Sánchez Mazas y yo. - La Nación Digital

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miércoles, 28 de abril de 2010

Sánchez Mazas y yo.

Antes de leer el libro “Soldados de Salamina” apenas conocía a Rafael Sánchez Mazas. Solo sabía de él que había sido un escritor miembro de los fundadores de Falange Española y amigo personal de Jose Antonio Primo de Rivera.
Una vez terminado el libro que, todo hay que decirlo, me ha defraudado mucho, no me esperaba nada excelente, pero tampoco ese ataque al falangismo de una manera ignorante y despreciable, me he dado cuenta de que hay algunas cosas que ese hombre y un servidor compartimos, pese a la diferencia temporal y ambiental.
Rafael Sánchez Mazas nació en el pueblo pacense de Coria en el seno de una familia muy acomodada. A la muerte de su padre, se trasladó a Bilbao, de donde era la familia de su madre, emparentada con el escritor Miguel de Unamuno. Desde muy temprana edad escribía poemas, que han podido ser recopilados gracias a la labor de su madre, que nunca tuvo una carrera en el mundo de la literatura pese a que le hubiera gustado y en parte compensaba su fracaso ayudando así a su hijo.
Trabajando como corresponsal de “El pueblo vasco” estuvo en la Guerra de Marruecos, donde entabló amistad con el que sería en el futuro uno de los líderes socialistas mas importantes, Indalecio Prieto, y como periodista de ABC en Roma, donde vio en el fascismo el punto de retorno que permitiría a España volver a ser una gran nación.
A su regreso a España, después de haberse casado con Liliana Ferlosio, una joven italiana, fue miembro activo de la fundación de Falange Española.
En “Soldados de Salamina” se le conceden los honores de haber elegido los símbolos del yugo y las flechas, cuando en realidad dicha simbología fue adquirida por los falangistas tras unificarse con las JONS de Ramiro Ledesma, a quien en el mismo libro se le atribuye ser uno de los fundadores de Falange y tener el carnet numero 1, cuando es bien sabido que por aquel entonces Ramiro Ledesma miraba de lejos la actuación de Falange debido a que circulaban a su alrededor elementos derechistas y reaccionarios contrarios a la revolución nacional defendida por los jonsistas. Por cierto, dichos elementos fueron retirando su apoyo a Falange con el paso del tiempo tras comprobar como Jose Antonio iba en serio con la revolución pretendida por las JONS, pasando a engrosar las filas de la CEDA y Renovación Española, donde seguramente se sentirían mucho más a gusto.
A Sánchez Mazas se le describe como un hombre cobarde que contó la historia de su fusilamiento en el Collel a todo el que podía para ocultar que había pasado oculto casi toda la guerra debido a su carácter.
Y a este punto es a donde quería yo llegar. Sánchez Mazas no era un hombre violento, por mucho que en sus artículos escribiera que esas acciones hacían falta. Y no se le puede culpar de haber provocado la Guerra Civil ni a él ni a los fundadores de Falange (o como los define Javier Cercas, “hombres cultos y refinados que lanzaron a España a una sangrienta matanza”). Todos los periódicos políticos de la época hacían apología de la violencia y la destrucción del enemigo. Y en el caso de los falangistas todavía era mas necesario, ya que eran una minoría política. Aunque aquí algo no cuadra: ¿por qué si los falangistas eran una minoría “marginal” pudieron provocar la guerra escribiendo artículos en periódicos?. Un movimiento minoritario solo puede molestar a los gobernantes, algo que solucionaron encarcelando a Jose Antonio, la Junta Nacional y los jefes provinciales. Y está claro que desde la cárcel no se podía incitar a nadie a nada, quedando los falangistas sin lideres y jefes que les guiaran, por lo que es normal que ante el pronunciamiento decidieran unirse a gente que en parte eran sus enemigos para salvar sus vidas, ya que la derecha, los militares o los carlistas serían mucho mejores con ellos que los comunistas, los socialistas o los burgueses progresistas.
Ni Sánchez Mazas ni Jose Antonio eran violentos descerebrados. Defendían la violencia para defenderse y cuando fuera necesaria, pero no gratuitamente.
Y este es un punto que quiero dejar claro. Jamás he defendido la violencia gratuita. Sin embargo, cuando una persona es atacada por otra (o por muchas más) tiene todo el derecho del mundo a ejercer la violencia para defenderse.
Pero este no es el único punto que me une a Sánchez Mazas. Ambos somos nacionalsindicalistas, miopes, malos estudiantes y amantes de la literatura.
Lo reconozco, disfruto escribiendo. Y no solo ensayo político o sobre la actualidad, sino también narrativa (tengo un par de ideas en mente, solo me falta darles forma) y he comenzado a escribir algún que otro verso. Aquí os dejo unos, creo que es de lo mejor que me ha salido, lo he titulado “La Falange del mañana”:


Seamos el pelotón de soldados
del que nos habló Jose Antonio.
No queremos ser odiados
sino combatir a los hijos del odio.

No puedo darte nada más, mujer,
solo puedo entregarte mi amor,
pero antes mi Patria quiere ver
si soy un hombre de honor.

¡Lo que daría por ser el yugo
donde reposan tus flechas!...
¡solo así sería el verdugo
de los traidores de las derechas!.

¡El bordado de mi nueva y azul camisa
que sea fuerte, para que no lo pierda
si acaban a traición con mi vida
esos cobardes radicales de la izquierda!.

La Falange del futuro la formamos
hombres y mujeres de la joven España…
hacia la Una, Grande y Libre marchamos
con grandes esperanzas en el mañana.


Lo que si que espero es no acabar tan desilusionado y desganado en cuanto al nacionalsindicalismo como le pasó a él y a otros tantos. Quizá el tiempo aun no me ha quemado ni desgastado mucho. Por eso, quiero decir ahora que me siento orgulloso de mis ideas nacionalsindicalistas y si algún día pierdo la fe y reniego de ellas, caiga sobre mí una maldición.

1 comentario:

A.Rivera dijo...

Joder, muy bueno de principio a fin camarada, y el verso es increible de veras! Saludos!!

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