El Baúl de la Historia: "La batalla de Gaugamela. Parte 1". - La Nación Digital

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miércoles, 12 de octubre de 2011

El Baúl de la Historia: "La batalla de Gaugamela. Parte 1".

El problema con Persia arranca de ciento y tantos años antes de que se librara la batalla de Gaugamela, cuando las ciudades-estado griegas llevaron a cabo las Guerras Médicas contra la Persia de Jerjes .


Si Alejandro se lanzó hacia Oriente, se debe básicamente a dos motivos: primeramente, para rescatar las ciudades griegas en Asia que se encontraban bajo el dominio persa, como deseaba hacer su padre, y por otro lado, para conquistar nuevos territorios para Grecia. De ambos motivos cabe destacar, sobre todo, este último, pues los deseos y la ambición de expansión de Grecia hacia las tierras que se encontraban al este cruzando las aguas egeas eran considerables.



Así pues, tras la muerte de su padre Filipo II en 336 a. C. y tras sofocar algunas revueltas en algunas ciudades griegas y someter las mismas, se lanzó hacia la conquista de Oriente. Se conoce que libró unas cuantas batallas durante la conquista de Persia, entre las más conocidas la Batalla del Gránico por ser la primera, que tuvo lugar cerca de la antigua Troya, la Batalla de Issos, el sitio de Tiro por la maquinaria que hubo de emplear Alejandro para conseguir la victoria, y la Batalla del Hidaspes en la India contra el rey Poros, por las dimensiones de ésta.

También se conoce la fundación de numerosas ciudades, como por ejemplo Alejandría en Egipto y Bucéfala en la India.



La Batalla de Gaugamela es una de las más conocidas tanto como por sus dimensiones como por las tácticas empleadas así como por la inferioridad numérica en que se encontraba el ejército de Alejandro.

Ésta batalla se libró en el año 331 a. C. en Gaugamela, una extensa llanura a la ribera del río Bumodos.



El rey Darío III, el enemigo de Alejandro, se encontraba en Arbela, a media distancia de Gaugamela, con un nuevo ejército tras su derrota en la Batalla de Issos en el año 333 a. C. Ahora su caballería se encontraba compuesta por caballos de las tierras donde se criaban los mejores caballos, como por ejemplo Armenia y Capadocia,  y por jinetes arqueros. Esta caballería reunía cerca de 30.000 hombres, a los que los 7.000 jinetes que formaban los Compañeros de Alejandro debían enfrentarse, contando, no sólo con esta clara inferioridad numérica, sino también con un armamento menos especializado que del que disponían los persas.

A pesar de esta caballería pesada persa, la infantería del rey Darío III era muy débil por falta de instrucción militar. Así pues, los Compañeros de a Pie de Alejandro se encontraban, en este caso, mucho mejor preparados que los persas.

Darío había introducido algo nuevo en la formación de su ejército, algo que no había introducido nunca aún: 15 elefantes indios para ahuyentar a los caballos de la caballería de Alejandro con sus bramidos y colmillos.



Por otro lado, el ejército de Alejandro estaba formado por los Compañeros de a Pie, formado por unos 10.000 hombres, que portaban sarisas. En esta batalla, dispuso al flanco derecho de éstos a los Portadores de escudo, unos 3.000, conectándolos en el ala derecha a la caballería de los Compañeros, que estaban guiados por el propio Alejandro. Delante de éstos se encontraban unos 2.000 arqueros, honderos y lanzadores de jabalina agrianos. En el ala izquierda, el flanco que se encontraba protegido por los escudos de los Compañeros de a Pie conectaba con el general Parmenión y la caballería griega, quienes iban a llevar a cabo una táctica defensiva en la batalla.



El terreno había sido elegido por el mismo Darío, y resultaba un terreno llano y casi sin obstáculos, ya que éste pensaba que esta batalla iba a librarse y ganarse gracias a la caballería, y en Gaugamela disponía de campo abierto para que su caballería pesada pudiera maniobrar sin problemas.

Este terreno preocupaba a Alejandro, ya que corría el peligro de dejar los flancos de su ejército desprotegidos y que éstos pudieran ser atacados por los persas. Para ello, añadió unas unidades mixtas donde mezclaba la caballería pesada con la infantería ligera en el extremo de cada ala dejando a los soldados escondidos por la caballería y dispuestos de forma oblicua, con tal de que pudieran desplegarse fácilmente en caso de ser atacados. La táctica que había preparado Alejandro era que, si seguían siendo atacados por los persas, éstos dieran media vuelta y se dirigieran hacia una zona que se encontrara con más pendiente y se situaran en la derecha de la línea del frente y se unieran, en el extremo más alejado, a la segunda protección que Alejandro había preparado para este caso.



Darío había puesto unas estacas a distancia del frente persa y ocultó algunos obstáculos para protegerse de la caballería de Alejandro, además de terminar de nivelar el terreno cerca de la línea de combate para realizar los contraataques con más facilidad.



En realidad, narrar esta batalla fue un poco más difícil de lo que se esperaba, pues el polvo impedía ver lo que ocurría exactamente para poder describirlo con claridad, por lo que muchos historiadores no terminan de ponerse de acuerdo con lo que sucedió realmente. Pero lo que sí quedó claro fue una de las tácticas que usó Alejandro para esta batalla y que pasaría a la Historia como una de las mejores tácticas de uno de los mejores generales de todos los tiempos…





Hélena

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