El Real Madrid ha elegido el camino más difícil para llegar al título, el del sufrimiento, el del orgullo y las remontadas. Se siente cómodo en esas situaciones, que las maneja con una soltura que asusta. No sabemos si es suficiencia o inconsciencia, pero lo cierto es que pocos equipos se alimentan de orgullo como lo hace el Madrid. Y a él recurre con más frecuencia que nadie para tumbar rivales. Ese orgullo herido es el que le obliga a reaccionar cuando se ve por debajo en el marcador y no encuentra más argumento para hacer daño al rival. Empieza a cogerle el gusto a las remontadas. Algún día tropezará, pero no parece probable que sea contra el Atlético, que durante 50 minutos se vio capaz de acabar con una década de frustraciones, desengaños y complejos.
La figura del vecino se creó con el único fin de importunar al de enfrente y el Atlético interpretó ese papel a la perfección durante 50 minutos. No es lo que mejor le sale, porque si hay un conjunto especializado en desesperar a su vecino es el Madrid, que en la segunda parte remontó un 0-1 para terminar ganando por 3-2 y mantener intactas sus opciones de ganar la Liga. Porque eso era lo que ponía en juego el Madrid, una empresa de mucha más enjundia que una simple disputa vecinal.
El Atlético sobrevivió sin grandes alardes en el primer tiempo. Apenas necesitó hacer nada para controlar a un rival plano, que no veía salida al laberinto en el que se metió el solo. Se vio una superioridad inicial del Madrid en el centro del campo, con una inteligente presión en la salida del balón. Cuando la pelota no pasaba por Tiago, el Atlético sufría. Pero claro, el problema también se dibujó en el área contraria, donde el Madrid encontró muchas complicaciones para superar la primera línea de presión.
Problemas similares pero con respuestas diferentes. El Madrid no combinó, sus futbolistas apenas se asociaron y todo quedó reducido a acciones individuales. El Atlético sólo lo hizo una vez, suficiente para tomar el mando en el marcador. Después de una gran jugada colectiva, Agüero, con un toque sutil, hizo llegar el balón a Reyes, que con maestría puso la pelota lejos de las manos de Casillas.
El reloj había avanzado diez minutos y a partir de ahí el encuentro fue un Cristiano contra el mundo, una historia que se repite con excesiva frecuencia. El portugués no puede hacerlo todo, no puede llevar el balón hasta arriba y finalizar las jugadas. Fue un duelo disputado en un tablero de ajedrez, con los futbolistas convertidos en piezas con la movilidad reducida. Sólo Cristiano era capaz de saltarse el guión, de buscar los espacios, de intentar algo nuevo. Mientras, sus compañeros miraban. El Atlético no necesitaba hacer nada para conservar la ventaja y lo cierto es que no lo hizo. Más que un riesgo calculado, quizá es que no tenía demasiados argumentos para asustar más al rival. Su principal arma fue Reyes, que rindió a un altísimo nivel, se ofreció en ataque y ayudó en defensa. Es un futbolista renovado que cuando tiene el balón da otro aire a su equipo. Por fin, Agüero tiene a alguien que habla su mismo idioma. Su influencia en el juego del Atlético es enorme y se vio en la segunda parte. El sevillano se quedó en el vestuario con problemas físicos y quizá ahí empezó a perder el Atlético el derbi. Antes fue Valera, también lesionado, el que dejó su sitio a Perea, recibido por el Bernabéu con una gran ovación.
Los de Quique vivieron con comodidad hasta el tramo final, cuando surgió De Gea para demostrar que hay portero para mucho tiempo. Sacó una gran mano a un tiro envenenado de Marcelo y después fue Tiago, quien apareció para salvar cerca de la línea un tiro de Higuaín que el Bernabéu creyó que era gol. Fue el único momento en el que se vio al Madrid con capacidad para marcar hasta que, en el último suspiro, Cristiano, solo en el punto de penalti, cabeceó fuera. Se le debe pedir más a este equipo.
Con Jurado por Reyes el Atlético ya no asustó y se vio superado con claridad en la reanudación. El Madrid salió con otro aire, lanzado a por la victoria y no lo costó mucho asegurarla. En esa transformación nadie influyó más que Xabi Alonso, la pieza clave del equipo. Empató a los tres minutos, al aprovechar un cabezazo de Albiol y un grave error de la defensa del Atlético, que volvió a naufragar en una acción de estrategia.
Llegó poco después la acción más bonita de la noche. Genial pase de Xabi Alonso a Arbeloa, que desnudó a Antonio López y Domínguez, a los que eludió con la facilidad de los grandes extremos para batir después a De Gea con un toque de clase. Espectacular.
Se animó Higuaín, que avisó primero con un remate al larguero y firmó a continuación el tercero del Madrid. Para ello aprovechó el regalo de la defensa del Atlético. El despeje de Tiago rebotó en Assunçao y cayó en los pies del argentino, que no perdonó y ya suma 23 goles.
El partido se había roto y el Madrid fue llevándolo, paso a paso, al territorio que más le gusta. Con lo que no contaba era con el absurdo penalti de Xabi Alonso, que se vistió de jugador de voleibol para cometer un penalti que transformó Forlán. Encontró ahí el Atlético, agotado físicamente el aire que ya le faltaba, pero que terminó resultando insuficiente para arañar algún punto.
Recurrió Manuel Pellegrini a la experiencia de Raúl y Guti para vivir el tramo final del choque. Entraron por Van der Vaart y Granero, que volvió a decepcionar, para disputar el que puede haber sido el último derbi de sus carreras. Mientras, Sergio Ramos y Xabi Alonso hacían otros cálculos y ya pensaban en el clásico contra el Barcelona. Forzaron la quinta amarilla y no estarán en Santander.
Fuente: AS (www.as.com)
domingo, 28 de marzo de 2010
El Real Madrid gana un emocionante derbi por 3 goles a 2.
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