MONUMENTOS MASONICOS-HEBREOS DE BUENOS AIRES. - La Nación Digital

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viernes, 14 de octubre de 2011

MONUMENTOS MASONICOS-HEBREOS DE BUENOS AIRES.


Entendiendo a la masonería como aquella orden inspirada y direccionada en su más alta jerarquía por Satanás, pasamos a mostrar algunas marcas simbólicas de la siniestra internacional que aparecen en los monumentos más reconocidos de la ciudad de Buenos Aires, República Argentina. Simbologías que también conciernen al judaísmo, pues la masonería está plagada de significaciones que remontan a dicho pueblo, lo mismo que a sus personajes más encumbrados.

Aquí no hay antijudaísmo, señores, hay más bien pruebas concretas que son vistas –con atención o sin ella- por miles y miles de ciudadanos que pasan por delante de las obras que contienen los símbolos referidos. Haciendo esta aclaración, pues siempre están los malintencionados que ven fantasmas donde no los hay, esta nota tiene la finalidad de demostrar que, aunque parezca mentira, los monumentos, los espacios públicos, los cementerios tienen una significación oculta que no muchos entienden y menos aún comprenden.

ESTATUA MASONICA DE NICOLAS AVELLANEDAA pesar de que en los registros no aparece el nombre de Nicolás Avellaneda como miembro de la masonería argentina, es iluso suponer que mientras fue presidente de la Nación (1874-1880) la masonería no estaba representada en la mayoría de los cargos gubernamentales de su administración, máxime si tenemos en cuenta el predominio masónico que tuvo lugar en el país desde 1852 hasta 1916, aproximadamente.

El monumento levantado en honor del ex presidente Nicolás Avellaneda fue obra del escultor José Fioravanti, y se encuentra en la avenida Del Libertador al 3600, a pocos metros del Parque 3 de Febrero, donde estaba el Palacio de San Benito de Palermo, la residencia de don Juan Manuel de Rosas. Fue mandado construir en 1934.

La obra que recuerda a Avellaneda es curiosa porque el ex presidente aparece en una postura muy similar a la que tenía Hiram al momento de ser hallado su cadáver, luego de ser asesinado por Jubelas (compañero albañil), Jubelos (compañero carpintero) y Jubelum (compañero minero). ¿Cómo es la postura de Hiram que Fioravanti esculpió en la figura de Nicolás Avellaneda? Aparece con el brazo izquierdo levantado y con la pierna izquierda levemente hacia delante. Al momento de ser hallado el cuerpo de Hiram, que fue rastreado por el rey judío Salomón, había en el lugar una rama de acacia que sirvió como punto de referencia. Sobre las acacias hablaremos un poco más adelante.

En la masonería, Hiram fue al Gran Arquitecto del Templo (de Jerusalén) y el único que poseía el secreto para ser un maestro o maestre albañil. Representa para la masonería
“el sol, que construye el templo de la naturaleza, fecundándolo con su calor y alumbrándolo con su luz”
, sugiere la obra “Simbolismo de la Masonería” de Monseñor León Meurin.

Para los oscuros Caballeros Templarios, Hiram fue Jacques de Molay reencarnado. Molay fue el último gran maestre templario que murió quemado en una pira por hereje, en el año 1314. Jubelas, Jubelos y Jubelum serían
“el Papa Clemente V, el rey Felipe el Bello y el denunciador Squin Florian, por cuya acusación acometió el rey Felipe la destrucción de la orden de los Templarios”
, dice la obra nombrada anteriormente.

Para el judaísmo, la persecución sufrida por Hiram antes de ser asesinado
“simboliza la preparación del reinado de Cristo, que se cumplió por el establecimiento de la Iglesia tras la caída de la Sinagoga. La búsqueda del cuerpo de Hiram significa los esfuerzos de los judíos para derrocar a la Iglesia y restablecer la Sinagoga decaída, la Sinagoga Kabalístico-talmúdica. El descubrimiento del cuerpo de Hiram, prefigura el restablecimiento del reino judaico, el Kether-Malkhuth de Esther y Mardoqueo. La muerte atroz a que fueron condenados los asesinos de Hiram significa el castigo reservado a los reyes cristianos, al clero católico y la nobleza de las naciones cristianas o, en una palabra, la extinción del Cristianismo por el hierro y el fuego”.


MONUMENTO MASONICO-HEBREO DE BERNARDINO RIVADAVIA
Figura broncínea de Moisés en el mausoleo donde están depositadas las cenizas de Bernardino Rivadavia, en plaza Miserere de la ciudad de Buenos Aires. El deseo de Rivadavia era que sus restos no descansen en tierra argentina...

Fue el masón y tergiversador de la historia argentina Bartolomé Mitre quien expresó que Bernardino Rivadavia fue “el más grande hombre civil de la tierra de los argentinos”. A decir del escritor Arturo Jauretche, Mitre “fue el fundador de esta zoncera”, pues nada más errado se pudo haber dicho sobre el mandatario que hipotecó las tierras argentinas cuando se pidió el préstamos a la Casa Baring Brothers en 1824.

San Martín mismo desenmascaró al traidor Rivadavia al afirmar que
“los autores del movimiento del 1° de diciembre [que derrocaron a Manuel Dorrego] son Rivadavia y sus satélites, y a usted le consta los inmensos males que estos hombres han hecho, no sólo a este país sino a toda América, con su infernal conducta”.

Bernardino Rivadabia (era con “b” y no con “v”) se inició en la masonería cuando estuvo en Europa, probablemente en Inglaterra. El Grado 33 Alcibíades Lappas, escribió que “iniciado como ya se ha dicho en Europa, actuó en la Argentina en las Logias Aurora y Estrella Sureña, y propició la fundación de la Logia Valeper”.
En 1923, aproximadamente, los masones decidieron erigirle un monumento en plena plaza de Mayo, pero al ser resistida dicha obra por parte de la Iglesia Católica, aquél fue levantado en su actual emplazamiento: la plaza Miserere del barrio de Once, Buenos Aires, frente a la terminal de trenes del lugar. Recién se inauguraría en el año 1932.

El monumento es de enormes proporciones y presenta una forma cúbica de aspecto masónico, que se remonta a la arquitectura que poseía el Templo de Jerusalén que perteneció al rey Salomón y que mandó construir el desgraciado Hiram. Pero además, para la masonería la piedra cúbica
“es la naturaleza formada, fértil, que produce espigas, trigo, vino”.
De la obra sobresale una estatua que yace frente a la misma, y que figura a Moisés, el hombre que fue encomendado por Yahvé para liberar al pueblo judío de la esclavitud en Egipto. La Torá, el texto sagrado del judaísmo, sugiere que Moisés es el máximo profeta de los hebreos. Ahora, nos preguntamos: ¿era Bernardino Rivadavia judío? Hemos señalado que fue masón y que hipotecó el país, características nefastas que hablan de su impresentable reputación como persona y ciudadano.

Entre julio y agosto de 2006 se hicieron unas excavaciones en una vieja casa del barrio Monserrat, en Buenos Aires, la cual perteneció a Bernardino Rivadavia. Así lo había certificado en el año 2003 un libro editado por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, que llevaba por título “San Telmo y Monserrat”. Una imagen fotográfica de la casa ubicada en la calle Defensa al 360 tenía como epígrafe “Casa de Bernardino Rivadavia”.

Se sabe que dicho caserón fue alquilado por el primer presidente argentino, y que allí habría vivido junto a su esposa, Juana del Pino, hasta 1826. El primer propietario, y a quien Rivadavia le alquiló esa casa durante varios años, se llamaba Francisco Tellechea. Con el tiempo, la propiedad de Defensa al 360 fue cambiando de dueños. Al 2006, la propietaria era la señora Susana Bencich de Cabezas.

A mediados de 2006, se hicieron unas excavaciones en la casa que habitó el masón Bernardino Rivadavia, que dieron por resultado el descubrimiento de importantes objetos de hierro que datan de los tiempos en que habitó aquél dicho sitio. Entre esos objetos había
“manijas, ladrillos fabricados con bosta (por los jesuitas), apliques, aldabas. Una de éstas ostenta una gran estrella de David”, informa el diario “La Nación” en una nota del 4 de agosto de 2006. ¿Cómo habrá llegado ese objeto hebreo a la casona donde vivió Bernardino Rivadavia? ¿Resulta lógico, entonces, que como figura principal de su monumento-mausoleo sobresalga la del máximo profeta del pueblo judío Moisés?



OTROS MONUMENTOS CON REMINISCENCIAS MASONICAS
La necrópolis de Juan Bautista Alberdi en el cementerio de la Recoleta. Hasta 1991 se constituyó en la tumba del jurisconsulto que sentó las bases para la proclamación de la Constitución unitaria de 1853. Alberdi le "da la espalda" a la bóveda donde descansa Juan Manuel de Rosas (en la imagen se ve parte de dicha bóveda, de color blanca y con una corona de bronce). Nada es casual.

Esto es apenas un muestreo de todos los monumentos que existen en la actual ciudad de Buenos Aires que remiten a la satánica masonería y al judaísmo. Ahora nos referiremos a 3 casos más que suelen pasar desapercibidos para el común de la población.

El primero al que nos vamos a referir tiene que ver con la columna levantada en honor del masón Juan Bautista Alberdi en el cementerio de la Recoleta. Ahí estuvieron los restos de Alberdi hasta el año 1991, cuando fueron trasladados hasta su provincia natal, Tucumán. Ahora queda ese monumento que se lo pasó a denominar necrópolis o cenotafio.

La trágica y vengativa simbología masónica se expone si observamos que tanto la columna como la estatua del jurista y político la dan la espalda a la bóveda de los Ortiz de Rozas, donde descansan los restos del católico y nacionalista Juan Manuel de Rosas. Históricamente hablando, Alberdi fue un despiadado enemigo del Restaurador de las Leyes, tanto fue así que el tucumano debió exiliarse a Montevideo porque conspiraba para derrocarlo a aquél. Juan Bautista Alberdi, una vez en suelo montevideano, se dedicó a escribir en pasquines unitarios gracias al dinero que recibía de Francia. Sus notas llevaban la firma de “Figarillo”.

Recurriendo nuevamente a una fuente masónica, Alcibíades Lappas afirma que Alberdi
“actuó masónicamente en Buenos Aires, Montevideo y Francia. Miembro honorario de la L. San Juan de la Fe N° 20”
. Además, el tucumano fue un protegido del masón corsario Giuseppe Garibaldi, y más tarde de Giuseppe Mazzini, otro conspicuo miembro de la masonería universal. Ambos lo ingresaron en una asociación llamada “la Joven Italia”, que se manejaba de manera secreta y muy similar a los ritos de la orden. En Argentina, y durante los primeros años de la Santa Federación, Juan Bautista Alberdi conspiraba también secretamente en la Asociación de Mayo que dirigía Esteban Echeverría. También tenía carácter masónico y actuaba bajo los auspicios de los franceses. Alertado Juan Manuel de Rosas de los viles intereses que la Asociación de Mayo perseguía, la suerte de Alberdi fue la expatriación. La historiografía liberal triunfante luego de Caseros (1852), premiaría al masón Juan Bautista Alberdi construyéndole su tumba en el cementerio de la Recoleta, dándole la espalda al sepulcro donde descansa parte de la familia de su enemigo político número uno.

El cementerio británico (también llamado de “los disidentes”) de la ciudad de Buenos Aires, contiene como mínimo unas 17 o 18 tumbas masónicas, algunas de las cuales pertenecen a figuras de la colectividad hebrea. Recorriendo ese lugar, que contiene tumbas gloriosas como la del artillero de la Marina de Guerra Juan Bautista Thorne, héroe de Vuelta de Obligado y el Tonelero (1845 y 1846, respectivamente), pueden apreciarse tumbas con los símbolos de la escuadra y el compás, unas combinadas con inscripciones en idioma hebreo, o bien con ramas de acacias.
Los símbolos masónicos por excelencia: la escuadra, el compás, la letra G y sendas ramas de acacias. Lápidas como éstas pueden verse en el cementerio británico de Buenos Aires, incluso las hay así pero con palabras en idioma hebreo.

Recordemos que los asesinos de Hiram (el arquitecto y constructor del Templo de Salomón o Jerusalén), hablamos de Jubelas, Jubelos y Jubelum, enterraron su cuerpo junto con una rama de acacia. “La acacia significa el paso del invierno al verano, o sea, la renovación de la vida y la naturaleza”, nos dice Monseñor Meurín en “Simbolismo de la Masonería”. Salomón era hijo de David, rey de los judíos.

Por último, diremos que el Gran Templo de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, que se encuentra en la calle teniente general Perón 1242, Buenos Aires, conserva en la parte superior de su frente la estatua de Moisés, como la que tiene el monumento y mausoleo del traidor Bernardino Rivadavia.

Según algunas crónicas, existieron en la fachada del templo masónico de Buenos Aires varias figuras alusivas a la internacional satánica, perdurando en el tiempo únicamente la del máximo profeta del pueblo hebreo.

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