Cuando un equipo como el Barça sale enchufado como ayer, el rival, lo máximo que puede hacer es taparse y esperar que no le caigan cinco. Les cayeron. Comandados por Villa y Messi, los barcelonistas atropellaron a un Sevilla que nunca dio la sensación, no ya de remontar, sino de pasar del centro del campo. El Barcelona le endosó al Sevilla una manita de intensidad que acabó con un 5-0 que deja bien claro que la máquina del campeón está llegando a su punto óptimo.
El Sevilla debió sentirse ayer en el Camp Nou como los tejanos que al mando de Davy Crockett y Sam Houston defendieron el fuerte de El Alamo en 1836. El Barça tocó a degüello dejando claro que no quería prisioneros y los de Manzano pasaron al principio del partido sus primeros quince minutos en mucho tiempo. La salida del Barça no fue intensa, fue lo siguiente. Los sevillistas apenas pudieron dedicarse a otra cosa que no fuera evitar el desastre.
A los cuatro minutos, cuando el Sevilla aúnno había logrado pasar del centro del campo, Messi recogió una pelota perdida tras una serie de rechaces para marcar el 1-0. La primera providencia de Guardiola se había cumplido y el Barça había logrado su objetivo de amedrentar al rival desde el inicio, pero faltaba aprobar la asignatura que había suspendido en partidos anteriores: cerrarlos pronto.
Conscientes de esta circunstancia, los jugadores barcelonistas no bajaron la guardia y siguieron apretando el acelerador. No dejaron que el Sevilla levantara cabeza.
Gol de Villa.
Y con el Barcelona crecido como antaño cuando el equipo barcelonista olía la sangre del rival, los de Guardiola siguieron apretando ante el desespero de un Sevilla que achicaba más agua que los camareros del Titanic.
Corría el minuto 23 de la primera parte cuando el asturiano controló un balón por la derecha, encaró a Dabo y colocó con su pierna izquierda, la mala (menos mal) un zurriagazo ante el que nada pudo hacer Javi Varas. Era el 2-0 y el partido quedaba visto para sentencia, a no ser que el Barça decidiera pillar una pájara. Y, sinceramente, el paisaje apuntaba más a goleada que a remontada.
Y más claro se puso el panorama a favor de los colores barcelonistas cuando Pedro le hizo un regate de fantasía a Konko y el defensa sevillista se fue al suelo pidiendo a gritos la segunda tarjeta amarilla. La primera, justo es decirlo, había sido más que rigurosa.
En inferioridad y con toda la segunda parte por delante, Manzano decidió taparse y evitar una goleada que mancharía aún más la sensible moral de su equipo, pero no lo logró. Su plan no le sirvió para nada porque un error infantil de Romaric le costó el tercer gol al Sevilla. Alves, que es un señor cuando le conviene, se abstuvo de celebrar el tanto.
Con la victoria ya segura en el zurrón, Guardiola retiró del campo a Xavi cuando quedaba media hora por disputarse. Parecía que el encuentro estaba ya en los minutos de la basura y que el Barcelona pensaba más en la Champions. Pero en el equipo quedaban dos tiburones con más hambre. Messi y Villa no pararon hasta poner el 5-0 en el marcador.
Fuente: AS (www.as.com)
domingo, 31 de octubre de 2010
El Barcelona hace una manita al Sevilla.
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