Reflexión sobre el informe de Ibarra. - La Nación Digital

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sábado, 27 de marzo de 2010

Reflexión sobre el informe de Ibarra.

Tras saber de la existencia de un nuevo trabajo de un periodista pro-Sistema sobre lo que ellos llaman “ultraderecha” y que parece ser que trata de cómo las facciones políticas que no les son agradables se ayudan de redes sociales y blogs para sobrevivir, decidí echarle un vistazo al ultimo informe de Esteban Ibarra sobre lo que él llama “intolerancia” para ver si ahí estaba la lista de paginas y blogs políticamente incorrectos, por que estoy seguro que el día que la lea encontraré el mío.
El caso es que en ese informe no leí nada de paginas webs, sino de sucesos ocurridos el pasado año.
Y, desde luego, alguno se lleva la palma.
Por “islamofóbia”, Ibarra se refiere a todos aquellos que no quieren que las mujeres musulmanas lleven pañuelo. Pone de ejemplos un instituto de secundaria donde los estudiantes se quejaron de los pañuelos de otras alumnas, dando a entender que son gente no recomendable y mala, y otro de una abogada musulmana que llevaba el pañuelo durante un juicio. Sinceramente, estas quejas me parecen “surrealistas”, si se quieren poner el pañuelo en su casa que lo hagan, pero en un centro de enseñanza y una sala de juzgado de un país occidental deben ir de manera igual que la del resto de personas.
Esa es la “igualdad” de Ibarra, que limitemos nuestros derechos a favor de que los inmigrantes tengan mas que nosotros.
También me llamó la atención que Ibarra considerara “intolerancia” la agresión a un líder del movimiento separatista valenciano al grito de ¡Arriba España!, al parecer por escribir en un blog sobre concentraciones o a favor de la independencia valenciana.
En La Nación Digital jamás apoyaremos la violencia gratuita venga de donde venga, ya que es una lacra para nuestro movimiento. Jose Antonio Primo de Rivera ya defendía la dialéctica antes que la violencia, siendo esta utilizada solamente en situaciones de máximo riesgo o urgencia.
Sin embargo, si el que escribe estas líneas fuera agredido por escribir aquí, el señor Ibarra no se quejaría de nada. Ya podrían matarme incluso, que Ibarra no consideraría ni intolerante ni apología del odio ideológico el que un servidor saliera con los pies por delante de una agresión ultraizquierdista.
Creo que lo acabo de describir es una muestra grañidísima de la hipocresía de Ibarra y su ONG subvencionada que se lleva cuantiosas sumas de dinero por la defensa de los derechos de los extranjeros en detrimento de los derechos de los españoles.
Y quiero terminar con el caso del que mas manipulación se ha hecho.
Conocido ya es el caso de los camaradas detenidos hace unos meses por su vinculación al CEI y a editoriales políticamente incorrectas, entre ellos nuestro camarada y colaborador de La Nación Digital, Carlos García Soler.
Recuerdo muy bien la entrevista que realizamos a Carlos y como él dijo claramente no ser culpable de nada, solo había sido miembro de una asociación cultural y que le habían acusado de todo lo que les había dado la gana.
Leyendo a Ibarra, una persona creería que Carlos era el líder de un grupo violento que pensaba dar un golpe de Estado. Solo hay que leer su informe para verlo.
Y este es uno de los puntos donde mas me insistió el propio Carlos en una ocasión: “no pertenecí a la llamada Orden y no tenia ni idea de que era eso”.
En teoría, la Orden de la que habla Ibarra es un grupo paramilitar.
Y yo afirmo, y pongo la mano en el fuego, que si Carlos afirma no haber tenido nada que ver ni saber que era eso es por que es verdad. Carlos era inocente y su caso fue una injusticia. Y no solo hacia su persona, sino también hacia Juan Antonio Llopart, Ramón Bau y los otros detenidos.
Todas estas personas son ciudadanos respetables tratados injustamente a causa de sus ideas.
El Sistema afirma defender la libertad de expresión, pero luego actúa como las Constituciones del XIX, recortando los derechos y libertades como le da la gana mediante otras leyes.
Finalizo diciendo que nadie debe de hacer caso a Ibarra, un señor que militó en una organización terrorista, miente como un bellaco (no ya acusando injustamente a gente que defiende sus ideas de manera noble, sino también diciendo que queremos matar a los deficientes mentales, algo que es completamente falso) y que se dedica a dar lecciones de tolerancia cuando él es el primero que no sabe que es eso.

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