El Baúl de la Historia: "El Concilio de Trento". - La Nación Digital

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miércoles, 9 de noviembre de 2011

El Baúl de la Historia: "El Concilio de Trento".

El Concilio de Trento fue la asamblea que se desarrolló a mediados del siglo XVI en Trento, ciudad del norte de Italia entonces regida por un príncipe-obispo.

En aquél siglo la religión cristiana se encontraba dividida entre católicos y protestantes, y Europa se encontraba sumida en una guerra contra los turcos, contra quienes se debía luchar. Por lo tanto, había que unificar a los católicos y a los protestantes para poder hacer frente a los turcos, iniciativa que fue tomada por el emperador Carlos V del Sacro Imperio Romano Germánico y Carlos I de España.

Su propuesta y sus intentos de unificación no tuvieron mucho éxito, pero finalmente, en 1537, se celebró en Mantua el primer concilio organizado por el Papa Pablo III. Por varios motivos este concilio se tuvo que aplazar varias veces por varios motivos, como por ejemplo la negación de apoyo al Concilio por parte del rey Enrique VIII de Inglaterra y del rey Francisco I de Francia y del progresivo distanciamiento entre el Papa Pablo III y el emperador Carlos V.

En 1545 se reabrió el Concilio, esta vez en la ciudad de Trento, y dos años más tarde, en 1547, se trasladó a Bolonia debido a una plaga que acechó la ciudad. No obstante los obispos no quisieron desplazarse y el Concilio tuvo que aplazarse de forma indefinida.

En este Concilio se trazaron los lineamientos de las reformas católicas, lo que más tarde se conocería como Contrarreforma.

El nuevo Papa Julio III, quien fue nombrado Papa en 1550, reabrió el Concilio, nuevamente en Trento, en 1551. Fueron pocas las sesiones que se celebraron en este Concilio, pues el aliado de Carlos V, Mauricio de Sajonia, atacó las tropas imperiales y avanzó sobre el Tirol poniendo en peligro a la ciudad de Trento, por lo que el Concilio tuvo que interrumpirse en 1552.

Durante estos dos períodos se negoció una paz entre el emperador Carlos V y el rey Francisco I de Francia en la ciudad de Niza.

El último Papa que reabrió el Concilio para unificar a católicos y a protestantes fue el Papa Pío IV, quien fue nombrado Papa en 1559. Antes que él, hubo dos Papas más: Marcelo II, quien tuvo un corto mandato, y el Papa Pablo IV, nombrado Papa en 1555 y quien no convocó la continuación del Concilio; sólo se dedicó a reformar la Iglesia.

El Papa Pío IV reabrió el Concilio en 1562, el cual siguió hasta su clausura en 1563. Este Concilio contó con la oposición de los protestantes a una nueva reapertura del Concilio.

Antes de su abdicación, el emperador Carlos V intentó representar todas las partes en el Concilio, aunque realmente los protestantes sólo tenían derecho a voz y no a voto debido a su excomulgación.

Fue un Concilio realmente difícil, puesto que, como se ha dicho anteriormente, éste se tuvo que celebrar en numerosas sesiones debido a las numerosas

interrupciones por distintos motivos, y, además, el número de asistentes varió considerablemente durante los tres períodos.

Tras la clausura del Concilio quedó establecido que los obispos debían tener una buena capacidad y unas buenas condiciones éticas, no podían acumular beneficios y debían residir en su diócesis y se estableció la creación de seminarios para la formación de sacerdotes y se obligó a los párrocos a predicar los domingos y los días de fiesta y se reafirmó la jerarquía eclesiástica siendo el Papa la máxima autoridad de la Iglesia. Al mismo tiempo, la Iglesia se opuso a las tesis de Lutero y de Calvino y se reafirmó la validez de los Siete Sacramentos entre otros temas sagrados.

Para cumplir sus mandatos se creó la Congregación del Concilio, dándolos a conocer a través de lo que se conoce como “Catecismo del Concilio de Trento”.

Con todo esto, el Concilio de Trento no consiguió reunificar a los católicos y a los protestantes; no obstante, éste mismo supuso una profunda transformación para la Iglesia Católica. Por ejemplo, se reestableció el rito de la ciudad de Roma, conocido como Misa Tridentina, como rito de toda la Iglesia Católica y también se eliminaron la venta de indulgencias y se reformaron la administración y la disciplina eclesiástica.



Helena López

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