Hoy es 2 de Mayo.

En los casi dos años que llevo escribiendo mis reflexiones sobre los más diversos temas jamás había tocado el de la Guerra de la Independencia sucedida en nuestro país entre 1808 y 1814 (y si no es así, no recuerdo haber escrito nada sobre el tema).
Desde luego, por tiempo no habrá sido. Sencillamente, me he preocupado más de otros asuntos.

A finales del año 1807, las tropas francesas entraron en España con el beneplácito de Manuel Godoy, primer ministro de España. La idea de los franceses (o eso se creía) era invadir Portugal, aliado de Gran Bretaña que rompía el bloqueo que la Francia de Napoleón había impuesto al comercio inglés en el continente europeo.
Sin embargo, una vez en territorio español, los franceses comenzaron a ocupar ciudades españolas y le costaron el cargo a Godoy. Por su parte, la Familia Real de los Borbones, haciendo gala de su carácter, planeaban huir hacia territorios americanos.
Finalmente, acabarían siendo llevados a Bayona (Francia), donde Napoleón aprovecharía la disputa por el trono entre el rey Carlos IV y su hijo Fernando (el futuro Fernando VII) para hacerse con el control de España y entregarle el título de Rey a su hermano José (que en España acabaría siendo conocido como “Pepe Botellas”, debido a que se le acusó de ser aficionado al alcohol).
En un principio, Napoleón despreció a los españoles. Los consideró una muchedumbre inculta, que ignoraba de todo lo que sucedía en las arenas de la política y que se hallaba bajo el “tradicional control de la Iglesia católica”.
Años después, tras los sucesos del 2 de Mayo de 1808, se vio obligado a cambiar su opinión.
“Los españoles en masa se comportaron como un hombre de honor”, terminó diciendo.

Y es que aquel 2 de Mayo de 1808 no salieron a defender España los ricos. Tampoco los ilustrados liberales, quienes veían con buenos ojos a los franceses (excepto algunos a los que no les había gustado que los vecinos que tanto admiraban entraran en su casa de malos modos).
El 2 de Mayo salieron a dar su vida por España, a expulsar al invasor, la “chusma”. Los ignorantes, los que no sabían escribir, los integrantes del pueblo llano…vieron con desagrado que unos extranjeros entraran en su país y se hicieran con el control.
Días antes habían echado a Manuel Godoy. Los franceses iban a ser los siguientes en sufrir la furia del pueblo español.
Pensando que se llevaban a los últimos miembros de la Familia Real, un grupo de madrileños inició una pelea contra unos franceses. Horas después, y a lo largo de todo el día, los sucesos se extendieron por todo Madrid.
Sangre española regó las calles madrileñas después de que los soldados franceses y sus mercenarios sacaran la artillería y dispararan sobre los madrileños.
Al día siguiente se produjeron los fusilamientos. Pero eso tan solo supuso el germen de la Guerra de la Independencia y la futura victoria española.

En el día de hoy, debemos recordar a los valientes que dieron su vida por España.
Al recordarlos, no puedo dejar de lamentar en la ocasión perdida durante siglos de aprovechar ese espíritu patriótico y dar un sentido nacional a la vida de los españoles.
Y es que, para nuestra desgracia, el valor y el espíritu de aquellas gentes, al no verse correspondido, fue presa fácil a la hora de ser empleado por el marxismo y el anarquismo en su propósito, décadas después de la guerra contra los franceses.
Recuperar esas sensaciones es muy difícil, pero más necesario que nunca. Y está claro que si no se intenta jamás se conseguirá.