
Reza el refranero popular español, que "a todos los cerdos les llega su San Martín". Ójala se tradujera en una realidad, sin embargo hoy es 11 de noviembre, día de la susodicha festividad y ninguno de los problemas que nos afectan a los españoles han desaparecido, políticos incluidos.
Esa tarea y ansiado anhelo de devolver a la patria su empañado esplendor, desde la más insignificante a la más formidable de sus cualidades, no le corresponde ser llevada a cabo por ninguna divinidad que haga el trabajo arduo y engorroso. Esa tarea de edificación nacional nos corresponde a nosotros, los jóvenes.
El carácter revolucionario e ingobernable de los falangistas que nos precedieron debe ser para los jóvenes falangistas un espejo en el que retratarnos, más aún en estos tiempos que nos toca vivir, donde la mezquindad de los políticos supera con creces la mayor de las indecencias y donde con artes barriobajeras, pero amparados en sus propias leyes, recortan derechos laborales, privatizan servicios públicos nacionales, excluyen de esta falsa democracia a un gran número de candidaturas y organizaciones políticas, negando así la libertad y el derecho a elegir a miles de españoles. Negando así la democracia y Estado de bienestar que dicen defender.
Nuestro deber es recoger todas las muestras de coraje que mostraron nuestros antecesores y que parecemos haber olvidado los españoles, para hacer frente sin tapujos ni complejos a la dictadura encubierta que se nos ha impuesto por parte de todos los partidos políticos del arco parlamentario. Todos, sin exceptuar ninguno.
La revolución de José Antonio jamás llegó, ni la de Ramiro, ni la de Onésimo, ni la de tantos otros camaradas que dejaron su vida y esfuerzos en el camino, y sin lugar a dudas, esta zancadilla electoral que han sacado de la manga los charlatanes circenses de cara blanca y roja nariz de nuestra política, no será la que evite que los falangistas permanezcamos trabajando por la revolución nacional sindicalista, esta zancadilla no hace sino reafirmarnos en nuestras convicciones y empujarnos a estar a pie de calle, más presentes que nunca. A más trabas, más presencia. A más represión, más contundencia.
Sólo así lograremos que un 11 de noviembre podamos festejar todos los españoles, el haber acabado con esa cochiquera en que se ha convertido la vida política española.
Fuente: Web de FE-JONS (www.falange.es)
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