Se ha instalado la costumbre de abuchear a Cristiano en sus apariciones en campo contrario, con insultos zafios y nada ocurrentes que mezclan la nacionalidad con la parentela. A falta de otros cargos, la razón es que Cristiano es un chulo, simplemente. Digamos, por tanto, que no se trata de un asunto personal, sino de una condena (muchos años reprimida, a tenor de la inquina) contra los chulos del mundo, guapos de playa y demás individuos que rompen la pana.
Nada más lejos de mi intención que coartar la libertad de expresión de quien paga por una localidad la entrada de un piso. Sin embargo, deberían saber los vociferantes que este chulo es un futbolista extraordinario y, en su doble condición de genio y chuleta, no suele marcharse sin ajustar cuentas. Con goles, ya se sabe.
Ayer Cristiano provocó el primer tanto y marcó los dos siguientes. También pudo apuntarse el cuarto, un topo lo impidió. Es difícil demostrar que en cada una de esas acciones se sintió estimulado por los reproches de una parte de la grada. Y como tan difícil como demostrarlo es rebatirlo, yo diré que el trallazo que luego propició el gol de Di María fue impulsado con el empeine y con la rabia de Cristiano.
Su reacción y posterior celebración, la mano en una oreja, a ver qué gritan ahora (algo chulesco, no se puede negar), recordó una respuesta similar del Ronaldo del Barça en campo del Betis, hace 14 temporadas ya. Le mentaron a la novia y mandó callar con un gol que sonó como un trueno. Entendido el mensaje, sus detractores olvidaron su corazón y, sólo años más tarde, se centraron en sus michelines. Recomiendo un reciclaje parecido. No aplaudan los goles a pares de Cristiano si su religión se lo impide; sean pacientes y esperen a que engorde. Pero, de momento, no se metan con él. Es peor.
Tampoco sería completamente exacto afirmar que fue Cristiano quien ganó al partido. Resultó un actor necesario, imprescindible, pero la película fue coral. Fue el Madrid, como bloque, quien sacó del campo al Hércules en la segunda parte, fue el Madrid al completo quien agotó sus fuerzas hasta dejarle sin ninguna. Esa forma de vencer aun antes de marcar los goles no la teníamos documentada. Y sucedió anoche. El Hércules demostró que es posible poner contra las cuerdas al Madrid, marcarle a los dos minutos y volarle el sombrero a base de contraataques. Lo imposible es sostener el plan durante 90 minutos.
Agotados.
El noble intento del Hércules y su entrenador se quedó sin carburante en la segunda mitad. Se puede jugar un rato como el Madrid, pero no se puede correr tanto. De modo que, aculado en tablas, con Valdez y Thomert malheridos, al anfitrión sólo le quedó morir bonito. Primero marcó Di María, hecho que coincidió (y esto es irónica cursiva) con su reubicación en la banda zurda, la suya. Luego llegaron los goles de Cristiano, ambos tocados por Benzema.
Esa fue la otra conquista del Madrid, hacer partícipe al hermano introvertido, achucharle después, como si el mérito hubiera suyo, ánimo Karim, cualquier día marcarás tú los goles y te insultarán a ti.
Fuente: AS (www.as.com)
domingo, 31 de octubre de 2010
El Real Madrid remonta ante el Hércules gracias a un gran Cristiano Ronaldo.
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