El reinado de Fernando VII. - La Nación Digital

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lunes, 28 de junio de 2010

El reinado de Fernando VII.

Hace un tiempo abrí una encuesta sobre cual era el peor Borbón que había reinado en España. Cuando solo quedaban dos días para que acabaran las votaciones, la encuesta fue “cerrada” por el servicio de Blogger (al menos esa es la única explicación lógica que se me ocurrió). Empatados en cabeza con cinco votos iban Fernando VII y Alfonso XIII.
El caso es que había dicho que al ganador de la encuesta le haría una entrada sobre sus “logros” al frente de la corona española. Como hubo empate, me vi obligado a decidir el ganador, ya que no pensaba dedicar mi tiempo en escribir dos veces sobre un Borbón. Y mi elección fue hacia Fernando VII, por que la época de Alfonso XIII ya la he tocado demasiadas veces.
Antes que nada, hay que decir que ha pasado a la Historia de España por ser uno de los peores reyes que han guiado a esta Nación.
Fernando VII nació en 1874 en San Lorenzo del Escorial y era el noveno hijo de Carlos IV y María Luisa de Parma. Como sus hermanos mayores murieron antes que él, tras el ascenso al trono de su padre fue proclamado Príncipe de Asturias en 1789.
Se cuenta que no tenía un aspecto muy agraciado, y que incluso su primera mujer se echó a llorar la primera vez que le vio en persona.
Su educación se la encargaron a varios religiosos, que hicieron fermentar en él un sentimiento de odio hacia su madre y Manuel Godoy, el favorito de la reina que acabó siendo uno de los hombres más importantes de España (es lo que tenía ser su amante).
Pero como el príncipe Fernando no era el único que aborrecía a Godoy, fue la cabeza visible de todos aquellos nobles que deseaban la caída del conocido como “Príncipe de la Paz”, que eran conocidos como “La camarilla”.
En 1807 “La camarilla” fue descubierta, y para salvar su persona, Fernando dijo con nombres y apellidos quienes eran todos sus aliados.
Más adelante, en Marzo de 1808, sus siguientes aliados pagaron a multitud de personajes del pueblo llano para que dieran mueras a Godoy y exigieran la coronación de Fernando, tal y como narra Benito Pérez Galdós en “El 19 de Marzo y el 2 de Mayo”. Estos disturbios desembocaron en el motín de Aranjuez, en el que el pueblo asaltó el palacio de Godoy, destruyéndolo y haciendo prisionero al choricero (como llamaban a Godoy por que le acusaban de corrupto, tal vez habría que hacer lo mismo con Zapatero).
Fernando entró a caballo en Madrid siendo recibido por las masas, lo que le valió el sobrenombre de “El deseado”.
Sin embargo, Napoleón tenía otros planes, por que en su control sobre Europa, se había dado cuenta que la decadente monarquía borbónica podía ser eliminada de España, por lo que podía retirarla y colocar en su lugar a partidarios suyos que le apoyaran en sus campañas. Por eso, Napoleón convenció a los Borbones para que marcharan a Bayona, al otro lado de los Pirineos, en zona francesa, para tratar sobre el asunto.
En presencia de Napoleón, Carlos IV, María Luisa de Parma y Fernando VII se insultaron mutuamente. Ante semejantes intelectuales, Napoleón solo tuvo que prometerles un exilio dorado y la supervivencia de la Iglesia en España para que ambos accedieran a dimitir (Napoleón negoció con ellos por separado).
Respecto a lo de la Iglesia, la elite eclesiástica española se mostró favorable a los franceses mientras duró la invasión, pese a todo, muchos sacerdotes y religiosos se convirtieron en guerrilleros para luchar contra los invasores.
Mientras duraba la Guerra de Independencia española, los guerrilleros españoles y el pueblo en general creían que Fernando VII estaba retenido en Francia, y lucharon en su nombre dándole vivas. Sin embargo, “Fernandito” vivió de lujo en Bayona mientras los patriotas españoles se dejaban la vida ante un enemigo mucho mas armado.
A excepción de los liberales de la Constitución de Cádiz de 1812 y algunas partidas guerrilleras, la mayoría de los españoles que luchaban en su nombre no lo hacían en ningún momento por ideologías políticas, sino por defender la monarquía y el reino.
Todo esto me da derecho a decir que Fernando VII fue un desagradecido con todos aquellos que dieron la vida por él. Por este tipo de cosas me niego a ser monárquico. No pienso luchar por una familia y sus privilegios ancestrales que han demostrado ser un cáncer para España. Algo parecido pensó Jose Antonio Primo de Rivera después de ver como Alfonso XIII (el otro candidato a salir en esta entrada, que “curioso”…) olvidaba lo que su padre, el general Miguel Primo de Rivera, había hecho por salvar la cabeza de tan caduca familia monárquica.
Tras el final de la Guerra de Independencia, Fernando VII regresó gracias al Tratado de Valençay (Diciembre de 1813), en el que Napoleón le devolvía toda su corona. Entró en España el 14 de Marzo de 1814. El gobierno liberal regente le había pedido que acudiera directamente a Madrid para jurar la Constitución de 1812, pero él decidió darse un “paseo” por toda España para ver como le aclamaban, y en Valencia le entregaron el “Manifiesto de los persas”, que hacía referencia a la defensa de la monarquía absoluta y rechazaba las Cortes de Cádiz.
El 4 de Mayo declaró nula la Constitución e inició su regreso hacia Madrid, disfrutando de la acogida de las masas.
Hasta 1820, persiguió a la masonería que ocultaban los liberales e ideó un proyecto para expulsar a los gitanos de España. Frente a estas medidas, el pueblo se moría de hambre y los liberales lo aprovechaban para atacar al rey. Además, había ordenado el cierre de las universidades, provocando una catástrofe cultural.
Al comenzar 1820, un grupo de militares encabezados por Riego se pronunciaron a favor de la Constitución, marcharon hacia Madrid e hicieron jurar la Carta Magna a Fernando VII, que llegó a decir “marchemos y yo el primero por la senda constitucional”.
Se puede ver que a Fernando VII le daba igual la chaqueta que le tocara llevar, ya que un día perseguía a los masones y al siguiente eran amigos suyos.
La Santa Alianza, creada por los gobiernos europeos monárquicos y absolutos, envió a España un ejército al cabo de tres años. Dicho ejército fue apoyado por los partidarios de la monarquía absoluta, que en el futuro serían los carlistas.
Durante los años comprendidos entre 1823 y 1833 se vivió una incesante lucha por el futuro del trono entre Carlos, hermano de Fernando, y su mujer, para su hija Isabel. Fernando VII había tenido varias mujeres y parecía que iba a morir sin hijos, pero a pocos años de terminar su vida, nació la futura Isabel II.
Todo el alboroto se produjo por que Fernando VII había establecido la Pragmática Sanción en 1830, que permitía la llegada al trono de su hija, lo que impedía a su hermano Carlos ser el futuro rey de España.
Dos años después, cuando parecía agonizar, los partidarios de su hermano le convencieron de que derogara la Pragmática, pero se repuso y volvió a establecerla.
El infante Carlos marchó a Portugal y sus partidarios le reconocieron desde entonces, a él y a su linaje, como legítimos reyes de España.
Fernando VII murió en 1833, y dejaba atrás una vida en la que había tenido tendencia a la obesidad, fumado mucho y comido excesiva carne, siendo rodeado de personajes que solo querían por su poder. Pero lo peor de todo para él es que nunca podrá (ni se le debe) quitar la etiqueta de traidor a la Patria por haber llevado una vida de lujo engañando al pueblo que luchaba por él por que creía que era un rehén de Napoleón.

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