El Baúl de la Historia: "Mare Nostrum, Bella Mari (II)". - La Nación Digital

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miércoles, 21 de diciembre de 2011

El Baúl de la Historia: "Mare Nostrum, Bella Mari (II)".

Galeras turcas, con triplulación conocedora de la zona, aún casi rozando las rocas finalmente llegaron a la zona consiguiendo envolver a Barbarigo, quien vio su capitana atacada por seis galeras. Barbarigo murió a los 3 días de un flechazo en su ojo izquierdo, y su sobrino, Contarini, quien acudió en su ayuda resultó muerto en combate. La Real se encontraba ahora dividida, tanto que, Uluch Alí había atravesó la línea cristiana entre medias. Una galera Maltesa, diez galeras venecianas, dos del Papa y una de Saboya fueron capturadas por los turcos.

A partir de ese momento, la batalla tornó en caótica. Galeras otomanas perseguían a galeras cristianas sin orden alguno, muchas no se distiguían, otras tantas se confundían mietras la superficie del mar tornaba roja, llena de cadáveres y escombros de navíos destruidos.

La Sultana, como se conocía la flota turca, no dejaba de recibir refuerzos a la zona, y éstos estos conseguían por el momento contener a las naves cristianas. Los combates eran sangrientos y encarnizados; embestidas con quilla contra los cascos enemigos, un intercambio de disparos de diversa índole, y finalmente un macabro abordaje con combates cuerpo a cuerpo en los que primaba la idea de tomar la nave enemiga con su estandarte como si de tesoros se tratasen.

Don Álvaro de Bazán, almirante heroico que de nombre a una Fragata de la actual Armada Española llegó al mando de su capitana, La Loba y lo hizo por la puerta grande: destruyendo una galera enemiga a cañonazos y abordando otra. Recibió dos balazos de arcabuz, que por suerte no traspasaron su armadura. Frase célebre de la batalla fue la del sargento Martín Muñoz, quien siendo atendido por sus mortales heridas dijo: "Señores, que cada uno haga otro tanto".

Tras una sucesión de brutales combates tanto de artillería como con acero, La Loba de Bazán consiguió dar abordaje al palo mayor de la armada turca. Alí Pachá se encontraba en esa nave, y no fue muy bien tratado: recibió un disparo en la cabeza. Cabeza que acabó ensartada en una pica por un galeote español liberado. Con el estandarte mayor otomano en manos cristianas y la testa de su almirante clavada en tan deshonrosa situación, la mayoría de los turcos daban la batalla por perdida. Karah Kodja, Mustafá Esdrí... todos se rindieron ante la Armada cristiana.

El centro y la izquierda estaban ganados para los cristianos, pero la derecha permanecía controlado por Uluch Alí, que estaba haciendo retroceder a los cristianos en toda la línea. La Piamontesa, galera en la que iba Don Francisco de Saboya fue abordada y sus tripulantes degollados sin excepción. La Florencia, la San Juan,muchas fueron capturadas por los turcos.

Los turcos vencían en el flanco derecho hasta que al fin llegó el salvador de la batalla: de nuevo Don Álvaro de Bazán a bordo de La Loba, que consiguió hacer retroceder y finalmente huir a Uluch Alí y a sus fuerzas navales. Alí se retiró a Lepanto y ordenó quemar las naves para evitar su captura por parte de los cristianos, que no pudieron darles caza, dado el cansancio de sus remeros. A las cuatro de la tarde, Don Juan de

Austria ordenó a la armada ponerse a refugio en el puerto de Petala, dado el temporal que parecía, se estaba levantando.

A la mañana siguiente se hizo recuento. Quince galeras de la armada cristiana habían sido hundidas, treinta tuvieron que ser destruídas debido a su deplorable estado tras la contienda. 170 turcas fueron capturadas, 80 y habían escapado 40 naves, según las estimaciones de Don Juan de Austria. 5.000 venecianos, 2.000 españoles y 800 los del Papa fueron los caídos, mientras que se hicieron 5.000 prisioneros entre los turcos y se calculó que habían tenido unos 25.000 muertos. Se rescataron 12.000 cautivos de los otomanos.

Tras enviar a los emisarios a los respectivos centros de gobierno de Venecia, Los Estados papales y España, la victoria cristiana fue confirmada. La batalla no tubo especiales consecuencias ideológicas o históricas, salvo lo que se buscaba: frenar el avance turco sobre tierras cristianas, taré que más tarde habrían de hacer pos austriacos por tierra.


Fernando Salazar

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