acerca del tema:
“La vida es una serie de colisiones con el futuro; no es una suma de lo que hemos sido, sino de lo que anhelamos ser”.
“No somos disparados a la existencia como una bala de fusil cuya trayectoria está absolutamente determinada. Es falso decir que lo que nos determina son las circunstancias. Al contrario, las circunstancias son el dilema ante el cual tenemos que decidirnos. Pero el que decide es nuestro carácter”.
“La vida cobra sentido cuando se hace de ella una aspiración a no renunciar a nada”.
“Algunas personas enfocan su vida de modo que viven con entremeses y guarniciones. El plato principal nunca lo conocen”.
“Yo soy yo y mi circunstancia”.
“Quien en nombre de la libertad renuncia a ser el que tiene que ser, ya se ha matado en vida: es un suicida en pie. Su existencia consistirá en una perpetua fuga de la única realidad que podía ser”.
“La vida humana eterna sería insoportable. Cobra valor precisamente porque su brevedad la aprieta, densifica y hace compacta”.
“La vida nos ha sido dada, pero no nos ha sido dada hecha”.
Una vez expuestas las ideas de Ortega, podríamos comenzar diciendo que el hombre no es libre. El hombre nace y a lo largo de su vida se ve obligado a ir eligiendo lo que hace o deja de hacer (también puede elegir quitarse la vida, es otra manera de elegir solo que más trágica). Nadie nos pregunta si queremos nacer, son nuestros padres los que nos traen a este mundo (lo que yo de vez en cuando llamo irónicamente “la mísera existencia”). Una vez crecemos y nos vemos inmersos en la obligación de elegir, las circunstancias de la vida (familia, amistades y demás personas con las que nos relacionamos) van marcando nuestra manera de ser y de pensar.
He dicho que el hombre no es libre. Y es verdad. La libertad como tal únicamente se encuentra en el estado de naturaleza. Todo aquel ser humano que quiera ser libre debe de irse a un lugar recóndito donde no pueda entablar contacto con ningún ser humano y alejarse de nuestra sociedad, renunciando a trabajar, tener amigos y una familia. Al vivir en una sociedad renunciamos a la libertad en pos de nuestro bien. Como seres racionales y sociales, debemos despreciar el sentimiento de libertad en beneficio del de comunidad. Frente al estado de naturaleza propugnado por el anarquismo debemos imponer el estado fascista, cumbre máxima de la sociedad humana. Una comunidad bien organizada y que busque el bienestar de sus ciudadanos (por supuesto, no el bienestar como lo entendemos hoy con el estado democrático) será siempre mucho mejor que un individuo aislado buscándose solo la vida (en cuanto se junten en número reducido de varios individuos se establecerá una jerarquía social que eliminará el estado de naturaleza).
Lo reconozco: no me considero libre. Estoy atado a mi familia, mis estudios y mi sociedad. Pero soy feliz así. Me siento seguro de saber que no tengo que vivir solo recolectando mi alimento y matando animales que cuadriplican mi peso para poder comer y abrigarme. Y es que hasta sociedad tan decadente como esta puede proporcionarme los medios suficientes para poder desarrollarme como ser humano y explotar todo lo que pueda mi personalidad. Por lo tanto lo expreso alto y claro: ¡Muera la libertad!. ¡Viva la sociedad humana! (no es la que me gustaría, pero menos da una piedra). Pero que nadie se piense que me considero esclavo. Si es cierto que el Sistema nos esclaviza bajo la apariencia de la “libertad”…pero toda sociedad siempre dispone de una serie de permisos más o menos reducidos para sus ciudadanos.
Volviendo al tema de la vida, creo que me centraré en la fase más conocida de Ortega. “Yo soy yo y mi circunstancia”. Siempre tuve mucha curiosidad con esta frase. Creo que todo el mundo deberíamos reflexionar sobre ella. Lo que somos, lo que sentimos, lo que pensamos, lo que queremos…todo nos lo marca la vida que nos vemos obligados a vivir. Y tal y como opinaba Ortega, siempre anhelamos ser algo que no somos: el pobre anhela ser rico; el rico, poderoso; el poderoso…a saber que anhelará ese. Lo que es seguro es que la circunstancia que nos vemos obligados a vivir y nuestros deseos son los que nos marcan. Y el que no se lo crea, que haga esto:
¿Cómo te defines políticamente? (en mi caso, nacionalsindicalismo).
¿Como surgió ese sentimiento dentro de ti? (siempre tuve una conciencia de ser español, me parecía mal que en Cataluña hubiera gente que quisiera independizarse).
¿Por qué piensas que esa ideología te parecía la más correcta? (el nacionalsindicalismo une el patriotismo español con los cambios económicos, y una vez se conoce uno se da cuenta de que no es una doctrina de “señoritos”).
¿Qué tipo de compañías tuviste? (progresistas con mejor posición económica que la de un servidor que presumían de obrerismo y de ser muy apátridas que me mostraron la gran cantidad de defectos que posee esa gente).
¿Qué defendía tu familia? (apolíticos del montón y católicos poco practicantes, por no decir nulos la mayoría, que siempre respetaron mi forma de pensar).
Como es lógico, si una persona se sintiera española, pero creciera en el seno de una familia de burgueses socialistas, difícil es que pudiera acabar siendo nacionalsindicalista, ya que la familia “progre” jamás se perdonaría el no introducir en su secta particular a uno de “los suyos”.
Por poner unos ejemplos de la influencia en la vida de circunstancias y deseos, si el general Miguel Primo de Rivera no hubiera sido despreciado por la corona y las oligarquías terratenientes, José Antonio jamás habría fundado Falange, por qué no hubiera tenido que defender el nombre de su padre; si Robert Louis Stevenson no hubiese sido un joven enfermizo, jamás habría escrito novelas de aventuras; si Mozart no hubiera muerte joven, quizá podría haber compuesto más obras o no se habría convertido en un mito de la música; si Miguel Hernández no hubiese muerto en un prisión en la posguerra, quizá ahora los “progres” no le dedicarían tantos homenajes; y si los Reyes Católicos no hubiesen terminado la Reconquista, puede que los musulmanes hubieran regresado a España hace dos siglos…
Hay que dejar claro que una vida sin un objetivo no tiene sentido. Y actualmente es lo que sucede. ¿Qué objetivos tiene nuestra juventud?. Emborracharse el sábado, acudir a la fiesta que organizan anualmente ciertos colectivos sectarios…si acaso, lo más motivante, el logro de su vida, sea acostarse con X persona y luego no querer saber nada de ella.
Una vida sin un objetivo noble no merece ser vivida. Una vida así solo es un estorbo para el resto de la sociedad. Todo hombre está destinado a ocupar un lugar en su comunidad. Independientemente de la importancia, todo ser humano debería ser querer ser útil. Por lo tanto, todos aquellos que únicamente viven para emborracharse y drogarse (lo del sábado lo puedo llegar a entender en el caso del alcohol, pero todos los días no) deben de ser eliminados de nuestra sociedad. Y para ello no hay nada mejor que invertir en centros de re-educación (que luego debería de pagar el ingresado trabajando en el futuro) y en el sistema educativo como tal.
Volviendo a los objetivos nobles…¿Cuáles son?. Yo diría que todos aquellos orientados al bien de la comunidad: casarse y tener hijos, ser alguien socialmente importante y respetado, luchar contra aquellos que supongan un peligro para la comunidad, defender el nombre de Dios en la Tierra…cualquiera de estos vale. Hay que ser ambiciosos, pero entendiendo la ambición como algo que busque el bien de toda la comunidad, y no el propio provecho basado en la arrogancia y la avaricia.
La vida en la Tierra no es eterna. Todo ser humano tiene su tiempo para cumplir su función en la sociedad. Irremediablemente llega el destino trágico de “la mísera existencia”: la muerte. En la vida eterna supongo que no habrá ni tiempo ni espacio, pero aquí si. De momento, a mi generación se le asegura el vivir hasta los 80 años. Supongo que si seguimos sufriendo la invasión musulmana, llegará un día en que acaben conmigo aprovechando mi deterioro físico…entonces viviría hasta los 60. Y siempre podría suceder que los progresistas provoquen otra Guerra Civil tras la muerte de Juan Carlos I (estoy seguro de que tras el fallecimiento del actual monarca toda Europa se encontrará en la misma situación que la Europa de 1918-1939) y me acaben liquidando con una edad que rondara entre 25 y 30 años…aunque seguro que si fuera por algunos, me moriría ya mismo.
Como no me gusta jugar a la bruja Lola, prefiero dejar mi destino y mi “mísera existencia” en manos de Dios…Él sabrá mejor que yo sobre que hacer con ella.
viernes, 12 de noviembre de 2010
Filosofando con Ortega.
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