La resaca de la Copa.

Pasados unos días desde la proclamación del Real Madrid como campeón de la Copa del Rey de 2011, ahora ya se puede analizar el logro conseguido de una forma mucho más calmada en comparación con los instantes u horas posteriores al final del partido, en los que la actitud de cualquier aficionado denotaba euforia y exaltación por todas partes, debido a lo importante que era para el madridismo en general derrotar al Barcelona en una final.

Está más que claro que el Real Madrid no jugó bien. No obstante, José Mourinho planteó el partido de tal manera que supo frenar el juego del Barcelona, confirmando los buenos resultados en materia defensiva que le había dado dicho sistema en el clásico liguero disputado días antes.
La táctica del Real Madrid, en mi opinión, se limitó a defender y a enviar balones largos a un Cristiano Ronaldo cuya labor consistía en enganchar un balón cerca del área y enviarlo al fondo de la red de la portería rival. Por fortuna, el Real Madrid tuvo la suerte del campeón y consiguió marcar en la mejor jugada que hizo en todo el partido, una de esas tantas jugadas de contragolpes rápidos que llevamos viendo toda la temporada.
Y no podemos olvidarnos del gran partido cuajado por el brasileño Pepe, quien tuvo libertad de movimientos para ejercer de lo que se conoce vulgarmente como “perro de presa”. A las críticas de la afición del Barcelona respecto al papel desempeñado por Pepe, se ha de remitir al árbitro del encuentro, quien hubiera sido el responsable de expulsar o no al jugador. De todos modos, si todos nos pusiéramos tan escrupulosos con esas partes del fútbol, no se podrían jugar partidos, ya que en un deporte lo más normal es chocarse y golpearse con los contrincantes (dentro de unos límites, está claro).

Lo más importante que nos deja esta Copa es que siembra las bases de un futuro Real Madrid muy prometedor. El proyecto de José Mourinho ya tiene el aval de un título conseguido, lo que le asegura otra temporada más (y no olvidemos que ahora el Real Madrid tendrá que disputar la Supercopa de España contra el Barcelona este verano).
Muchas críticas se han lanzado hacia el entrenador portugués debido a su carácter. Sin embargo, todos sabíamos como era, y también hay que decir que ha sido la prensa (tanto la de Madrid como la de Cataluña) quien ha magnificado todas sus declaraciones, tanto para bien como para mal.

¿Supondrá esta final conquistada por el Real Madrid el comienzo de un nuevo ciclo futbolístico en España?. Esta cuestión solo puede ser respondida con el paso de los años. De momento, podremos sacar conclusiones a favor o en contra en función del resultado de la eliminatoria de la Champions League que disputarán Real Madrid y Barcelona dentro de poco. Quizá sean esos dos encuentros los que puedan marcar el panorama del fútbol español en los próximos dos o tres años.

Dejando a un lado el futuro de la rivalidad entre Real Madrid y Barcelona, es momento de centrarnos en las anécdotas de la celebración. Me refiero, como no podía ser de otra manera, al “accidente” de la Copa.
La verdad es que es muy mala suerte que el trofeo se caiga de un autobús…pero más aún que vaya a parar al lugar exacto por donde va a pasar la rueda. Se está hablando de quien debe de ser el responsable de pagar los desperfectos. Por mi parte, señalaría a Sergio Ramos. Obviamente, un accidente lo podemos tener todos, pero siempre tenemos que encontrar alguna manera de compensar los daños ocasionados. Y dudo mucho que a Sergio Ramos le vaya a suponer un sablazo económico muy grande el tener que pagar por la reparación del trofeo.
No obstante, hemos de esbozar una sonrisa al leer la “justificación” hecha por el propio jugador: “La Copa no se cayó, saltó al ver a tanto madridista allí reunido”. Está claro que sentido del humor es algo que no le falta precisamente.