Después de la caída de Perón (en la que jugaron papel decisivo los judíos Eduardo Vuletich y Abraham Krislavin porque le fingieron lealtad para luego enredarlo en dificultades con los católicos), tomó el poder el israelita argentino Isaac Rojas y desde entonces comenzó a propiciarse en Argentina la proliferación del comunismo. Más tarde subió a la Presidencia Arturo Frondizi, quien puso en marcha en 1958 el plan comunista del magnate Frigerio y del judío Hojvat, de Gringauz y de Marchinandiarena. El Padre Meinvielle especifica que el supercapitalismo se acrecentó entonces en Argentina impulsado por el Banco Kuhn Loeb & Co. "Detrás de este supercapitalismo financiero internacional judío —dice— está también el Departamento de Estado de los Estados Unidos, cuya burocracia ha sido denunciada repetidas veces como minada por los comunistas". El supercapitalismo operaba por un lado empobreciendo a las masas argentinas, en tanto que los agitadores rojos operaban por el otro moviendo a las masas hacia el comunismo. La infiltración marxista se extendió a todos los sectores; la labor comunizante de la Facultad de Filosofía disfrutó de un subsidio de 260 mil dólares de la Fundación Ford, que desde la muerte de Henry Ford cayó en poder del supercapitalismo hebreo. Hasta el movimiento peronista fue infiltrado por los rojos Buceta, Caballiere, Mell, Tedesco y Saúl Hecker, financiados por Silvio Frondizi, hermano del Presidente.
Alarmados ante la penetración roja, 33 obispos encabezados por el Cardenal Antonio Caggiano formularon una declaración el 20 de febrero de 1959 en que daban la voz de alerta y señalaban que masonería y comunismo marchan en Iberoamérica hacia el mismo objetivo. Muy significativamente esa declaración fue silenciada por el monopolio informativo internacional de prensa. El mismo Cardenal Caggiano agregó después que la infiltración comunista está realizándose hasta en algunas escuelas religiosas de aquel país y en todas las clases sociales de América. Hizo ver que el bando no comunista carece actualmente de unidad para hacerle frente a ese peligro.
Monseñor Antonio Plaza, arzobispo de La Plata, denunció en octubre de 1959 que la quema de iglesias el 16 de junio de 1955 no había sido obra de Perón, sino de masones que se ostentaban falsamente como peronistas. Luego reiteró su denuncia y aportó más datos y días después le fue colocada una bomba en el Palacio arzobispal, aunque él resultó ileso.
Bajo el disfraz de "legalista", Frondizi aceleraba la marcha comunizante de Argentina, mientras su hermano Silvio abogaba públicamente (julio 21 de 1960) por la implantación en toda Iberoamérica de regímenes como el de Castro Ruz. Para 1962 la conjura Roja era ya tan evidente que ocurrió una reacción saludable en el Ejército y Frondizi fue derrocado. Los militares iban a formar una Junta de Gobierno que barriera con toda la infiltración marxista, pero en ese momento intervino el Departamento de Estado Americano amenazando con suspender toda la ayuda financiera .si se rompía "el orden constitucional", y en esta forma logró que se quedara de Presidente el Vicepresidente Guido, que es de la gente de Frondizi. El avance comunista fue considerablemente frenado, pero la conjura siguió adelante con los judíos Bezronik, Goldbard y Siwak, en las finanzas, y con numerosas células en universidades, sindicatos, periódicos y cuarteles.
Bajo el régimen del Presidente Arturo Illía la penetración comunista fue tomando mayor fuerza y se puso de manifiesto que uno de sus protectores era el "genio financiero" judío Simón Golchausky, quien junto con otros congéneres suyos ayudaba con fondos de la financiera "Capital, S. A.", del Banco Para el Comercio de Suiza e Israel, de la Toremgh Trade Bank, de la Mortgagzano Bank y de otras casas bancarias.
En junio de 1966 el régimen de Illía fue derrocado por el ejército argentino, el cual acabó con la poderosa célula comunista que operaba en las universidades, bajo la protección de la "autonomía". El monopolio internacional informativo acusó al nuevo régimen (encabezado por el general Onganía) de ser una dictadura. La Alianza Israelita, lo mismo que el Departamento de Estado americano, se movieron activamente para presionar a Onganía e impedir que las financieras judías (patrocinadoras de la infiltración comunista) fueran a ser intervenidas, como se rumoreaba.
domingo, 25 de septiembre de 2011
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