El Caja Laboral cierra el primer proyecto de Messina. - La Nación Digital

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domingo, 6 de junio de 2010

El Caja Laboral cierra el primer proyecto de Messina.

El Caja Laboral se llevó la victoria en el quinto y definitivo partido de las semifinales de la Liga ACB y dejó fuera al Real Madrid, que puso el punto final al primer proyecto de Ettore Messina al frente del club blanco con otro irregular encuentro que cierra una discreta temporada, marcada por la decepción. Tiago Splitter (18 puntos y 9 rebotes) volvió a brillar para llevar a su equipo a la final, a pesar del trabajo de Sergio Llull que jugó lesionado.

Acostumbrado a andar en la cuerda floja durante esta temporada, los madrileños no fueron capaces de ofrecer su mejor versión ante un Baskonia, que no rindió a su mejor nivel pero sí supo competir en los instantes decisivos, algo que, como sucediese durante todo el año, no supieron hacer los merengues.

En un duelo de despropósitos, ambos conjuntos se mostraron más nerviosos de lo habitual y las imprecisiones se hicieron patentes a lo largo de todo el partido. Sobre todo, en un pobre primera parte en el que los dos equipos sólo alcanzaron el tanteador de un cuarto (28-23).

Lejos de mostrar determinación, Caja Laboral y Real Madrid se enredaron en un partido gris con demasiados errores sobre en la cancha. Los vitorianos, conscientes de que necesitaban ser agresivos para beneficiarse del empuje de su público, comenzaron con una marcha más el partido demostrando su poderío en el juego exterior (dos triples consecutivos de Oleson y Huertas).

Los madrileños se vieron diez puntos abajo demasiado pronto y el plan previsto por Ettore Messina se vino abajo nada más comenzar el encuentro. Aunque frenaron a Splitter en el comienzo, los desajustes defensivos les condenaban una y otra vez con los rebotes defensivos concedidos.

Dusko Ivanovic tenía claro cuál debía ser el objetivo si querían llegar a la final: frenar a Ante Tomic, que el viernes en Vistalegre rozó la perfección bajo los aros. Para ello, no dudó en asfixiarle cada vez que tenía el balón con un pegajoso marcaje y numerosas ayudas. Otra premisa clara era la de cargar al craota pronto con faltas, como sucediese en otros encuentro de la serie, y el balcánico no tardó en caer en la trampa para quedarse con dos faltas e irse al banco en el primer cuarto.

Los problemas crecían para los visitantes que anduvieron confusos en ataque y la circulación de balón cada vez era más pobre. Los sistemas previstos por Messina no funcionaban y la efectiva opción de recurrir al juego interior tampoco lo hacía. Felipe Reyes andaba perdido por el perímetro intentando explotar su nueva faceta de tirador, pero la falta de movimientos hacía demasiado previsible el ataque madridista.

Por si fuera poco, Lavrinovic, que parece que acabó la temporada hace un mes, no fue capaz de suplir a Tomic y volvió a desesperar a Messina con dos nuevas faltas y el guión del partido hizo entrar en cancha al belga Van den Spiegel. Pero quien dio claridad a los blancos cuando los nubarrones eran cada vez más oscuros fue Sergio Llull. No se le esperaba pero apreció para demostrar que hasta jugando cojo es imprescindible en este Madrid.

El menorquín encendió la mecha y se cargó el equipo a las espaldas para devolverles el espíritu en una exhibición desde el perímetro y en la anotación. Y es que el Baskonia tampoco estaba en su mejor partido. Si el Madrid cometía imprecisiones, los alaveses tampoco era capaces de jugar con claridad, Splitter también se había cargado de faltas y sus anotadores exteriores no funcionaban.

Segunda parte de ida y vuelta

Con la llegada de la segunda mitad, las ataduras desaparecieron, los equipos se deshicieron de sus numerosos miedos y complejos y el choque pasó a un intercambio continuo de canastas en el tercer periodo (20-18). Y es ahí donde el Real Madrid se sintió más cómodo, acostumbrado a vivir en una épica continua esta temporada.

Los blancos consiguieron igualar el partido y en algunas fases del choque llegaron a estar por delante. Pero entonces surgieron dos actores que apenas habían aparecido en el partido: Splitter y Huertas. El pívot volvió a sembrar el pánico en la zona madrileña y, tras un discreto primer tiempo, rompió el partido de la mano del brasileño que deleitó al Buesa Arena con algunas de sus mejores asistencias.

El Real Madrid nadó pero se ahogó en la orilla, los nervios volvieron a aparecer, los fantasmas de esta temporada se apoderaron de los blancos, en los que sólo la vieja guardia (Llull y Felipe Reyes) estuvo a la altura de las circunstancias en el final del primer proyecto de Messina. Vitoria vivió la fiesta de alcanzar una final que, por momentos llegaron a ver lejos, aunque queda la duda de si serán capaces de inquietar a un descansado Regal Barcelona que parece imbatible.


Fuente: AS (www.as.com)

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