El Barcelona planta una manita al Mallorca, con una gran actuación de Messi. - La Nación Digital

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domingo, 30 de octubre de 2011

El Barcelona planta una manita al Mallorca, con una gran actuación de Messi.

Costaba ver el partido y no asumir la filosofía de Lampedusa, aquel "cambiar todo para que nada cambie" de El Gatopardo. A Guardiola le gusta redoblar apuestas y no era la primera vez que eligió contestar a las dudas y los debates a golpe de riesgo. Casi siempre le sale bien y el Barcelona fue cien por cien Barcelona aunque tuvo una alineación que no lo parecía tanto. Una alineación sin seis campeones del mundo: Pedro en la enfermería, Xavi (por fin descansó) en la grada y en el banquillo Puyol, Piqué, Iniesta y Cesc.

Sin todo eso y sin Alexis, todavía lesionado, el Barcelona fue puro Barcelona porque recuperó la chispa, el ritmo y el gol. Porque Messi cerró debates construidos en el aire con un soplido: tres goles en menos de media hora. Porque acabó jugando, otra vez y por fin, con Piqué y Puyol juntos. Y porque atendió a los rituales elementales de su filosofía. En el día en el que se cumplían nueve años del debut de Iniesta se estrenó Deulofeu y repitió titularidad Isaac Cuenca, que esta vez jugó por la derecha y que firmó un partido de mucho nivel, afilado y profundo, enmarcado con un buen gol, el cuarto de su equipo, después de sortear a Aouate con la tranquilidad de quien lleva cien partidos en el Camp Nou. Así es La Masía.

Así que el experimento arriesgado terminó en noche plácida: tres puntos, goles a favor, otra vez la portería a cero y descanso para piernas con muchos kilómetros, Xavi a la cabeza. Lo mejor para el Barcelona es que no demostró ansiedad ni pareció haber pasado horas de aprensiva anticipación a pesar del partido plomizo de Granada y el empate ante el Sevilla. A este equipo, con todo lo vivido en los tres últimos años, no le caben fantasmas en el armario ni un mal partido se le puede interpretar en clave de desgaste o aburrimiento. La fórmula sigue intacta y el equipo no se aburre ni de jugar ni de derribar murallas defensivas. No se aburre de ganar y ese es el principal secreto porque el aburrimiento, decía Enrst Jünger, es más perjudicial para el soldado que el miedo al peligro.

¿Y el Mallorca? Es un equipo con más problemas que argumentos al que no se puede medir por salir aplanado, goleado y sin marcar, de un campo en el que todos han salido aplanados, goleados y sin marcar, menos un Sevilla que necesitó una dosis de fortuna y una noche heroica de Javi Varas. Caparrós, que el año pasado hizo dos dignos partidos (Liga y Copa) en el Camp Nou con el Athletic, se encomendó a un 4-5-1 que finalmente no sirivió para nada. Joao Víctor perdonó en el arranque ante Valdés pero cuesta pensar que eso habría cambiado el guión final del partido. La suerte del Mallorca dependía del Barcelona y el equipo de Guardiola estuvo desde el inicio implicado, cohesionado, rápido de ideas y vertical. Fueron cinco goles y pudieron ser otros tantos más aunque hubo una hora de partido jugado ya en pleno armisticio. El Mallorca con bandera blanca, el Barcelona en un rondo infinito que desempolvó las autopistas invisibles del césped del Camp Nou, las mismas que el Sevilla había colapsado siete días antes.

El Barcelona volvió al 3-4-3 con Keita y Busquets blindando a Thiago, solo pero sobrado en la creación, Adriano en la banda izquierda, Cuenca en la derecha y Messi de media punta, cubriendo mucho campo con Villa por delante y por el centro. Más allá del dibujo el equipo funcionó porque tuvo pulso, tocó rápido, recuperó aún más rápido y se movió mucho. Adriano trabajó la banda izquierda y Alves volvió a generar un caudal de fútbol por la derecha y marcó en el descuento un gol de bandera. Busquets, Keita y Mascherano se encargaron de que el balón fuera siempre del Barça y estuviera siempre en el campo del Mallorca y Messi marcó tres goles en media hora. Lleva, por aquello de los debates, trece en Liga. El primero lo hizo de penalti, el segundo por oportunismo y el tercero con un remate de olfato y clase.

El Barcelona empezó bien y acabó mejor, maquillando la intrascendencia de la segunda parte con el gol simbólico de Cuenca, el estético de Alves y los minutos de Deulofeu. El Mallorca deja atrás un partido en el que no tenía nada que ganar y la Liga sigue su curso entre partidos, debates y algunas certezas. Una es que el Barcelona ni se cansa ni se aburre. La otra, la mayor de todas, es Leo Messi.


Fuente: AS (www.as.com)

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