Con el Domingo de Ramos ya se puede dar por comenzada la Semana Santa. Junto con la Navidad, es el periodo que más exige a los católicos en el apartado de reflexionar sobre su fe. Si en Navidad recordábamos la llegada del Mesías Salvador al mundo, en Semana Santa recordamos su sacrificio para cumplir con su misión de salvar a todos los hombres (aunque muchos no se lo merezcan).
Y no sé por qué será, pero tengo la sensación de que por estas fechas es cuando el Señor nos pone más a prueba…
Hasta ahora, no había sido el mejor de los católicos. Y aún sigo sin serlo (tampoco aspiro a ello, soy humano y muy realista).
Sin embargo, mi personal escepticismo al hecho de acudir semanalmente a la iglesia cambió tras los lamentables sucesos ocurridos en la Universidad Complutense de Madrid, en los que unas feministas (seguramente idiotizadas de tanto lamer lo que no deben) hicieron la “gracia” de enseñar la mitad superior de su cuerpo ante los que estaban rezando en el interior de la capilla universitaria (luego se quejarán de que las tilden de “golfas” las muy fulanas). Dicho suceso no lo comenté anteriormente con una entrada por falta de tiempo y de capacidad para expresar lo que pensaba sin caer en el insulto barato y la agresión verbal (cosa que, sin duda, esas feministas se merecían, pero no mis lectores habituales).
Decía que mi actitud en lo referente a acudir a misa los domingos cambió. Y así fue.
Comencé a pensar que defender la presencia de crucifijos en las aulas, la presencia del catolicismo en España y la defensa de la vida de los no nacidos no bastaba para ser un buen católico (como tampoco bastaba el hecho de que frecuentemente arremeta contra los homosexuales, verbalmente en mi vida diaria o escribiendo, para mi bitácora y “La Nación Digital”, por su estilo de vida antagónico al tradicional español).
El caso es que me di cuenta de que levantarse pronto un domingo no es el fin del mundo. Toda la semana estoy levantándome sobre las 7 y 8 de la mañana, y pienso que nuestra existencia es demasiado valiosa e irrepetible como para desaprovecharla entre un colchón y unas sábanas.
Por esos motivos, hará algo menos de un mes, comencé a ir a misa los domingos por la mañana. Mi conciencia no me permitiría que actos semejantes sucedieran en la iglesia donde fui bautizado y confirmado y que los autores de tan viles acciones se fueran tan campantes.
Muchos “progres” me tildarán de fanático y paranoico, pero hay que recordar que ellos llevan meses amenazando iglesias y capillas universitarias. La ofensa de la Complutense tan solo supuso que llevaran sus artimañas más lejos de lo que habían hecho hasta entonces.
Por cierto, a todos aquellos que dicen que “arderemos como en el 36”, les aviso de que a lo mejor “les toca correr como en el 39”.
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Evangelio de San Mateo, capítulo 7, versículos 7 y 8).
Esta cita evangélica era una de las que más pensaba cuando me sentaba en la iglesia y miraba al sagrario. Pero…¿qué podía pedir a Dios?. De mi vida personal no puedo quejarme. Tan solo, podía rogar porque desaparecieran los males que provoca a nuestra sociedad la clase política…pero dichos males han sido causados por los hombres y no está en manos de Dios el eliminarlos de la noche a la mañana. Hay que ser realistas.
No obstante, ahora si que tengo claro que he de pedir.
¿Sería mucho pedir, Señor, que los progresistas de turno desaparecieran de los actos religiosos más importantes, a los que acuden única y exclusivamente para quedar bien ante los demás?.
¿Sería mucho pedir, Señor, que al dar comienzo y durante la procesión que recuerda la entrada de Jesús en Jerusalén, los progresistas cerraran su bocaza y dejarán a los católicos de verdad escuchar los cantos que conmemoran la celebración?.
¿Sería mucho pedir, Señor, que los concejales y alcaldes socialistas, que arremeten frecuentemente contra la Iglesia y defienden posturas totalmente enemigas de nuestra doctrina, no acudieran a los actos católicos?. ¿Y se podría extender esta petición con los del Partido Popular, quienes tampoco hicieron nada por acabar con el genocidio abortista?.
Esto me ha tocado vivirlo esta mañana. Una procesión del Domingo de Ramos bastante confluida, con más asistentes a misa de lo habitual. Y el colmo era ese murmullo constante de gente que no paraba de hablar durante la procesión y la misa.
La Semana Santa, al igual que sucede durante las fiestas populares, es uno de los momentos del año en el que parece que el número de fieles católicos “aumenta”. Y es que es impresionante la hipocresía de la gente (mejor dicho, de cierta gente) en determinadas fechas.
Estoy seguro de que muchos de los que me califican de “ultra”, “retrógrado” y “extremista” estarían hoy en la procesión y en la misa, dando una imagen de cumplidores con los actos de cara a sus paisanos.
Yo me pregunto como esos progresistas pueden dormir tranquilos por la noche después de pisar una iglesia, cuando la mayor parte del año se dedican a defender el aborto y las aberrantes uniones civiles entre individuos del mismo sexo, además de acusar gratuitamente a la Iglesia de “fomentar la pederastia”.
Por desgracia, es lo que nos toca aguantar. Conozco a gente defensora en materia histórica de la II República, que presume de ser socialista de pro y de ondear la bandera tricolor, que en esta Semana Santa acudirá a más de una procesión, justificando su actitud en una tradición en la que no creen. Por mucho que algunos salgan con que “se puede ser de izquierdas y católico”, eso no es así. O se está con Dios o con el Diablo. Y por lo que tengo entendido, la Iglesia de Dios no apoya el “matrimonio” homosexual ni el aborto.
La única explicación que se me ocurre a todo esto es que cuarenta años con Franco al mando han dejado a muchos progresistas un canguelo en el cuerpo del que aún no se han podido desprender.
Quiero desear a todos mis lectores que tengan unos buenos días. Sé que la mayoría son católicos, así que espero que las procesiones no se les hagan muy largas. Un servidor tratará de acudir a las que pueda.
También debemos aprovechar estos días para meditar sobre el Evangelio. Otro buen plan sería ver “La Pasión de Cristo”, de Mel Gibson (cosa que, sin ánimo de ofender recomiendo a Su Santidad Benedicto XVI para que vea quien mató a Jesús).
Por último, recuerdo a todos que a lo largo de nuestra vida diaria llevaremos a rastras nuestros problemas personales como cruces particulares, pero la Cruz de madera que tuvo que cargar Jesucristo para salvarnos a todos los hombres era mucho más pesada. Un poco de autocrítica no nos vendrá mal a todos.
domingo, 17 de abril de 2011
Reflexiones del Domingo de Ramos.
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