El Barcelona es el supercampeón de Europa tras vencer al Oporto. - La Nación Digital

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sábado, 27 de agosto de 2011

El Barcelona es el supercampeón de Europa tras vencer al Oporto.

La Liga no ha comenzado y el Barcelona ya se ha vestido de gala en dos ocasiones. Venció a su máximo rival en la Supercopa de España y hoy se ha proclamado supercampeón de Europa ante un Oporto desarmado la mayor parte del partido. La lista de récords derribados con la obtención de la cuarta Supercopa de Europa es inmensa. Guardiola supera al mítico Cruyff, Xavi pasa a Amor y ya es el barcelonista con más títulos en su poder (18), el Barça supera al Milán en títulos europeos, Messi consiguió marcar también en Supercopa (ya ha marcado en todas las competiciones)...

A estas alturas, después de tres años, poco discuten que el juego del Barcelona es el más seductor, que su insignia, Messi, sigue siendo el futbolista más desequilibrante del mundo y además ahora el barcelonismo puede alardear de entrenador porque Guardiola, con la Supercopa de Europa alzada en Mónaco, se convierte automáticamente en el mejor entrenador de la historia del Barça. Un trienio le ha bastado para adelantar por la derecha a Johan Cruyff (ocho años necesitó el holandés para alzar once títulos) y todo hace indicar que el zurrón podría coger peso este año.

Obviamente Guardiola no tiene todo el mérito. Está respaldado por una plantilla que esta noche se sobrepuso de nuevo a las bajas y sacó adelante un partido con todas las de la ley. Tras unos primeros minutos de cierta imprecisión en la salida del balón, los azulgrana tomaron el mando del encuentro hasta conseguir desquiciar al equipo portugués. Messi, al filo del descanso, se aprovechó de un regalo de Guarín y desde entonces el Barcelona ya no soltó el mando del encuentro. Mantuvo su fútbol de toque toda la segunda parte y Fábregas cerró el título a escasos minutos del final.

Era una Supercopa de Europa más jugosa de lo normal. Ambos equipos practican un fútbol atractivo y viven instalados en la monotonía del triunfo. Del Barcelona poco se puede decir ya, casi todos los superlativos se han escrito en crónicas y pronunciado en resúmenes. Y el Oporto va, o iba, en ese camino. Porque los 'dragones azules' dieron una lección de fútbol durante la pasada campaña ganando todo lo que se ponía a tiro. Ahora, con su director de orquesta en Londres y su depredador en Madrid, parece más vulnerable que antes aunque ni Falcao hubiera bastado para plantar cara. Por él jugó Kleber y apenas recibió balones.

Pero el legado recogido por Pereira intenta mantener las señas de identidad del año pasado. Presión arriba, contundencia en el medio del campo y velocidad sideral en los contragolpes. Así consiguieron agobiar al Barcelona en los primeros minutos de partido. Los 'dragones' apretaban los dientes cuando el balón rondaba la zona de retaguardia culé en busca del error. Esa pesadez inicial incomodó al Barcelona, que perdió algún balón comprometido atrás, y encima cuando se lanzaba al ataque la imprecisión se apoderaba de ellos.

La voracidad de los 'dragones' duró media hora, hasta que la hipnosis del Barcelona apagó esa llama asfixiante. A partir de entonces el balón sólo quería ir a los pies de Xavi e Iniesta y el equipo se sustentó en ellos para avanzar posiciones. El procedimiento fue el de siempre. Unos cuantos minutos de circulación para marear y esperar a que uno, con sólo uno basta, se despistara un poco para pasar a la acción. Se vivía un periodo de acoso barcelonista cuando Guarín, éste fue el despistado, se equivocó de compañero y dejó solo a Messi. No había rival peor para hacer regalos. El argentino recibió de buen grado el regalo, encaró a Helton, lo dejó sentado y abrió el marcador de la final y el suyo propio en este trofeo. Otro récord derribado por Leo.

El inicio del segundo acto tuvo un ligero aire al comienzo del partido. El Oporto metió más ritmo y dispuso de dos ocasiones que provocó las estiradas de Valdés ante los disparos de Moutinho y Guarín. Lo bueno para el Barcelona es que sus faros, Xavi e Iniesta, seguían administrando el juego a su antojo. Y pudo abrir brecha si el colegiado Bjorn Kupiers hubiera otorgado la ley de la ventaja en una galopada en solitario de Villa y si Pedro hubiera tenido un punto más de velocidad en un mano a mano con el guardameta brasileño.

Cuando Alexis y Busquets ingresaron en cancha ya escaseaba la gasolina portuguesa y Pereira intentó rellenar el depósito con Varela, Fernando y Belluschi. La reacción portuense no acababa de llegar pero pudieron encontrarse con el empate por dos despistes azulgrana. En el primero Mascherano y Valdés no se pusieron de acuerdo y bien pudo costarles caro. Más delito tuvo la segunda cuando Abidal, con todo a su favor, se lío en la salida del balón y chocó con Guarín, en una jugada que pudo ser penalti.

Si el Oporto lo tenía complicado, Rolando lo hizo imposible a falta de cinco minutos por parar a Messi cuando éste se marchaba. La muerte de los portugueses se consumó tres minutos después cuando Cesc sacó provecho de un balón colgado por Messi para, sin dejar caer el balón, empalarlo al fondo de las redes. La impotencia se apoderó de Guarín en el descuento y se marchó expulsado por una brusca entrada sobre Mascherano.


Fuente: AS (www.as.com)

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