Contando ovejas: "¿Librepensadores?" - La Nación Digital

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lunes, 10 de octubre de 2011

Contando ovejas: "¿Librepensadores?"

De vez en cuando, aunque no parezca muy habitual, los encargados de hacer ejecutar las órdenes de los arquitectos sociales de la escuadra y el compás nos sorprenden “animándonos” a pensar. Sí, a pensar por nosotros mismos…
Al vivir en un sistema donde estamos constantemente rodeados de una sensación total de libertad (falsa, desde luego), es normal que quieran hacernos creer que la libertad de expresión existe. Lo reconozco, yo habitualmente lanzo mis balas de fogueo (porque soy consciente de que mis artículos no hacen ningún daño a nadie) con mis líneas escritas a ordenador sin que nadie me lo impida. Pero es que, obviamente, a los mandamases les conviene que yo puede expresarme; primero, para saber cómo y por qué les ataco; y, segundo, para desprestigiarme a mí y a muchos diciendo que nos quejamos de falta de libertad cuando nadie nos impide expresarnos. Una pura y astuta estrategia política de la que la gran parte de la población parece no darse cuenta.

Decía que nos “animaban” a pensar por nosotros mismos. El resultado, en la mayor parte de las ocasiones, son unos individuos autoproclamados “librepensadores” que, en realidad, piensan todos igual: críticas a la Iglesia Católica, negación de la identidad nacional y de las razas humanas, igualitarismo enfermizo… Hoy en día, parece que nadie piensa por sí mismo si no se encuadra dentro de los límites mencionados. Así, de una forma tan simple, en nuestra sociedad se llama a “pensar por uno mismo” mientras se marcan las fronteras acerca de que es el pensamiento “autónomo” (que de propio, del individuo, no tiene nada) y cuál es el “heterónomo” (el que califican como malo, pero que luego resulta ser el imperante).
¿Alguien se imagina una reunión de librepensadores? Sería algo así: “La Iglesia es una secta”. “La Iglesia es racista”. “La Iglesia es culpable del hambre en el mundo”. “Pues yo digo que la Iglesia es la única institución a nivel mundial que hace algo para erradicar la pobreza, no como esos políticos que dicen ser de izquierdas y luego…” “¡Eres un fascista!”
Así de simple. ¿Otro tema más para terminar de comprobarlo?: “Una mujer se acostará con quien quiera”. “La mujer es libre y no tiene por qué atarse a una cocina”. “La mujer familiar es algo anticuado”. “La mujer debería ser un pilar clave de nuestra sociedad como madre y esposa”. “¡Eres un retrógrado!”.
Está claro que una persona puede pensar como quiera, siempre y cuando sea a favor del mestizaje racial, la homosexualidad, el feminismo, el ecologismo, la socialdemocracia, el liberalismo, el libertinaje sexual… De no ser así, los arquitectos sociales ya han diseñado los términos adecuados para calificar a todos aquellos que se oponen a su idea de “libertad de expresión”: racistas, xenófobos, fascistas, machistas, retrógrados…

No fui educado en escuelas elitistas, pero sí sé que mentir está mal (y además es pecado). Por lo tanto, quizá los de la escuadra y el compás deberían comenzar a plantearse la posibilidad de ser sinceros con los miembros del rebaño que pastorean y poner bien claro, en negrita si hace falta, en las Cartas Magnas de todo el mundo que únicamente se considerará libertad de expresión todos aquellos pensamientos que se encuadren dentro de un marco establecido. Al menos que nos tienen bajo la tiranía del consumismo, que sean sinceros con nosotros.
Por mi parte, trataré de seguir resistiendo a las influencias del marxismo cultural existentes a mi alrededor. Una auténtica mente independiente no presume de serlo, lo demuestra en el día a día. Y no se puede ser un disidente o un antisistema si se aceptan los valores del mundo actual.


Gabriel García

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