No seamos ingenuos, basta de quejarse y de lloriquear, basta de tanta compasión y de tanto confraternizar con quien no lo merece, basta de integrar a lo inintegrable, basta de corromper y de destruir la UNIDAD; porque ahora hay que luchar para hacerse con el poder, y que tiemblen los memócrtas, los banqueros, los liberticidas y los hombres de la neutralidad política de todo tipo, que tiemblen los oenegetas, los extraños y los débiles, porque la bestia rubia despertará en pos de la libertad de los pueblos, de la libertad de individualidades que harán grande la propia identidad colectiva, ¡nuevos tiempos para la raza y la grandeza se avecinan!, aunque tal vez en otro ciclo. Es entonces el poder, no otra cosa, lo que queremos; pero importa el medio, pues para tal fin hay que llegar intachable, no mancillado: no hay que pagar cualquier precio, sino el precio justo. Será un precio elevado, en todo caso. Pero nosotros no somos hombres prácticos, no somos hombres de la bolsa, no nos interesan las fluctuaciones, nos interesa el PUEBLO y nuestros VALORES. No queremos a la democracia, no a esta democracia ficticia, hecha de sufragios, democracia que no significa el poder del y en el pueblo, sino la entrega del pueblo de su propio poder a unos hombres o grupos de hombres que sólo miran por sus intereses o por los propios del partido. Nosotros no necesitamos partidos, nosotros no necesitamos ser políticos (profesionales), nosotros somos guerreros, nosotros somos un movimiento, una espada de luz que se yergue hasta al centro mismo del sol negro, donde todo tiene un orden; nosotros, el pueblo, el poco pueblo que queda, somos el enlace que queda entre el centro y la tierra, somos un rayo, un rayo de voluntad y fuerza, imagen aún viva de nuestros dioses olímpicos.
Lo que en realidad nos molesta a muchos disidentes no es que la masa –pues no llega a sociedad– viva manipulada, sino que no esté manipulada por nosotros. Esta realidad no surge con un ánimo real de querer manipular, no con un ánimo real de no querer que la masa se convierta en una sociedad libre con conciencia plena de sí y para sí, sino ante la asunción realista de que NO TODOS los seres humanos poseen la suficiencia para pensar por sí mismos; surge, igualmente, ante la asimilación de que el hombre ha renunciado a su soberanía Y DE QUE NO TODO HOMBRE ES DE NUESTRO PUEBLO, AUNQUE SEA BLANCO Y NACIDO COMO CONSECUENCIA DE GENERACIONES EN NUESTRA PATRIA. Es así que los pocos hombres libres que existen quieren tomar el control de la manipulación de masas, hoy en manos del NOM –un monstruo sin identidad definida, sin localización concreta, disperso y diverso, multicéfalo y ubicuo que es- Y DE CIENTOS DE TRAIDORES; así que no es real intención de manipulación, sino paradójicamente una manipulación hacia la consciencia, para que los hombres sean más soberanos y respondan a su propia voluntad, defendiendo sólo aquello que les hace ser ellos mismos: la familia, el pueblo, la nación, la raza… ¡para que no respondan a los intereses funestos de unas mentes que nadie sabe cómo se llaman, que nadie sabe dónde están y que bajo el anonimato cobarde es evidente que se manifiestan diariamente decantando los asuntos a su propio capricho! No se le escapa nada, es un poder mundial, un poder totalizador. Hay que hacer surgir del individuo su pueblo, su raíz, hay que hacer de tanto desarraigado que vuelva a echar raíces y podar y sesgar las malas hiervas.
La resistencia es dolorosa –una resistencia dividida, más preocupada en resistirse los unos a los otros a resistir contra el enemigo mortal de todas las identidades habidas sobre la tierra-; asimismo, las satisfacciones son nimias y escasas, pero aún pensando que la libertad es una contradicción en sí misma –pues a sí misma se imposibilita– siempre es mejor morir y sucumbir como un hombre paradójicamente libre que como un hombre aparentemente libre, es decir, no libre, inconsciente.■
¡VOLUNTAD, DETERMINACIÓN, LUCHA!
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