El Villarreal se lleva un polémico partido ante el Atlético de Madrid. - La Nación Digital

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lunes, 25 de octubre de 2010

El Villarreal se lleva un polémico partido ante el Atlético de Madrid.

Maravilloso. Magnífico. Un partidazo. Villarreal y Atlético interpretaron ayer un canto al fútbol en El Madrigal. Lástima que en la sinfonía balompédica se colara un intruso con un silbato fasdiándolo todo. Sin la flojísima actuación de Ramírez Domínguez (se va a congelar en la nevera, fijo) la noche habría sido perfecta. Nunca se sabrá cuál hubiera sido el marcador con un árbitro justo. Porque el primer tiempo fue para el Atlético y el segundo para el Villarreal. Ambos merecieron ganar por sus elegantes y brillantes propuestas.

Los dos equipos hicieron todo lo posible por hacerlo bien y el árbitro lo hizo rematadamente mal. Hasta tres penaltis a favor del Atético, e incluso, uno para el Villarreal, pudo señalar Ramírez Domínguez y no quiso pitarlos.

Buen planteamiento.
Quique cambió el guión que se esperaba del partido con un gran planteamiento. Sacó al Atlético arriba, a adueñarse del juego desde el primer minuto y pasó la misión del contragolpe al Villarreal. Durante los primeros ocho minutos, el Atlético fue muy superior al conjunto amarillo en toque, intensidad, velocidad y desborde. Pero la primera vez que se aproximó Nilmar, en una arrancada potente y veloz desde la línea del centro del campo, dio un pase interior perfecto a Cani para que el maño batiera a De Gea en la salida. El Atlético siguió a lo suyo y no se descompuso por el excesivo castigo en el marcador. Tampoco se lamentó del posible penalti de Bruno que no señaló Ramírez Domínguez en el primer minuto de juego ni del milimétrico fuera de juego que había señalado a los dos minutos anulando un gol del Kun. El Atlético gustaba y se gustaba con Raúl García mandando, Reyes desbordando, Ujfalusi incorporándose siempre con criterio y poderío y el Kun marcando la diferencia siempre que le llegaba el balón.

Cada vez que el Villarreal recuperaba la pelota, tocaba como los ángeles, aunque le faltaba profundidad y no volvió a rematar entre los tres palos hasta el minuto 42 por mediación de Cazorla, mientras el Atlético había llegado con más peligro, pero con poca puntería.

El primer tiempo fue cíclico. Acabó con otro más que posible penalti de Gonzalo sobre Agüero en el que Ramírez Domínguez se inhibió y no quiso pitar la pena máxima. Como dice Urizar Azpitarte, hay árbitros que pitan y piensan lo que han pitado y otros colegiados que piensan y luego deciden lo que pitan. Y eso hizo el árbitro de anoche, que vio el penalti y señaló el descanso.

Garrido tomó nota del brillante plan de Quique en el primer acto e indicó a los suyos que eran ellos los que debían mandar en la reanudación. Y empezaron a imponer su fútbol de toque con mayor acierto que el Atlético de cara a gol porque Cani, en figura, centró bien al área a Rossi, quien metió cuerpo muy bien, ganó la posición a Godín y se revolvió para batir a De Gea.

El Villarreal siguió jugando bien y el Atlético, también. Capdevila derribó al Kun y Ramírez Domínguez volvió a desafinar. Luego fue Filipe el que pudo hacer falta en el área a Ángel. Quique, desde el palco por su expulsión, buscó la victoria con un doble cambio acertado. Dio entrada a Forlán y Tiago. Ganó bien el Villarreal, pero el Atlético también mereció el triunfo.



Fuente: AS (www.as.com)

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