Editorial 27/09/2011.

Durante los últimos meses, desde la legalización de la coalición Bildu, los medios de comunicación pretenden hacernos creer a los españoles que el fin de ETA se haya cerca. Pese a la enérgica defensa realizada por los colectivos progresistas afines al PSOE, Bildu no ha demostrado ser nada diferente; más bien, todo lo contrario, ha confirmado seguir siendo la misma izquierda abertzale que, excepción de estas circunstancias, se muestra ahora más “calmada”. Nos resultan carcajeables los argumentos de que “si les han votado tantos vascos será por algo, no porque sean ETA”. Está claro que los mismos que han votado a Bildu habrán sido aquellos que en su día lo hicieron por Batasuna, Acción Nacionalista Vasca o Partido Comunista de las Tierras Vascas. La fuerte implantación del marxismo separatista en Vascongadas es lo que hace posible que una formación de esas características reciba ese apoyo electoral, al margen de que sus votantes compartan o no las indignas prácticas del “tiro en la nuca”.
Ahora, con los comicios electorales del 20-N como plato fuerte de la escena política, existen serias opciones de que Bildu obtenga representación parlamentaria. ¿Culpables? Todos los partidos parlamentarios. Condenar unos atentados (con el posterior teatro de dar el pésame a los familiares realizado desde hace muchos años atrás hasta ahora) y actuar de verdad contra el terrorismo separatista de ETA no es lo mismo.
¿Por qué no se utilizan de verdad a las fuerzas policiales? No deja de llamar la atención que los mismos que elogian a Felipe González por el GAL sean los mismos que se posicionan en contra de la pena de muerte. Por nuestra parte, nosotros no queremos GALs chapuceros, sino policías y guardias civiles bien entrenados que sepan hacer frente a la lucha contra el terrorismo.
Pese a todo, el llamado “conflicto” (una cuestión identitaria agravada por los eternos problemas particularistas de España) tendría una solución más eficaz educando a los jóvenes vascos en el respeto a la diversidad de los pueblos que forman España y no en el odio a la unidad de los hombres y mujeres de España.