El fin de las misiones de combate en Irak llega en uno de los momentos de mayor inestabilidad en el país árabe. La violencia de grupos insurgentes –535 muertos en julio–, las luchas sectarias, las divisiones étnicas y la falta de un Gobierno –cinco meses después de los comicios los partidos han sido incapaces de formar una coalición capaz de gobernar– hacen de Irak un país sumergido en el caos.
Aunque todavía hay 50.000 soldados estadounidenses sobre el terreno, sobre todo para labores de adiestramiento, los ciudadanos iraquíes están convencidos de que la violencia aumentará notablemente. “El Ejército iraquí no es fuerte para afrontar la seguridad”, aseguraba a Efe el taxista iraquí Chamel Abdalá.
De hecho, el propio jefe del Estado Mayor iraquí, general Babakar Zibari, reconoció que el Ejército no estaba preparado para asumir todas las misiones y que no estaría consolidado hasta el 2020.
Seis de cada 10 iraquíes creen que este no es el momento indicado para que se retiren las tropas norteamericanas del país, según una encuesta publicada por el Centro de Investigación Asharq. La mayoría se siente traicionada y decepcionada y cree que al presidente nortamericano, Barack Obama, “no le importa Irak”.
Este sentimiento de traición no es de extrañar pues Estados Unidos deja un país totalmente corrupto, sin Gobierno, y con pocas esperanzas de que se forme en un corto periodo de tiempo. Los plazos fijados por la Constitución para formar el Ejecutivo vencieron hace ya tres meses y deberían haberse convocado nuevos comicios.
En un último intento, sin éxito visible, por dejar el país con un Gobierno establecido, el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, se reunió ayer durante su visita a Bagdad con los principales dirigentes iraquíes, especialmente los jefes de las dos principales listas en el Parlamento, el primer ministro iraquí –ahora en funciones–, Nuri Al-Maliki, y el ex jefe de Gobierno Iyad Allawi –vencedor en los comicios de marzo con 91 escaños de los 325 que componen el Parlamento–, a cuyas ambiciones algunos atribuyen la actual situación de bloqueo político en el país.
A todo esto se le suma la gran crisis económica que está atravesando el país. El descenso de la violencia no consigue atraer la inversión extranjera que necesita la economía iraquí para funcionar. Además, cerca del 30% de los iraquíes carece de trabajo fijo y un 23% tiene que sobrevivir con 2,2 dólares al día.
El drama humano se completa con los refugiados. Un millón de iraquíes está aún refugiado en el exterior y 1,55 millones son desplazados internos, instalados en asentamientos sin condiciones.
Con estos datos, el primer ministro en funciones se atreve a decir que Irak es ya un país “independiente”.
Fuente: La Gaceta (www.intereconomia.com)
miércoles, 1 de septiembre de 2010
Obama deja un Irak pobre, violento y sin Gobierno.
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