Todo empezó con el desvarío totalitario que Fidel Castro y los suyos llevaron a la isla tras la caída de Batista. La utopía socialista pasaba por construir ‘hombres nuevos’ deconstruyendo a los que ya había si era necesario. Entre estos se encontraban los homosexuales, que de ninguna forma podían encajar siquiera en el concepto de ‘hombre’ que tenían los comunistas, por lo que solo un año después del triunfo de la revolución empezaron a ser confinados en campos de trabajo forzado. El primero de estos fue el de Guanahacabibes, al que, según la explicación por aquel entonces del propio Che, “se manda a la gente que no debe ir a la cárcel, la gente que ha cometido faltas a la moral revolucionaria de mayor o menor grado... es trabajo duro, no trabajo bestial”.
Guanahacabibes solo fue el principio y hasta veinticinco mil hombres pasaron entre 1965 y 1968 por las Unidades Militares de Apoyo a la Producción, un eufemismo que escondía la realidad de los trabajos forzados en condiciones penosas a los que se condenó a religiosos, homosexuales y disidentes que no encajaban en el paraíso comunista. En palabras de Fidel Castro pronunciadas en una entrevista en 1959, “nunca consideraremos que un homosexual puede encarnar las condiciones o requerimientos de conducta para ser un verdadero revolucionario, un verdadero militante comunista. Una desviación de esta naturaleza es incompatible con el concepto de militante comunista que debemos tener”. Los comunistas pensaron que, tal vez, cortando caña superarían conductas impropias de un verdadero revolucionario. O al menos darían ejemplo a otros, que se lo pensarían dos veces antes de caer en semejantes “desviaciones”.
Guanahacabibes solo fue el principio y hasta veinticinco mil hombres pasaron entre 1965 y 1968 por las Unidades Militares de Apoyo a la Producción, un eufemismo que escondía la realidad de los trabajos forzados en condiciones penosas a los que se condenó a religiosos, homosexuales y disidentes que no encajaban en el paraíso comunista. En palabras de Fidel Castro pronunciadas en una entrevista en 1959, “nunca consideraremos que un homosexual puede encarnar las condiciones o requerimientos de conducta para ser un verdadero revolucionario, un verdadero militante comunista. Una desviación de esta naturaleza es incompatible con el concepto de militante comunista que debemos tener”. Los comunistas pensaron que, tal vez, cortando caña superarían conductas impropias de un verdadero revolucionario. O al menos darían ejemplo a otros, que se lo pensarían dos veces antes de caer en semejantes “desviaciones”.
Siete mil arrestados
No lo tuvieron fácil ni siquiera escritores de la talla de José Lezama Lima o Virgilio Piñera. La novelaParadiso, escrita por Lezama, fue calificada por las autoridades cubanas de pornográfica y en 1971 fue acusado y silenciado por “actividades contrarrevolucionarias”, mientras que solo un año después recibía el Premio Maldoror de poesía de Madrid y en Italia el premio a la mejor obra hispanoamericana traducida al italiano, por la novela Paradiso. Tuvieron que pasar veintitrés años para que su obra volviera a valorarse de forma oficial porque de espaldas al régimen, y a escondidas, nunca dejaron de leerle.
Otra tropelía acometida por Fidel ya en los ochenta fue la de embarcar a homosexuales junto a enfermos, delincuentes y disidentes para enviarlos a Estados Unidos como si de una plaga se tratase. Entre ellos se encontraba el poeta Reinaldo Arenas. Coetáneo y continuador de Lezama y Piñera, fue encarcelado en la prisión de El Morro y torturado hasta que consiguió huir de Cuba en lo que se conoció como el éxodo de Mariel. Desde el exilio pudo seguir escribiendo hasta que, ya muy enfermo, se quitó la vida dejando una carta en la que responsabilizaba directamente a Fidel Castro de “los sufrimientos del exilio, las penas del destierro, la soledad y las enfermedades...”. Su mensaje fue de lucha y esperanza hasta el final: “Cuba será libre. Yo ya lo soy”.
La represión también ha afectado a los extranjeros que visitaban la isla y el Gobierno cubano llegó a expulsar al poeta norteamericano Alen Ginsberg tras acusarle de divulgar en el extranjero el rumor de que Raúl Castro era homosexual. Pese al oscurantismo del régimen cubano, hay informes como el de la Fundación Reinaldo Arenas In Memoriam que aseguran que más de siete mil homosexuales fueron arrestados entre 2007 y 2008 por la Policía Nacional Revolucionaria de Cuba. Según Rafael Salazar, presidente de la asociación Colegas, “el régimen ha diferenciado entre homosexuales buenos, que son los que aceptan el régimen, callan y aceptan, y homosexuales malos, aquellos que critican y no están de acuerdo con ciertas cosas. Esos son los perseguidos”.
Lavado de cara
Los tiempos cambian y los Castro se reinventaron aparentando tolerancia y cierta apertura, para lo que se utiliza el Centro Nacional de Educación Sexual, un organismo estatal que no admite competencia en materias de sexualidad. A cargo del Cenesex se encuentra Mariela Castro, sexóloga e hija del dirigente comunista Raúl Castro. Mientras que el Gobierno cubano prohíbe la salida de la isla a sus ciudadanos, la sobrina de Fidel Castro viaja por todo el mundo en misión propagandística para limpiar el apellido Castro. Sus propuestas obedecen a la agenda radical del lobby gay e incluyen desde el derecho al aborto hasta patrocinar ‘bodas’ como la de Wendy Iriepa e Ignacio Estrada, un transexual y un homosexual que pudieron casarse el año pasado el mismo día del cumpleaños de Fidel Castro.
Fuente: La Gaceta (www.intereconomia.com)
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